/ viernes 16 de agosto de 2024

La voz del cácaro | La Droga que no se ha Inventado

Si algo ha llevado al narco mexicano a convertirse en una de las industrias más prósperas del mundo, ha sido su creatividad y visión para entender qué drogas busca el mercado internacional. El fentanilo en forma de pastillas azules fue una innovación que en su momento generó millones de dólares, pero resultó adictiva y letal. Y los gringos (los consumidores principales) terminaron por ponerle un alto. Queda claro que si el narco mexicano pretende seguir siendo líder en el mercado estadounidense, tendrá que continuar diseñando y lanzando nuevas drogas a las calles. Drogas baratas y potentes. Pero que no coqueteen con la muerte

Según la ONU, la mota sigue siendo a droga (ilegal) más popular del planeta. En 2022, casi trescientos millones de pachecos de todo el mundo la consumieron al menos una vez. Sí, la mota es tan popular, que en Estados Unido es legal (para uso recreativo) en casi la mitad de su territorio. Con la despenalización de la mota los precios se regularon con base en la oferta y la demanda del mercado. De tal suerte que los gringos dejaron de pagar el costo que suponía la “clandestinidad”. Con ello, lo que alguna vez fue un gran negocio para el narco mexicano, poco a poco dejó de serlo. Era hora de salir a buscar nuevos clientes con nuevos productos.

Después de la mota, la droga preferida a nivel mundial son los opioides. Y en esta categoría se incluyen la heroína, la morfina y el opio, por supuesto. Por ello no extraña que en los últimos años el narco mexicano se haya ocupado en diseñar e introducir en el mercado estadounidense drogas de laboratorio que produjeran efectos similares a los provocados por los opioides. Así fue como el fentanilo entró en escena, un fármaco cuya estructura química es parecida a la morfina. Ciertamente, el narco mexicano no inventó el fentanilo, pero lo manipuló para hacerlo súper potente. Y a un precio accesible para todos los bolsillos.

La escalera al cielo

A diferencia de drogas como la cocaína, el fentanilo no provoca agresividad en quien lo consume, sino un estado de ensoñación y relajamiento que podría describirse como la escalera que conduce al cielo de la felicidad. El éxito del negocio del fentanilo parecía que estaba asegurado. Excepto por un detalle: los felices consumidores comenzaron a morir por sobredosis. La cifra más alarmante llegó a contar más de noventa mil muertes tan solo en un año. El gobierno gringo puso el grito en el cielo. Inmediatamente, señaló los narcos mexicanos. No faltaron algunos, como Donald Trump, que sugirieron declarar a los cárteles de la droga como grupos terroristas. Con todo lo que ello podría implicar.

Nuevas drogas

Con la captura del Mayo Zambada en Estados Unidos, las cosas han dado un vuelco de proporciones insospechadas. La relación de México con su vecino atraviesa por uno de los momentos menos afortunados de su historia. Y eso no parece que cambiará, hasta que el gobierno mexicano demuestre que está dispuesto a perseguir y llevar a juicio a los bad hombres del narco, señalados por la DEA y el FBI de haber convertido las calles de ciudades, como Filadelfia, en una especie de limbo, donde los adictos al fentanilo deambulan erráticamente cuál zombis de Sahuayo.

Mientras eso ocurre y el sexenio de López Obrador se termina entre escándalos y acusaciones, la industria de las drogas, la cual genera en México 35 mil millones de dólares al año, no puede parar. Los bad hombres trabajan duro. Se inventan nuevas drogas sintéticas con sustancias psicoactivas que han sido muy poco probadas clínicamente. Algunas veces están adulteradas con distintos estimulantes y químicos, lo que hace que sus efectos sean impredecibles. Todo depende de la mezcla. Como los cannabinoides sintéticos, fabricados con múltiples compuestos químicos que provocan los mismos efectos que la mota, pero ofrecen mayor intensidad y duración. O las triptaminas sintéticas, sustancias psicodélicas comparables a los hongos alucinógenos y a la ayahuasca. Puro poder.

Cada quien su viaje

Como cualquier producto de consumo, las drogas van dirigidas a un nicho, es decir, a un grupo de gente con un cierto estilo de vida y características socioeconómicas determinadas. El efecto que produce una droga en particular refleja, en muchos sentidos, la personalidad y el temperamento de quienes la consumen. No es lo mismo un usuario de cannabis, que uno de cocaína o de fentanilo. Cada uno busca una experiencia distinta, de acuerdo a su forma muy particular de entender el mundo. El que fuma mota desea introspección y paz. El que inhala un pase de coca busca el prendón, la euforia. El que se mete una pastilla de fentanilo, simplemente no soporta la cruda realidad y lo único que quiere es vivir soñando durante el mayor tiempo posible.

La droga de toda la vida

Hasta ahora la droga que resistido la dura prueba del tiempo es el alcohol. Es la droga del ser humano por excelencia. Ha estado con él toda la vida. Es tan popular y, lo ha sido a lo largo de los siglos, que la mayoría de los países lo consideran como una sustancia lícita. Eso a pesar de que, dentro del extenso catálogo de las drogas, el alcohol podría considerarse una de las más adictivas y de las que más problemas de salud pública generan. En este sentido, el gran reto para los cárteles y para los “alquimistas” de las sustancias tóxicas, es inventar una droga que, como el alcohol, logre seducir a millones de personas de todas las edades y de todos los estratos socioeconómicos. Que sea tan apreciada por los poderosos, que no se le considere ilegal. Que se le pueda hallar en cualquier Oxxo a un precio módico. Y sobre todo, que no cause la muerte. No parece fácil. Pero aquel que lo logre habrá inventado algo parecido al oro. Ya llegará el día. Y es que mientras el mundo gire, siempre habrá alguien dispuesto a gastar dinero para evadirse, aunque sea por un instante, de una “realidad” que a veces es insoportable.

Si algo ha llevado al narco mexicano a convertirse en una de las industrias más prósperas del mundo, ha sido su creatividad y visión para entender qué drogas busca el mercado internacional. El fentanilo en forma de pastillas azules fue una innovación que en su momento generó millones de dólares, pero resultó adictiva y letal. Y los gringos (los consumidores principales) terminaron por ponerle un alto. Queda claro que si el narco mexicano pretende seguir siendo líder en el mercado estadounidense, tendrá que continuar diseñando y lanzando nuevas drogas a las calles. Drogas baratas y potentes. Pero que no coqueteen con la muerte

Según la ONU, la mota sigue siendo a droga (ilegal) más popular del planeta. En 2022, casi trescientos millones de pachecos de todo el mundo la consumieron al menos una vez. Sí, la mota es tan popular, que en Estados Unido es legal (para uso recreativo) en casi la mitad de su territorio. Con la despenalización de la mota los precios se regularon con base en la oferta y la demanda del mercado. De tal suerte que los gringos dejaron de pagar el costo que suponía la “clandestinidad”. Con ello, lo que alguna vez fue un gran negocio para el narco mexicano, poco a poco dejó de serlo. Era hora de salir a buscar nuevos clientes con nuevos productos.

Después de la mota, la droga preferida a nivel mundial son los opioides. Y en esta categoría se incluyen la heroína, la morfina y el opio, por supuesto. Por ello no extraña que en los últimos años el narco mexicano se haya ocupado en diseñar e introducir en el mercado estadounidense drogas de laboratorio que produjeran efectos similares a los provocados por los opioides. Así fue como el fentanilo entró en escena, un fármaco cuya estructura química es parecida a la morfina. Ciertamente, el narco mexicano no inventó el fentanilo, pero lo manipuló para hacerlo súper potente. Y a un precio accesible para todos los bolsillos.

La escalera al cielo

A diferencia de drogas como la cocaína, el fentanilo no provoca agresividad en quien lo consume, sino un estado de ensoñación y relajamiento que podría describirse como la escalera que conduce al cielo de la felicidad. El éxito del negocio del fentanilo parecía que estaba asegurado. Excepto por un detalle: los felices consumidores comenzaron a morir por sobredosis. La cifra más alarmante llegó a contar más de noventa mil muertes tan solo en un año. El gobierno gringo puso el grito en el cielo. Inmediatamente, señaló los narcos mexicanos. No faltaron algunos, como Donald Trump, que sugirieron declarar a los cárteles de la droga como grupos terroristas. Con todo lo que ello podría implicar.

Nuevas drogas

Con la captura del Mayo Zambada en Estados Unidos, las cosas han dado un vuelco de proporciones insospechadas. La relación de México con su vecino atraviesa por uno de los momentos menos afortunados de su historia. Y eso no parece que cambiará, hasta que el gobierno mexicano demuestre que está dispuesto a perseguir y llevar a juicio a los bad hombres del narco, señalados por la DEA y el FBI de haber convertido las calles de ciudades, como Filadelfia, en una especie de limbo, donde los adictos al fentanilo deambulan erráticamente cuál zombis de Sahuayo.

Mientras eso ocurre y el sexenio de López Obrador se termina entre escándalos y acusaciones, la industria de las drogas, la cual genera en México 35 mil millones de dólares al año, no puede parar. Los bad hombres trabajan duro. Se inventan nuevas drogas sintéticas con sustancias psicoactivas que han sido muy poco probadas clínicamente. Algunas veces están adulteradas con distintos estimulantes y químicos, lo que hace que sus efectos sean impredecibles. Todo depende de la mezcla. Como los cannabinoides sintéticos, fabricados con múltiples compuestos químicos que provocan los mismos efectos que la mota, pero ofrecen mayor intensidad y duración. O las triptaminas sintéticas, sustancias psicodélicas comparables a los hongos alucinógenos y a la ayahuasca. Puro poder.

Cada quien su viaje

Como cualquier producto de consumo, las drogas van dirigidas a un nicho, es decir, a un grupo de gente con un cierto estilo de vida y características socioeconómicas determinadas. El efecto que produce una droga en particular refleja, en muchos sentidos, la personalidad y el temperamento de quienes la consumen. No es lo mismo un usuario de cannabis, que uno de cocaína o de fentanilo. Cada uno busca una experiencia distinta, de acuerdo a su forma muy particular de entender el mundo. El que fuma mota desea introspección y paz. El que inhala un pase de coca busca el prendón, la euforia. El que se mete una pastilla de fentanilo, simplemente no soporta la cruda realidad y lo único que quiere es vivir soñando durante el mayor tiempo posible.

La droga de toda la vida

Hasta ahora la droga que resistido la dura prueba del tiempo es el alcohol. Es la droga del ser humano por excelencia. Ha estado con él toda la vida. Es tan popular y, lo ha sido a lo largo de los siglos, que la mayoría de los países lo consideran como una sustancia lícita. Eso a pesar de que, dentro del extenso catálogo de las drogas, el alcohol podría considerarse una de las más adictivas y de las que más problemas de salud pública generan. En este sentido, el gran reto para los cárteles y para los “alquimistas” de las sustancias tóxicas, es inventar una droga que, como el alcohol, logre seducir a millones de personas de todas las edades y de todos los estratos socioeconómicos. Que sea tan apreciada por los poderosos, que no se le considere ilegal. Que se le pueda hallar en cualquier Oxxo a un precio módico. Y sobre todo, que no cause la muerte. No parece fácil. Pero aquel que lo logre habrá inventado algo parecido al oro. Ya llegará el día. Y es que mientras el mundo gire, siempre habrá alguien dispuesto a gastar dinero para evadirse, aunque sea por un instante, de una “realidad” que a veces es insoportable.