A más de un mes de permanecer intacto, a Navolato, territorio que dominó por años el extinto capo Amado Carrillo Fuentes, se extendió el efecto de la disputa entre dos facciones del crimen organizado e interrumpió la aparente calma al atacar una patrulla de la policía preventiva. En ese estruendo de las balas que eliminó a dos agentes, se incendiaron desmanes en serie que trastocaron la paz en algunos pueblos de Angostura, Salvador Alvarado y Mocorito.
El conflicto que por semanas se concentró en la capital del estado y otras partes del centro, como Costa Rica y Eldorado, empezó a descomponerse mucho más.
¿Entre los habitantes del que enumeraron como municipio número 18, se creyeron a salvos del clima violento que se registra? No. Para nada.
Más la agresión a una parte del estado de fuerza de la corporación municipal, les hizo revivir escenarios de aquella guerra que durante el gobierno del panista Felipe Calderón Hinojosa, les dejó miedo, balaceras, destrucción y muertes.
Y les obsequió como herencia, que quedaran parte de colonias populares y rancherías “fantasmas”. Así como sobresaltos que todavía sufren algunos al momento de irse a dormir.
Nadie olvida aquella noche escalofriante en que convoyes interminables de hombres armados “hasta los dientes”, invadieron el centro de la ciudad navolatense y ciertos ranchos en noviembre del 2015. Hubo ejecuciones, “levantones” y disparos contra personas e irrupción en ciertas casas.
Las sacaban por la fuerza y las desaparecieron.
Desde el 2008 en que el gabinete federal de seguridad sesionó en Palacio de Gobierno durante el periodo del priista Jesús Aguilar Padilla, con el secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro Luna, se desató la batalla contra el narcotráfico y las calles fueron escenario de enfrentamientos y asesinatos por decenas.
Actualmente, los pobladores temen que se repita lo que, aún sin tener nada que ver, sufrieron como víctimas colaterales.
La ofensiva contra los efectivos policiales, se realizó en la entrada a poco más de un kilómetro de la frontera entre tierra culiacanense y navolatense. Y a la otra punta, sucedió el homicidio de dos varones y una dama, en el poblado de San Blas.
La gente, por lo que observa, lo que escucha y lo que recibe en las redes sociales, que tienen una activa difusión de lo que se verifica, expresa que en esa riña hay toda una estrategia.
Desde bloquear con carros que se despojaron e incendiaron lugares como Chinitos y Campo Plata en Angostura y como ampliar hasta Guamúchil y Guasave, los eventos que los llenan de temor, es como instalar el problema en toda la entidad.
Al sur también pasaron hechos similares, que obligan a los ciudadanos a cambiar su estilo de vida, como el estar pendientes de las noticias que corren en los medios formales y en los informales.
E igualmente a estar en la zozobra por considerarse altamente vulnerables.
Lo que sigue, sería el robo a comercios, a transeúntes y viviendas. Porque el cierre de establecimientos como los de venta de alimentos en Altata, ya comenzó.
A pesar de los llamados de las autoridades para recuperar la normalidad, tomar los espacios que se le arrebataron y abandonar los refugios familiares en los que el encierro es más seguro, temporalmente.