La celebración del Día de la Armada de México el pasado 23 de noviembre en Mazatlán, puso en evidencia el vacío institucional que sufre Sinaloa en medio de esta ola de violencia: el gobernador Rubén Rocha Moya no se presentó en esta importante celebración militar en el calendario anual de las fuerzas armadas. Llamó la atención que la presencia del general de división Guillermo Briseño Lobera, recién ascendido a ese grado, comandante de la tercera región militar y la del vicealmirante José Daniel Reséndiz Sandoval, comandante de la octava región naval, fuera desairada por una representación menor de las autoridades civiles.
Pero no fue todo, al día siguiente tampoco se vio al gobernador en el evento de Morena, en el cual estuvieron las principales personalidades del partido que lo llevó al poder. No pasó ni a saludar y nadie tuvo razón del mandatario durante todo el fin de semana. Pareció como si ya no existiera para la vida partidista como anfitrión de la dirigencia nacional que visitó la capital del estado.
Desde la noche del domingo, Culiacán fue escenario de la violencia continuada debido al conflicto armado entre dos grupos criminales que padecen todos los sinaloenses desde el pasado 9 de septiembre. Hubo más de 10 muertes en menos de 24 horas y reportes de balaceras en distintos puntos de la ciudad.
La madrugada del lunes 25 hubo reportes de balaceras en múltiples puntos de la ciudad, los registraron a un grupo de sicarios que dispararon contra 80 cámaras de seguridad y por la mañana incendiaron varias casas.
Durante todos estos hechos, el gobernador Rubén Rocha Moya no hizo declaraciones oficiales y no publicó ningún mensaje en su cuenta de X como suele hacerlo. Ningún ciudadano de a pie supo del gobernador mientras circulaba en internet transmisiones en vivo y sitios de noticias que reportaban cómo Culiacán estaba prácticamente sitiada.
No fue hasta después del mediodía que Rocha Moya apareció de forma pública, al lado de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, en un evento para la firma del Acuerdo Nacional por el Derecho Humano al Agua, en el cual participaron gobernadores de varios estados.
Fue cuestionado por la prensa nacional y, a pesar de que la ciudadanía fue presa del miedo una vez más, respondió que los enfrentamientos entre grupos armados y militares se han reducido.
La pregunta que surge en medio de todo es: ¿realmente es más importante la firma de un acuerdo que no deja ningún beneficio inmediato para los sinaloenses que la situación generalizada de inseguridad?
No se le ve al gobernador preocupado, apurado ni estresado por los hechos violentos que a más de uno no dejaron dormir y que continuaron toda la mañana del lunes. No se ve apurado por sentarse con el gabinete de seguridad para resolver. No se le ve interesado en el sentir general del ciudadano trabajador, de los padres de familia y maestros o de los comerciantes que se enfilan a la quiebra.
Se le ve tranquilo, aparentemente relajado junto a la presidenta. ¿O es que a ella tampoco le interesa dar, ya no se diga una solución, sino una señal de tranquilidad a los sinaloenses? Y si a ellos no les interesa, ¿a quién sí?
No es la primera vez que el gobernador no está en el estado cuando pasan este tipo de hechos. Cuando ocurrió la balacera en Cuatro Ríos en la que murió un joven empresario restaurantero, el gobernador también estaba en la ciudad de México.
En nada abona sus ausencias a las versiones que cobran fuerza en la capital del país de que Rocha Moya se apresta a dejar el cargo ante la situación que tiene rebasado a su gobierno. Al menos es la percepción entre las fuerzas armadas y dirigentes de su partido, que se quedaron esperándolo sin que apareciera.