La experiencia de visitar un food truck o un food park sin duda es placentera, es como un día de campo donde todos comen lo que les gusta, el servicio no tiene mayor trascendencia es sencillo y ya, los platillos tienen sus propuestas y las chelas son baratas, por lo regular estas propuestas son algunos emprendedores que inician con ideas frescas y en otras ocasiones, que son los que a mí me gustan más, te encuentras chef que tienen ya un tiempo caminando y han perfeccionado algunos productos y los llevan a una expresión que sublima lo callejero, llevándote agradables sorpresas, ya visitaremos algunos y les daré algunas recomendaciones.
No es mi pretensión dar clase de negocios en esta columna, pero algo les platicaré desde esta visión, la proliferación de food truck y food park en Culiacán es un fenómeno que se ha desarrollado más menos de 5 años para acá, estas tendencias en la gastronomía que son bastante comunes en otras ciudades grandes del país y una tradición en los Estados Unidos, ahora está invadiendo el gusto del Culichi, algunos expertos han dicho que va de paso, quizás por algunos proyectos que no se lograron, pero yo creo que se van a quedar, pues el modelo informal con algo de buen gusto te permite resolver algunas cosas.
Después de la pandemia, no muchos proyectos sobrevivieron y hasta algunas de las marcas más entrañables desaparecieron y tengo que decirlo siempre, extraño mucho a Quintmart. El alza de precios, la devaluación, el aumento de las nóminas, todos los impuestos nuevos y si no les parece suficiente, las 32 dependencias de gobierno que tienen como mínimo 10 regulaciones cada una para la industria restaurantera en México, que van desde cuidar y denunciar a los fumadores hasta el manejo de las botellas (cosas muy raras) o el asedio de la asociación de autores, demás acreedores y extorsionadores, todas estas amenazas hacen de La calle una buena alternativa viable para un restaurantero.
Este modelo es interesante como autoempleo para los emprendedores, enriqueciendo la escena culinaria, dando un servicio a bajo costo y con espacios creativos, muchos de los empresarios restauranteros están incursionando en estos espacios para respirar un poco de todo lo difícil que se ha vuelto sobrevivir en la industria por su sobre regulaciones y la colisión legislativa que se padece.
De cualquier forma no todo es miel sobre hojuelas tiene también sus recovecos la calle, por ejemplo uno de los riesgos, es que la ganancia se pulveriza entre todos, si no logras una visita satisfactoria, no puede haber una repartición equitativa de mercado que sostenga tantas ofertas en un espacio tan pequeño y este estudio por lo regular no lo hace el convocante y terminan por competir entre ellos quizás no en producto, pero si en precio, abaratando sus platillos y por ende bajando su calidad , por otra parte es común que en este modelo el que coordina es el que más recauda, pues por lo regular se queda con el negocio de la bebida, el cual es más redituable que el de platillo pues existen bebidas a las que les puedes ganar hasta un 300% y en la comida siempre será difícil lograr esta utilidad, además todo el que entre tomara una bebida , pero no es seguro que te compre un platillo.
Las rentas en los food park no son caras por que los espacios son pequeños y muy rústicos en ocasiones, son negocios fáciles de administrar, solo requiere de un platillo que sea muy carismático en precio y presentación, lo cual no es tan fácil de hacer y lo otro tener una buena política del manejo del espacio donde los compañeros encuentren la forma de que sea negocio para todos.
Las altas restricciones del gobierno, la sobre regulación, la crisis, la devaluación que vive el mundo y la persecución de un gremio que no tiene las representaciones más fuertes en el país, siempre estaremos buscando nuevas alternativas que nos permitan dar un buen servicio y sobrevivir.
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