Culiacán, Sin. Espléndido homenaje se brindó a la poeta culiacanense Rosa María Peraza, en su quinto aniversario luctuoso, con la apertura de la exposición gráfica y documental de su vida y obra en la Galería de Arte de la biblioteca del Instituto Municipal de Cultura Culiacán que lleva su nombre, ubicada en el interior del Centro Cívico Constitución.

Un evento intimista que fue posible gracias a la confluencia de sueños alrededor de la enorme figura de Rosa María, que desde un inicio logró conjuntar a todo un equipo de personas encabezadas por el Instituto de Cultura, entre ellas, sus hijos, amigos y compañeros, para reunir toda la información, todos los materiales. Y que la noche de la inauguración reunió a un numeroso grupo de amistades de diversos ámbitos, que la quieren y la admiran más allá de la distancia física.

LECTURA DE POEMAS

Minerva Solano Moreno, directora del IMCC y anfitriona del evento, dio la bienvenida y presentó a las cuatro talentosas mujeres, Claudia Apodaca, Martha Salazar, Alicia Montaño y Luiza Millán, a través de cuyas voces los poemas, las palabras, las imágenes creadas por Rosa María en sus textos poéticos, viajaron en el éter para depositarse en los corazones de los presentes, mezcladas con un hermoso texto que su amiga Rosy Paláu escribió para ella: “A veces me descubro tomando el teléfono, queriéndola llamar: Rose Marie, pon café que allá voy”.

Leyeron “Lo mío”, “Llanto rojo”, “Rumor de llantos”, “Poemas eroicos”, “Las palabras”, “Destierro de lo blanco”, “El mismo camino”.

Compartimos dos fragmentos. Uno del poema “Las palabras”: Ahí están ellas, amadísimas, terribles, dulces, odiosas, frías, crueles y magnificas.

Siempre, siempre, siempre, las palabras.”

Y de “El mismo camino”: “Es preciso espantar los fantasmas / y a través de las trampas de la duda / limpiar el terreno, / borrar las huellas de la maldad / para mirarme al fin / en el mismo camino.”

CONVERSATORIO

Ulises Cisneros, uno de sus más entrañables amigos, cómplice de aventuras y de sueños, fue el moderador del Conversatorio sobre Rosa María, a quien algunos de sus más cercanos o conocidos llamaban de diferentes formas: La pera que se asa (Óscar Liera), El rosal enfermo (Miguel Tamayo), La Peraza (UAS), La Diva o La Madre (en DIFOCUR).

Participaron: Ronaldo González Valdés, Rodolfo “Fito” Arriaga, Rosy Paláu, Frank Meza, Juan Esmerio Navarro, Juan Ramón Manjarrez, Jesús Ramón Ibarra y Alicia Montaño.

Para Ronaldo González, hay un adjetivo que la describe por completo: polifacética. Rosa María, dijo, puentea entre varias generaciones, entre la de Alba de Acosta, Jorge Hernández Tyler, Roberto Hernández, Miguel Tamayo, la de Fito Arriaga, Élmer Mendoza, Claudia Apodaca, Jesús Ramón Ibarra y otra más, la de los poetas del 79. Comentó que le tocó abrir brechas, desbrozar caminos para que otras generaciones transitaran.

Fito Arriaga la conoció de manera inesperada. No fue en el teatro, sino cuando él hacía su servicio social como estudiante de Leyes. El siguiente acercamiento fue cuando el actor-director fue invitado por Liera a leer el poema “Las palabras” de la Peraza en un evento frente al Edificio Central de la UAS.

Recuerda también que ella estaba al frente del Departamento de Literatura de la Universidad y gracias a sus relaciones trajo a figuras como Elías Nandino y José Emilio Pacheco para que dieran conferencias. Al teatro irrumpe con la obra “El Gordo” de Óscar Liera, ahí demostró la extraordinaria vis cómica que poseía. Tenía “un temperamento”, dice, y tuvieron varias confrontaciones en su trabajo teatral, que jamás demeritaron la amistad.

Mis recuerdos son simples, pero profundos, expresó Rosy Paláu en su intervención. Le escribió unos poemas: “Están escritos con el corazón, con el recuerdo de esa gran amiga que con el tiempo se vuelve más profundo”. La recuerda con el anillo de piedra muy grande que compró alguna vez, de color violeta, que tanto le gustaba; con la planta que tenía a la entrada de su casa, con los retratos, con el San Miguel. También “con las frases ingeniosas, únicas, con las que podía dejar ardiendo un silencio”. La recuerda con el tiempo de su vida, el que se quedó prendido en las cosas, el de los recuerdos, concluyó emocionada.

Por su parte, el más joven del Conversatorio, Frank Meza, compartió su admiración por la poeta: fue tremendamente generosa y le caímos muy bien los de esta generación (Poetas de 1979), nos decía que nuestras propuestas poéticas le agradaban. Meza refiere que como escritora se dimensiona a través de toda su obra, leyendo sus obras completas se ve su evolución. Y destaca la madurez poética de sus dos últimos libros, donde se observa su compromiso con la poesía y su lugar como la poeta más importante de la segunda mitad del siglo XX.

Era una apasionada de Lorca, señaló Juan Esmerio, encargaba todos los libros que iban saliendo en España y en Latinoamérica. A Rosa María, dijo, la lastimó el cierre de la biblioteca Gilberto Owen, el que algunos compañeros hablaran mal de su trabajo, también le calaba haber dejado de actuar. “Fue una alegría encontrarla en mi camino, un ser muy generoso, ser recibido en su casa, era un gusto tomar una cerveza con ella, un vino tinto. Tenemos Rosa María alojada en la memoria para rato”.

Juan Ramón Manjarrez recupera la parte de los consejos y recomendaciones a los escritores jóvenes para que fueran tomados en cuenta en publicaciones. Después, cuando él fue director de DIFOCUR, su entrega como directora de bibliotecas del estado, su incorporación decidida a las actividades desgastantes y agotadoras de los Encuentros de Cultura Regional con talleres, lecturas de poemas o espectáculos. “No fue solo mi colaboradora, fue mi amiga”.

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Es impresionante la cantidad de gente que conocía Rosa María, evoca Jesús Ramón Ibarra, mejor conocido como “El Poeta”. Entre sus cualidades, destaca su gran conocimiento de cultural y de política de protocolos políticos, además era excelente cocinera y sabía mucho de ropa (“sabía vestirse muy bien”).

Fue muy doloroso cuando me enteré de su muerte. Tengo la idea de que fue un día frío y desde entonces cada vez más frío”. Agradeció a Rosa María por los libros que editó en la UAS, por los eventos que promovió “y por la oportunidad de que estemos todos reunidos aquíJuan Esmerio

No hay tema que Rosa María no haya tocado en sus poemas, comentó Alicia Montaño: el amor en todas sus formas. Hizo reír a la concurrencia cuando refirió la manera como aquella criticaba a las personas que no sabían comportarse correctamente: “Esta es una rústica, rural y agropecuaria”.

Entre el caudal de recuerdos que tiene de la poeta, cuenta que luego de un viaje a San Luis Potosí, invitadas ella, Rosa y Vicky Vega por don Miguel Tamayo a ver la Procesión del Silencio, decidieron hacerlo en San Ignacio.

Rosa María hablaba con la gente cuadra por cuadra, en el mercado, en la tienda, sobre la Virgen, el pésame a la muerte de su hijo, el silencio que se debía guardar en la procesión: “Parecía que hablaba una Santa, en una forma poética, desde el corazón”.

Finalmente, luego de los poemas y el conversatorio, los hijos de Rosa María, Jossy y Pavel, se encargaron de inaugurar la maravillosa exposición fotográfica y documental, felices, emocionados, agradecidos por el cariño para su madre, la Diva, La Peraza, la gran Rosa María Peraza: Pasión y Figura.

VISITA LA EXPOSICIÓN

La exposición permanecerá abierta al público hasta el mes de marzo, en horario de 9:00 a 19:00 horas de lunes a sábado y los domingos de 9:00 a 18:00 horas, en la Galería de la biblioteca Rosa María Peraza, al interior del Centro Cívico Constitución, el acceso es gratuito.

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