El Coro de Ópera de Sinaloa se presenta con el famoso “Réquiem” de Mozart, este miércoles 29 en la Parroquia de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos y este jueves 30 en la Parroquia Cristo Rey de esta capital, en dos funciones gratuitas desde las 19:00 horas, bajo la dirección artística del maestro Marco A. Rodríguez y acompañamiento al piano de Zlatina Valkova.
El Coro de Ópera de Sinaloa fue integrado en 2001 y hoy consta de 42 voces, distribuidas en 18 sopranos, 10 mezzosopranos, 8 tenores y 6 bajos / barítonos, y ha participado en conciertos individuales con grandes joyas corales, clásicas y modernas, y en numerosas producciones con la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes.
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La “Misa de Réquiem en Re menor K. 626” fue la última obra que Wolfgang Amadeus Mozart compuso y, es una de las más importantes de todo su catálogo, no solo por su calidad musical, sino también por la leyenda que a ella va asociada.
Las características musicales de este Réquiem reflejan muy bien el estilo compositivo de la última época de Mozart, y su composición está rodeada de misterio.
El réquiem fue encargado a Mozart por un desconocido enviado por el conde Walsegg. Este conde era un músico aficionado que deseaba que el compositor escribiese una misa de difuntos para el funeral de su esposa.
El hecho de no presentarse él mismo y enviar en su lugar a un desconocido, que vestía completamente de negro para permanecer en el anonimato, responde a su verdadera intención, que no era otra que apropiarse de la composición y hacerla pasar como propia.
Mozart se encontraba en un momento muy complicado: su salud decaía y se encontraba muy abatido desde la muerte de su padre y, a consecuencia de esto, casi obsesionado con su propia muerte, por lo que todo lo que rodeaba a este encargo secreto llegó incluso a atemorizarle… o eso dice, al menos, la leyenda.
Lo que sí es cierto es que el conde no pudo finalmente cumplir su cometido, ya que la enfermedad de Mozart se encontraba en un estado muy avanzado y al joven compositor le sobrevino la muerte antes de ver terminada su gran obra. Solo llegó a componer los primeros compases del Lacrimosa, y fue su discípulo Süssmayr quien completó la instrumentación (según las indicaciones de la partitura de Mozart) y las partes que faltaban.
Sea como fuere, el Réquiem constituye, sin lugar a dudas, el culmen de su talento artístico y el dominio de su oficio como compositor, y lo erige como uno de los músicos más importantes de todos los tiempos.
A los asistentes al evento se agradecerá una aportación voluntaria a beneficio de las necesidades del Coro.