No hay vuelta de hoja, la carta de Ismael Zambada García, todavía sigue cobrando sus efectos en la política de Sinaloa, sobre todo por el tema escabroso de que el líder del Partido Sinaloense, Héctor Melesio Cuen Ojeda, conflictuado con el gobernador Rubén Rocha Moya, fue asesinado ese mismo día, y ahora con las primeras indagaciones de la Fiscalía General de la República, al menos se confirma que la Fiscalía local, hizo un desaseo de la investigación que “llevan a pensar mal”.
Lo cierto es que Sara Bruna Quiñónez ya tenía los días contados al frente de la Fiscalía General del Estado, desde hace meses quería retirarse ya, atrapada en la lucha de poder en el estado y sus dolencias físicas. Se había dicho en las filas de la Policía de Investigación que se marcharía una vez que entrara la nueva Legislatura al Congreso.
Pero la carta del Mayo, y lo ya revelado por la FGR, apresuró todo, y ahora se ve como la primera víctima de esta trama sórdida. Aunque la Fiscalía federal no lo dijo, la gravedad del comunicado del jueves por la tarde es que se entiende que la Fiscalía sinaloense pudo incurrir o prestarse a un montaje para simular que el crimen de Cuen fue por un intento de robo de la camioneta.
Ni el video dado a conocer por ella misma nadie lo creyó. Nunca hubo tal robo y a estas alturas echarle la culpa al testigo, como si en Sinaloa y en México los testigos no fueran amenazados de muerte, suena más bien a que todo se concertó para encubrir la realidad de quién mató a Cuen, por qué y por qué motivos.
La renuncia de Sara Bruna puede ser apenas el comienzo de más cabezas cortadas, el presidente López Obrador no se ve muy feliz con el tema de Zambada, con lo que pueda revelar en las cortes americanas y menos que en su cierre de sexenio, que pensaba impecable, se esté enredado en una narrativa que ya parecía dejada atrás en la campaña.
¿Este es el cierre de sexenio con el que buscaba coronar su obra de arte de haber operado su sucesión, a 45 días de ponerle la banda presidencial a Claudia Sheinbaum?
