Antes de rendir su último y sexto Informe de Gobierno como presidente del país, en el que dijo que se jubila tranquilo y contento, Andrés Manuel López Obrador aludió en su penúltima visita a Sinaloa, que en el caso del trágico 25 de julio, no se permitirá la impunidad como antes que “se encubrían unos a otros”. Tal vez, se enmarcó ello en los malos augurios que se ciernen sobre Sara Bruna Quiñónez, que nunca imaginó en vivir en carne propia lo que hizo a otros.
Particularmente, desde que arribó al mando de la Fiscalía General del Estado y se creyó el calificativo de la “ex jueza de hierro” que provino más de motivaciones políticas que de acatar los lineamientos de lo que dictan las leyes en los procesos jurídicos o procedimentales en los años en que desempeñó como juzgadora local.
Su primera caída fue de la silla en la que la forzaron a soltar las riendas.
En tanto, personal de la Fiscalía General de la República, que realiza investigaciones en la finca Huertos del Pedregal en la capital del estado y revisa paso a paso el lugar, no tarda en informar del hallazgo de nuevos elementos que obligarán a llamar a la dama a sentarse en el banquillo de los acusados.
Le endilgan el montaje de tantas inconsistencias que hallaron en la carpeta de investigación y otra serie de documentos ministeriales, que le calificaron como visibles inconsistencias que le pueden por acción u omisión configurar delitos en su contra.
“A toro pasado”, algunos de sus cercanos lamentan que no debió aceptar el encargo en un despacho que es totalmente diferente a lo que se maneja entre los jueces y magistrados del Supremo Tribunal de Justicia del Estado.
La ex procuraduría fue y es otra cosa como Fiscalía. En ocasiones no se dimensiona la realidad de lo que se debe enfrentar.
Ese día que los representantes de los medios de comunicación abordaron al Ejecutivo Federal –el 22 de agosto- lo hicieron en referencia a lo que podría pasar con la dama.
Y entre otros conceptos advirtió que no habría impunidad para alguna persona, como en otros gobiernos que se “tapaban las complicidades”.
Probablemente la abogada se acercó al terreno en que nadie podrá ayudarla. Una de las últimas versiones de la FGR es que llamaría a comparecer a todos los que considera, se involucraron en los acontecimientos fatídicos de esa fecha. En la que secuestraron, trasladaron para arrestar o entregar a Ismael Zambada García “El Mayo” y en cuyo escenario se afirma que privaron de la vida a Héctor Melesio Cuén Ojeda.
En su lugar preferido, el informe de despedida de Amlo.
El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en lo que fue su Informe de Gobierno que selló su carrera presidencial y su administración en los términos de debut y despedida, muy a su estilo llenó el Zócalo de la Ciudad de México, escenario en el que escogió como campo de batalla para las luchas que protagonizó después de los resultados electorales en los que se afirma le robaron las elecciones.
El gobernador Rubén Rocha Moya encabezó una comitiva.
Allí estuvieron sinaloenses que en su mayoría forman parte de los congresos, gobiernos estatal y municipales de corte morenista y aunque se verificó un acarreo de mediano a grande, también hubo asistentes que por su propio pie y recursos económicos se movilizaron hasta la plancha.
Obviamente que fue un acontecimiento diferente. Al tabasqueño le queda dar el Grito de Independencia de su fin de mandato.
Como en la mayoría de los casos, se tuvieron protestas sociales de organizaciones civiles que piden se les cumplan sus demandas y por opositores al sistema.
Imelda Castro suma puntos a sus aspiraciones.
El nombramiento de la morenista Imelda Castro como vicepresidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores, le abona puntos a sus antiguos deseos de lograr la candidatura al Gobierno de Sinaloa que se disputará para el 2027 y que desde el dos de junio pasado en cuanto culminó el proceso electoral en las urnas, arrancó entre diversos aspirantes en lo local.
A su lado, uno de los que corre paralelamente es el ex secretario general del Gobierno del Estado e igualmente integrante del Senado, Enrique Inzunza Cázarez y constituye a su vez su más acérrimo adversario.
Entre una que otra dama y caballero que se les suman a las aspiraciones, pero que no causan tanto revuelo como el ánimo que traen los dos primeros, que asumen que son los que están por delante.