/ viernes 29 de noviembre de 2024

La voz del cácaro | México y la Tercera Guerra Mundial

Nadie desea una guerra. Y menos una Tercera Guerra Mundial como la que podría desatarse en Ucrania. Ahora que si ésta ocurre, la coyuntura podría traer conflictos para México, pero también grandes beneficios. Todo dependería de la pericia de la presidenta Sheinbaum para sacar ventaja de un conflicto, que los gringos no iniciaron, pero que podrían llevar a un punto de no retorno.

Con el visto bueno de Joe Biden, ese que dicen que ya se le va el avión, la semana pasada el ejército ucraniano lanzó varios misiles de fabricación gringa contra objetivos rusos. Con ello y con el lanzamiento de otros tantos misiles, producidos en Gran Bretaña, la amenaza de que el monstruo de la Tercera Guerra Mundial saque las garras, cada día se vuelve más peligrosa. Pero más allá de la muerte y destrucción, que una guerra representa, en caso de ocurrir, México podría verse beneficiado. Tal y como ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial, de la cual, los gringos fueron los vencedores.

La incursión de los gringos en la Segunda Guerra Mundial impulsó el desarrollo económico de México como nunca antes. Se promovió la modernización y nacimiento de nuevas industrias y tecnologías. Comenzamos a producir lo que antes no fabricábamos. El gobierno adoptó el modelo de sustitución de importaciones; se incrementaron las divisas, se atrajeron inversiones extranjeras y crecieron la industria y la agricultura. Y por supuesto, se hizo más estrecha la relación diplomática entre mexicanos y gringos. Una relación que hoy atraviesa por uno de sus peores momentos.

Socios y aliados

Y es que una cosa es amenazar a México, en tiempos de paz, con aranceles y deportaciones masivas de migrantes y, otra muy distinta, es amenazarlo en tiempos de guerra. Les guste o no, en caso de un conflicto como el que parece avecinarse, los gringos verían reducido su margen de maniobra para exigir condiciones y someter a los mexicanos. Entonces sí, los gringos se andarían como seditas. Y es que si se diera el caso de que Washington decidiera enviar tropas al frente de guerra, alguien tendría que producir y proveer de todos los insumos y materiales que requieran los ejércitos. También podría ocurrir que Estados Unidos sólo envíe armamento para apoyar Ucrania, como se ha hecho hasta ahora. En cualquier caso, los gringos necesitarían del respaldo político y moral de sus socios y aliados. Todo ello pondría a la presidenta Sheinbaum en una posición ventajosa para negociar cualquier tema con Donald Trump. Muy distinto a como son las cosas hoy. La fortuna se pondría de lado del gobierno mexicano en un momento crucial, pues como es bien sabido, en 2026 se dará una revisión del T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá). Una revisión que, dadas las bravatas de Trump y las mustias amenazas del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, podría ocasionar que México fuera excluido de dicho tratado.

El lado oscuro

Si bien es cierto que México podría beneficiarse a partir de la intervención de los gringos en una guerra mundial, no es menos cierto que también habría que lidiar con muchas dificultades. Como la relación del gobierno mexicano con el gobierno ruso. El rompimiento entre los dos países tendría que darse de manera inevitable. No se puede estar con Dios y con el diablo al mismo tiempo. Los gringos muy pronto presionarían al gobierno mexicano, ante el temor de que terroristas rusos o, de cualquier otro país, penetraran a su territorio por la frontera con México. Pero la alarma no sólo se centraría en la frontera norte, sino también la frontera de México con Guatemala, que es por donde entran las caravanas de migrantes provenientes de Sudamérica.

Pero ese no sería el problema más gordo. Hay otro que podría poner a temblar a cualquier gobierno. ¿Qué pasaría si los rusos o, sus aliados, decidieran lanzar ataques contra ciudades estadounidenses? ¿México estaría incluido en el paquete? Quizá en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, atacar a Estados Unidos, desde Europa o Asia, no era tan fácil. Pero en la actualidad las cosas pintan muy distinto. Hoy Rusia cuenta entre su arsenal con variedad de misiles intercontinentales con capacidad nuclear, que podrían llegar a Estados Unidos (y a México) en cuestión de minutos. Tal y como se temió durante los años de la Guerra Fría. ¿Estaríamos preparados para enfrentar algo así? ¡Cómo! Si ni siquiera hemos podido apaciguar la guerra que tenemos en Sinaloa.

¿De qué lado estamos?

La gran pregunta es de qué lado estaría el gobierno mexicano en caso de que los gringos decidieran a intervenir abiertamente en una guerra como la que se está fraguando del otro lado del mundo. Esa cantaleta de que México es neutral y de que somos amigos de todos, no podría sostenerse mucho más. Estamos con los gringos o estamos contra ellos. Esa sería una disyuntiva que alguien como Trump le plantearía a la presidenta Sheibaum de inmediato. En ese momento la narrativa neosocialista de la presidenta y su “tremenda corte”, tendrían que moderarse. Cómo olvidar el Desfile conmemorativo de la Independencia, celebrado el pasado 16 de septiembre, en el que una representación del ejército ruso desfiló muy marcial al lado de Ejército mexicano, a invitación expresa del aún presidente López Obrador. Otra de sus puntadas.

Asimismo los guiños y las ayudas a Cuba y Venezuela, por parte del gobierno mexicano, tendrían que reservarse para mejores tiempos. Y con los chinos, los rivales políticos y comerciales de los gringos, no tendríamos otro remedio que aplicarles la mexicanísima “ley del hielo”. Como están las cosas, en algún momento no faltará algún reportero malora, que le pregunte a la presidenta Sheinbaum de qué lado estaría México si hubiera una Tercera Guerra Mundial. ¿Con los gringos o con los rusos? Un presidente, del corte de Sheinbaum, muy probablemente se sacaría de la manga que México no está de un lado ni del otro, sino del lado de la paz. Un presidente frío y realista, tal vez sólo respondería que México siempre estará con sus socios. ¿Será?