Culiacán, sin.- A decir de él mismo, pero llegando a la exageración, se ha definido como un Inmortal en esta vida terrenal y no es para menos, pues el haberse salvado de cuatro diferentes percances --todos ellos de alto riesgo-- y todavía vivir para compartirlo, resulta una historia interesante desde cualquier ángulo que se le vea.
Lo mismo se salvó de una ocasión en que cayó de manera aparatosa a un canal (sin agua) sufriendo un severo desmayo, recuperarse de un coma de cuatro días luego de un accidente automovilístico del que no lo daban por vivo, de un atentado a balazos (tres) y de un infarto que trajo por consiguiente recibir una cirugía a corazón abierto.
Esos cuatro ciclos de vida, por así citarlos, han marcado el camino de David de la O Leal (de 58 años de edad), quien ha estado inmerso en el deporte desde sus tiempos de estudiante de primaria en Costa Rica y que, seguramente, ello le ha permitido enfrentar con vehemencia esas pruebas que el de ‘arriba’ le he enviado bajo características diferentes.
Pero nada de ello ha sido impedimento para que baje la guardia en aras de mantenerse activo en el deporte considerándolo de paso como un buen antídoto para contrarrestar precisamente todas esas adversidades.
La primera le sucedió allá en 1974 cuando él y un grupo de jóvenes –en su natal Costa Rica—se ganaban sus pesos lanzando cuetes para espantar a los animales que se comían el maíz.
Recuerda que ellos se trasladaban en sus respectivas bicicletas y que en una de tantas ocasiones rebasó a sus compañeros, perdió el control, fue a dar al canal golpeándose la cabeza, perdió el conocimiento por minutos, una pierna destrozada y por esas razones ya no pudo continuar en la escolta de la escuela como un acto cívico que tenía muy bien definido a cumplir.
Eso me dejó una enseñanza, no andar en esas andanzas.
David de la O Leal.
La vida de él continuó, emigró a esta ciudad, se mantuvo firme en sus estudios, ingresó a trabajar a la Universidad Autónoma de Sinaloa, pero el deporte del futbol, beisbol y ahora el softbol, ya eran parte esencial de su formación como ser humano.
En 1987 para su mala fortuna sufre un accidente automovilístico y a decir de los primeros que observaron las condiciones en que quedó su auto, lo o los daban por muertos a los que estaban dentro del mismo. La unidad estaba destrozada totalmente.
David de la O fue trasladado a un hospital donde duró cuatro días en estado de coma y según el diagnóstico médico tenía conmoción cerebral.
En este caso fue una cuestión de cosas más personales. Ahí yo creo que el factor también puede denominarse como el alcohol, las trasnochadas, las malas amistades, los malos consejos, creo que a uno lo han llevado por caminos no muy agradables y de una manera uno va aprendiendo, sin embargo no va aprendiendo tanto hasta que la vida continúa.
De la O, no cabe duda, tiene marcas de todo en esta vida, antes del grave percance en mención, el deporte le dejó una huella imborrable, jugando la posición de jardinero central (softbol) y en aras de hacer bien su trabajo a la defensiva, se lanzó sobre la esférica, cayó mal al terreno y el resultado fue una fractura de clavícula que lo dejó buen tiempo fuera de circulación.
Durante 2009, cuando cumplía funciones académicas de Director de la Facultad de Contaduría y Administración en la UAS (período 2007-2010), sufrió un atentado a balazos, tres tiros que para su fortuna, por una serie de maniobras que hubo de realizar dentro del auto porque intuía en ataque al ver el desplazamiento de una persona sospechosa, logro salvarse.
Lamentablemente mi atentado a balazos, ya ahí fue algo secundario que no fue el resultado de un hábito que yo haya hecho mal. Al contrario, fue por el exceso de confianza, de haber confiado en alguien de mi familia, a quien le di todo lo que realmente tenía y él, en compañía de alguien obviamente, urdieron un asesinato para evadir una responsabilidad financiera que tenían conmigo.
El 4 de octubre de 2016 marcó de nuevo su vida y el aviso más importante le llegó en plena actividad física, pues estaba lanzando en el marco de un juego que se celebrada en el campo de softbol ubicado en el Club Campestre Villa Universidad cuando se desvaneció sufriendo un infarto.
Para fortuna de él ahí estaban presentes médicos que lo prestaron los primeros auxilios y lo más inmediato que se pudo fue trasladado a una clínica particular donde y lo esperaban especialistas para atenderlo.
Fue tan rápido el movimiento realizado, que prácticamente en ese momento le estaban salvando la vida.
El último percance, que fue el infarto, pues ahí la vida sí me avisó. Me avisó en la mañana que me sentía mal, pero tenía un compromiso de juego a la una de la tarde y ahí sí, primero muerto que dejar de asistir a un juego porque si a uno lo caracteriza mucho, es la pasión cuando se entrega algo y a un deporte que lo tenemos prácticamente tatuado en nuestra vida, como es el softbol.
Y luego asienta: “Yo siempre he sido muy cumplido, muy disciplinado, intento fallar lo menos posible.
Esa vez terminó el evento donde estaba trabajando, fui a casa, me tomé una pastilla y me acosté un rato y enseguida me fui al juego. Se me hizo muy fácil y sí, efectivamente, tiré las primeras tres entradas, en la cuarta me levanté y ya no pude más. No sentí cuando caí, no sé, el caso es que de repente yo me sentí que estaba flotando y vi un intenso verde, no sé si era el pasto, no sé, pero sentí una placidez, un color verde muy bonito, muy luminoso y de repente me caí”.
David de la O destacó que él sí puede hablar de lo que es la cercanía a la muerte, que se siente un estado de placidez finalmente, pero que por supuesto, no es recomendable.
“Cuando se tiene la oportunidad de regresar de ese momento, uno puede contarlo con mucho orgullo, pero también con mucha tranquilidad pensando que al final cuando uno se va siente eso”, afirmó.
La cirugía que recibió duró aproximadamente 14 horas, fue totalmente a corazón abierto, le pusieron tres esteres, te quitan de la pierna (en este caso la izquierda) algunas arterias que se las sustituyeron por las que ya no le servían y que fueron las que detonaron que tuviera el infarto.
“Y cuando desperté estaba en esta vida todavía. Yo me acuerdo cuando iba a cirugía pensaba mucho en mi hija Victoria que es ese entonces tenía 9 años y yo la pedía a Dios que me dejara vivir porque mi niña todavía estaba muy chiquita”.
¿Después de este infarto, qué siguió, cuáles fueron los pasos que se vinieron dando para su recuperación?
--“En primer lugar tuve mucho apoyo de mi familia, de mis hijos; en segundo, con la gente que he construido mucha vida en el deporte, particularmente de la gente del softbol que me visitaban y fue una rehabilitación muy dolorosa y lenta.
Me discipliné, creo, más allá de las disposiciones médicas, estaba muy desesperado, no veía para cuando iba a recuperarme. Empecé poco a poco a caminar y a trotar”.
¿Llegó a pensar que jamás volvería a jugar?
--Tenía mucho miedo de no volver a ser yo, particularmente de no hacer lo que uno prácticamente le ha dedicado toda su vida; estar activo en una cancha deportiva, jugando y sí pensé que a lo mejor el médico me iba a decir que ya no iba a poder jugar y eso me deprimió bastante, pero luché mucho contra esto, fue mucha mi búsqueda por encontrar quien me dijera sí vas a poder jugar y creo que también mentalmente me predispuse a eso y lo he ido logrando poco a poco.
Ahora David de la O Leal ya está de regreso a los escenarios de softbol, máxime ahí donde considera es su segunda casa, el Club Campestre Villa Universidad. Pero también donde sufrió ese duro percance que lo tuvo al borde del más allá y que ahora, en lugar de generarle un problema mental, lo revitaliza para llenarse de energía y emerger como el ave fénix y volar alto rumbo a la ‘victoria’.
FRASE
Me acuerdo cuando iba a cirugía pensaba mucho en mi hija Victoria que es ese entonces tenía 9 años y yo la pedía a Dios que me dejara vivir porque mi niña todavía estaba muy chiquita.
Cuatro diferentes accidentes ha superado David de la O Leal y se mantiene vigente como lanzador de softbol