Del año 2015 al 2023, en nuestro estado han sido asesinadas más de 441 mujeres, en 340 casos se trata de feminicidios, esto es que detrás del 77% de las muertes violentas de mujeres ocurridas, se encuentra una cultura que violenta y lastima a las mujeres por el hecho de ser mujeres.
Hace más de 8 años que el delito de feminicidio está tipificado en nuestro Código Penal, haciendo distinciones para establecer razones de género y con ello identificar rasgos o patrones culturales de machismo y misoginia, imponer penas más altas que si se tratase de un homicidio doloso simple, y de alguna manera poner alertas en ello que permitan intensificar su abordaje.
La violencia hacia las mujeres que día a día adquiere más formas y manifestaciones, y con ello más saña y crueldad, requiere acciones que le cierren la puerta a la impunidad, y a principios del año 2023 se publicaron reformas en el tipo penal de feminicidio, entre las que se encuentran incluir como víctimas del delito de feminicidio a personas que han modificado su identidad de género para ser vistas como mujeres; nuevas expresiones y/o más amplia descripción en las llamadas razones de género, que ascienden a doce; aumento de la pena a sesenta años, y establecimiento de agravantes.
Al identificar una o varias de las llamadas razones de género se establece la hipótesis, la mataron por ser mujer, pues estas describen o manifiestan las consecuencias de los roles y estereotipos de género socioculturalmente asignados que colocan a las mujeres en situaciones de desventaja, desigualdad, inferioridad, maltrato, y explotación, mostrando con ello la discriminación y el odio hacia las mujeres.
En Sinaloa, el Congreso del Estado modificó las razones de género para agregar porciones normativas como los actos de necrofilia; violencia de género, privación de la vida, y respecto a los restos o el cuerpo sean inhumados, ocultados, incinerados o sometidos a cualquier sustancia que lo desintegre;
Asimismo la existencia de datos denunciados o no, de antecedentes de violencia de género en cualquiera de sus ámbitos; o antecedentes de amenazas, agresiones, intimidación, hostigamiento, acoso o lesiones, aquellas que pretendan limitar, anular o menoscabar el ejercicio de derechos políticos electorales o acceso a un cargo político, público de poder o de decisión; la existencia de algún tipo de relación con la víctima y el sujeto activo, como el parentesco, noviazgo, amistad, afectiva, de confianza o relación de hecho (extra marital por ejemplo);
Se añaden, el cargo, encargó, situación personal, y/o deber de cuidado sobre la víctima; la existencia de relación de superioridad o subordinación de tipo laboral, docente, religiosa, institucional; el trabajo sexual o sea víctima de trata o explotación sexual; o bien, porque desarrolle alguna ocupación o profesión estigmatizada o relacionada con el uso de la propia imagen; y el uso de algún agente o sustancia corrosiva, cáustica, irritante, tóxica o inflamable, álcalis, ácidos o sustancias similares, incluyendo las que necesiten de otro agente para reaccionar.
Agravantes cuando el sujeto activo sea servidor público y haga valer de sus funciones para cometer el delito; sean dos o más personas, o tenga el oficio de conductor de vehículo de transporte de pasajeros, turismo privado o público; y cuando la víctima sea una niña, adolescente, adulta mayor o con discapacidad; se encuentre embarazada, o se le haya privado de la vida en presencia de otras personas relacionadas con ella por parentesco, noviazgo, amistad, una relación de confianza o de hecho.
No dejaremos de notar que con estas reformas el feminicida perderá todos los derechos en relación a la víctima, incluyendo los de carácter sucesorio.
Al leer las nuevas líneas del delito de feminicidio, es imposible no recordar terribles trascendidos en nuestro estado como Guadalupe, Perla, Dayana, y Maricarmen hace apenas unos días; en el país, las muertas de Juárez, Rubí, Marisela, Mariana, Mara, Lesvy, Fátima, y Debanhi, entre muchas muchas más que ya no están con nosotras, que les robaron la esperanza y la vida, y por la cuales no dejaremos de clamar justicia.
Pronto nos daremos cita en Culiacán para escuchar el testimonio “No fue suicidio, sino Feminicidio” de Irinea Buendía.