El gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación no es, por supuesto, directamente responsable de las numerosas injusticias que padecen las mujeres mexicanas y de los poderosos obstáculos que todavía enfrentan para ejercer a plenitud sus derechos humanos y ciudadanos.
La falta de oportunidades para las mujeres mexicanas no es de ahora, sino que es un problema histórico. Pero lo que ha quedado demostrado, es que la agenda de género no es una prioridad del presidente de la república Andrés Manuel López Obrador.
Si bien es cierto que hay mujeres encumbradas en el gabinete presidencial, la 4T ha desaparecido muchos de los programas de apoyo a las niñas, adolescentes y mujeres, y los que se han mantenido en operación han sufrido recortes drásticos en sus presupuestos.
Entre los programas que ya no contaron con recursos federales, destacan las estancias infantiles, apoyo al empleo y a la mujer emprendedora, inclusión y equidad educativa, y promoción del respeto a los derechos humanos y atención a víctimas del delito, y apoyo para el mejoramiento de la producción y la productividad indígena.
Pero además, López Obrador y su gobierno no han contado con una estrategia adecuada para enfrentar con determinación el grave problema de la violencia en contra de las mujeres, que ha alcanzado niveles realmente alarmantes.
La manifestación más extrema y condenable de esa violencia de género son las violaciones y los feminicidios. En México, el 2020 fueron asesinadas 940 mujeres y desafortunadamente el 97% de los feminicidios queda impune.
Agraviadas e inconformes por la creciente violencia intrafamiliar, el acoso, las violaciones y los feminicidios, las mujeres mexicanas han levantado la voz y han salido a las calles para demandar seguridad y respeto a su dignidad y derechos.
La respuesta del gobierno federal ha sido muy lamentable. Ante la movilización y los reclamos indignados de las mujeres mexicanas, el presidente de la república ha respondido con indiferencia, desdén e intolerancia.
Fiel a su vocación de control absoluto, a su proclividad a victimizarse y descalificar cualquier expresión pública que no es auspiciada desde palacio nacional, Andrés Manuel López Obrador ha señalado que detrás de las mujeres movilizadas están sus adversarios, los “conservadores”, que quieren empañar y desestabilizar su gobierno y desbarrancar el proyecto redentor y salvífico de la Cuarta Transformación.
En la estrecha e intolerante visión del presidente, ningún movimiento es auténtico o legítimo, salvo MORENA y sus “siervos de la nación”. A todos los demás grupos que se movilizan para exigir determinadas demandas, les animan, según López Obrador, propósitos malsanos.
La muestra más oprobiosa de esta postura, lo representó sin duda el muro levantado para proteger el palacio nacional, lo que fue una provocación del gobierno federal, que acentuó el coraje y la indignación de las mujeres.
Este muro de vallas metálicas quedó para la historia, como símbolo de la intolerancia y la ignominia, que desnudó a la 4T y su gobierno cerrado, amurallado, refractario a toda crítica, renuente al diálogo, incapaz de asumir el disenso y las voces diversas de un México democrático y pluralista.
El gobierno federal, se resiste a retomar la agenda de género y no quiere reconocer ni encarar la gravedad del problema de la violencia contra las mujeres. En lugar de abrir el diálogo, se empeña en denostar y descalificar la movilización, presentando a las mujeres como “terroristas” y “feminazis”, manipuladas por los “conservadores”.
Uno de los episodios más críticos en este desencuentro ha sido el caso Félix Salgado Macedonio. Mientras las mujeres le han solicitado al presidente de la república que rompa el pacto patriarcal y machista, López Obrador ha defendido férreamente la candidatura de este polémico personaje, sobre el que pesan varias acusaciones de violación.
Al parecer, la gubernatura de Guerrero bien vale una misa. En la búsqueda de un objetivo político y electoral, han quedado tirados y en el olvido los valores y los compromisos como con las mujeres.
Hoy tenemos perfectamente claro que MORENA y el presidente Andrés Manuel López Obrador no son feministas, ni siquiera de ocasión. Las legítimas y justas demandas de las mujeres mexicanas, no están en las prioridades de la Cuarta Transformación.