/ viernes 19 de julio de 2024

La voz del cácaro | Las Tempestades de Trump

Una bala rasante casi acaba con la vida de uno de los personajes más queridos y, a la vez, más odiados por los gringos: el ex presidente Donald Trump. Más allá de la versión simplista del FBI, la del asesino solitario (Thomas Matthew Crooks, un muchacho blanco con lentes y cara de no matar una mosca), cabe preguntarse si detrás del ataque contra Trump en Pensilvania pudo haber un complot.

Bravucón, hablador, prepotente. Así es Donald Trump, ex presidente de Estados Unidos y personificación del despotismo gringo. Alguien que ha ido acumulando muchos enemigos a lo largo de su accidentado recorrido por los caminos del poder. Alguien que sembró tormentas y hoy cosecha tempestades. Dividió a su país y enfrentó a su gente. Alentó la toma del Capitolio en 2021 y, no hace mucho, soltó que si no gana las elecciones en noviembre, una guerra civil se desatará en Estados Unidos. Es el mismo Trump que tiene en mente el plan de desplegar en México escuadrones de asesinos que ajusticien a los líderes de los cárteles de la droga. “Cuando vuelva a la Casa Blanca, los capos de la droga y los traficantes no volverán a dormir tranquilos”, sentenció Trump en diciembre.

Pero los “bad hombres” del narco mexicano solo son unos, de tantos, que podrían tener algún interés en desaparecer a Trump de la faz de la tierra. Ciertos gobiernos también tendrían buenos motivos. Desde Corea del Norte hasta China, pasando por los rusos, quienes enfrentan a un ejército ucraniano, el cual pelea equipado con armamento proveniente de Estados Unidos. Y por último están, por supuesto, los propios demócratas, el partido gobernante, cuyos líderes ven cómo la derecha gringa cobra más poder cada día. ¿Pero se podría hablar de un complot? El FBI y CNN se encargaron de negar esa posibilidad desde el principio. Nos han vendido, como si la hubieran sacado de un guion de Hollywood, la historia del tirador solitario, un muchacho con lentes y cara de nerd, el cual cegado por el odio, cogió uno de los tantos rifles de papá y se subió a un techo para dispararle al ex presidente de Estados Unidos, a ciento cincuenta metros de distancia. Algo hay que no convence.

Sospechas

Para el gobierno gringo, la palabra “complot” es algo muy delicado. Es una palabra casi prohibida cuando se ve obligado a hablar de atentados y tiroteos dentro de su territorio. La experiencia le ha enseñado a ese gobierno, que siempre será más conveniente difundir en los medios la versión del asesino solitario, el idealista, que en su deseo de cambiar el mundo actuó por sí mismo, que siquiera insinuar que puede existir un complot detrás del tiroteo. Tal vez lo del asesino solitario hace sentir menos vulnerable al pueblo gringo, que si le hablaran abiertamente de grupos u organizaciones, los cuales cuentan con todos los medios y el poder económico para planear y ejecutar el asesinato de un personaje como Trump. En ese sentido, la actuación del Servicio Secreto, que se supone debía proteger la vida del ya declarado candidato republicano, no solo deja mucho que desear, sino que levanta una ola de sospechas.

Eso además de los dichos de testigos que presenciaron el ataque, y que suscitan más preguntas que respuestas. Desde el tipo que afirma que vio a Thomas arrastrarse por el techo de un edificio con un fusil y le informó a la policía, sin que le hicieran caso, hasta el francotirador del propio Servicio Secreto, quien asegura que durante tres minutos tuvo a Thomas en la mira de su rifle, y que aunque solicitó autorización para dispararle, nunca recibió la orden. Eso sin mencionar “la foto del recuerdo”, que ha circulado en redes y periódicos, donde Trump aparece con la cara ensangrentada, levantando el brazo, rodeado por los guaruras del Servicio Secreto, mientras la bandera de Estados Unidos sobresale a un lado. ¿No se supone que uno de los principales protocolos para proteger a alguien de un tirador, es mantenerlo agachado e invisible, de modo que el atacante no pueda seguir apuntándole? Pues en este caso los guaruras, muy condescendientes, le dieron chance a Trump de erguir el cuerpo para posar ante las cámaras con pinta de superhombre, como diciendo sus pinches balas me hacen lo que el viento a Juárez.

De mártir a héroe

Dicen que lo que no mata, fortalece. En el caso de Trump, parece que lo que veremos en adelante será a un tipo envalentonado, con una soberbia aun más grande que la que ya lo caracteriza. En efecto, lejos de eliminarlo, lo convirtieron en mártir un sábado. Y para el siguiente lunes ya era un héroe. Un héroe que aprovechando su condición de inmortal, ya se aventó la puntada de pedir más donaciones por parte del pueblo, para continuar patrocinando los gastos de su campaña electoral. Incluso, hay quienes dicen que todo lo ocurrido obedece a un montaje; un intento por conmover y suavizar, tanto a los jueces como a los jurados, que son parte de los procesos judiciales que Trump enfrenta en distintas cortes, donde ha sido acusado de obstrucción de la justicia, falsificación de registros y declaraciones falsas, entre otras linduras.

Hacia la Casa Blanca

Pero lo que no se puede negar es que con lo ocurrido, Trump se perfila a la Presidencia de Estados Unidos más fuerte que nunca. Empoderado, retador y con la imagen de un líder invencible. Y cuando llegue, no dudará un solo momento en usar todo su poder para cobrarle la cuentas de esos canijos demócratas, quienes al lado de Joe Biden, un adulto mayor que ya confunde al presidente de Ucrania con el del Rusia, le han hecho la vida un infierno. Y de paso, han llevado al imperio americano al comienzo de su decadencia. ¿Será que lo que se avecina es una guerra civil en Estados Unidos o una crisis económica monumental? Por lo pronto, los gringos continúan viajando a México, pero no solo como turistas, sino con la intención de hacer una vida de este lado. Algo deben estar viendo que sencillamente los aterra.

Una bala rasante casi acaba con la vida de uno de los personajes más queridos y, a la vez, más odiados por los gringos: el ex presidente Donald Trump. Más allá de la versión simplista del FBI, la del asesino solitario (Thomas Matthew Crooks, un muchacho blanco con lentes y cara de no matar una mosca), cabe preguntarse si detrás del ataque contra Trump en Pensilvania pudo haber un complot.

Bravucón, hablador, prepotente. Así es Donald Trump, ex presidente de Estados Unidos y personificación del despotismo gringo. Alguien que ha ido acumulando muchos enemigos a lo largo de su accidentado recorrido por los caminos del poder. Alguien que sembró tormentas y hoy cosecha tempestades. Dividió a su país y enfrentó a su gente. Alentó la toma del Capitolio en 2021 y, no hace mucho, soltó que si no gana las elecciones en noviembre, una guerra civil se desatará en Estados Unidos. Es el mismo Trump que tiene en mente el plan de desplegar en México escuadrones de asesinos que ajusticien a los líderes de los cárteles de la droga. “Cuando vuelva a la Casa Blanca, los capos de la droga y los traficantes no volverán a dormir tranquilos”, sentenció Trump en diciembre.

Pero los “bad hombres” del narco mexicano solo son unos, de tantos, que podrían tener algún interés en desaparecer a Trump de la faz de la tierra. Ciertos gobiernos también tendrían buenos motivos. Desde Corea del Norte hasta China, pasando por los rusos, quienes enfrentan a un ejército ucraniano, el cual pelea equipado con armamento proveniente de Estados Unidos. Y por último están, por supuesto, los propios demócratas, el partido gobernante, cuyos líderes ven cómo la derecha gringa cobra más poder cada día. ¿Pero se podría hablar de un complot? El FBI y CNN se encargaron de negar esa posibilidad desde el principio. Nos han vendido, como si la hubieran sacado de un guion de Hollywood, la historia del tirador solitario, un muchacho con lentes y cara de nerd, el cual cegado por el odio, cogió uno de los tantos rifles de papá y se subió a un techo para dispararle al ex presidente de Estados Unidos, a ciento cincuenta metros de distancia. Algo hay que no convence.

Sospechas

Para el gobierno gringo, la palabra “complot” es algo muy delicado. Es una palabra casi prohibida cuando se ve obligado a hablar de atentados y tiroteos dentro de su territorio. La experiencia le ha enseñado a ese gobierno, que siempre será más conveniente difundir en los medios la versión del asesino solitario, el idealista, que en su deseo de cambiar el mundo actuó por sí mismo, que siquiera insinuar que puede existir un complot detrás del tiroteo. Tal vez lo del asesino solitario hace sentir menos vulnerable al pueblo gringo, que si le hablaran abiertamente de grupos u organizaciones, los cuales cuentan con todos los medios y el poder económico para planear y ejecutar el asesinato de un personaje como Trump. En ese sentido, la actuación del Servicio Secreto, que se supone debía proteger la vida del ya declarado candidato republicano, no solo deja mucho que desear, sino que levanta una ola de sospechas.

Eso además de los dichos de testigos que presenciaron el ataque, y que suscitan más preguntas que respuestas. Desde el tipo que afirma que vio a Thomas arrastrarse por el techo de un edificio con un fusil y le informó a la policía, sin que le hicieran caso, hasta el francotirador del propio Servicio Secreto, quien asegura que durante tres minutos tuvo a Thomas en la mira de su rifle, y que aunque solicitó autorización para dispararle, nunca recibió la orden. Eso sin mencionar “la foto del recuerdo”, que ha circulado en redes y periódicos, donde Trump aparece con la cara ensangrentada, levantando el brazo, rodeado por los guaruras del Servicio Secreto, mientras la bandera de Estados Unidos sobresale a un lado. ¿No se supone que uno de los principales protocolos para proteger a alguien de un tirador, es mantenerlo agachado e invisible, de modo que el atacante no pueda seguir apuntándole? Pues en este caso los guaruras, muy condescendientes, le dieron chance a Trump de erguir el cuerpo para posar ante las cámaras con pinta de superhombre, como diciendo sus pinches balas me hacen lo que el viento a Juárez.

De mártir a héroe

Dicen que lo que no mata, fortalece. En el caso de Trump, parece que lo que veremos en adelante será a un tipo envalentonado, con una soberbia aun más grande que la que ya lo caracteriza. En efecto, lejos de eliminarlo, lo convirtieron en mártir un sábado. Y para el siguiente lunes ya era un héroe. Un héroe que aprovechando su condición de inmortal, ya se aventó la puntada de pedir más donaciones por parte del pueblo, para continuar patrocinando los gastos de su campaña electoral. Incluso, hay quienes dicen que todo lo ocurrido obedece a un montaje; un intento por conmover y suavizar, tanto a los jueces como a los jurados, que son parte de los procesos judiciales que Trump enfrenta en distintas cortes, donde ha sido acusado de obstrucción de la justicia, falsificación de registros y declaraciones falsas, entre otras linduras.

Hacia la Casa Blanca

Pero lo que no se puede negar es que con lo ocurrido, Trump se perfila a la Presidencia de Estados Unidos más fuerte que nunca. Empoderado, retador y con la imagen de un líder invencible. Y cuando llegue, no dudará un solo momento en usar todo su poder para cobrarle la cuentas de esos canijos demócratas, quienes al lado de Joe Biden, un adulto mayor que ya confunde al presidente de Ucrania con el del Rusia, le han hecho la vida un infierno. Y de paso, han llevado al imperio americano al comienzo de su decadencia. ¿Será que lo que se avecina es una guerra civil en Estados Unidos o una crisis económica monumental? Por lo pronto, los gringos continúan viajando a México, pero no solo como turistas, sino con la intención de hacer una vida de este lado. Algo deben estar viendo que sencillamente los aterra.