(Quinta parte)
Al adentrarnos a lo que Tomateros de Culiacán empezó a hacer en su peregrinar por la Liga Mexicana del Pacífico y luego de haber solventado siete temporadas con más pena que gloria (un subcampeonato, lo más cercano), por fin todos aquellos esfuerzos de la directiva, jugadores, managers y aficionados, llegó la recompensa deseada:
El ansiado título en la edición 1977-78 y, lo más importante de ello, es que fue ante su afición (en el desaparecido estadio Gral. Ángel Flores) que por varios años estuvo esperando ese sagrado momento y que resultó una fiesta en grande, máxime por la forma tan sensacional y dramática en cómo se resolvió el cotejo.
Pero, primero veamos qué figuras presentó Tomateros de Culiacán para realizar una buena temporada y que esta pudiera redundar en la conquista de los máximos honores y de paso poder representar a México en la Serie del Caribe.
La noticia ‘Bomba’ en la LMP la dio el club de la ciudad capital del estado de Sinaloa, al traer nada menos que a Frank Robinson en una doble misión: manager y jugador, aunque en la primera fue reemplazado por Raúl Cano quien al final de cuentas fue el estratega de todos los honores.
Para esta ocasión fueron un total de 21 los cambios que hubieron de generarse y en verdad que si produjeron los resultados que se proyectaron desde el mismo momento en que se empezó a trabajar en la búsqueda del preciado galardón.
Aquel domingo 29 de enero de 1978 y ante un lleno de verdad impresionante, en el sexto juego de la serie final que además será recordado por su corto tiempo de duración de algo así escasas dos horas, Tomás Armas y Kevin Bruce Stanfield se trenzaron en un maravilloso duelo de pitcheo al grado que la justa se definió en el cierre de la novena entrada por la mínima diferencia de 1-0.
¿Cómo?
Gracias a su majestad: el jonrón.
Stanfield enfrentaba a Jesús Sommers, a quien lo tuvo contra la ‘pared’ en cuenta de 1-2, pero al siguiente envío ´Chucho´ hizo excelente contacto y puso a viajar la esférica por encima de la barda del sector izquierdo donde Andrés Mora (qepd) solamente se concretó a verla pasar, mientras que los aficionados que estaban al filo de la butaca se levantaron isofacto a festejar de manera ruidosa tan preciado campeonato.
De los que llegaron (regresaron) en esa edición fueron los receptores Porfirio Ruiz e Ike Hampton.
Dan Goodwin, Fred Tisdale, Frank Robinson, Clarence Jones, Floyd Rayford, Ron Farkas, Lauro Villalobos, Chris Ward, Rommel Canada, Tommie Smith, Mark Budaska, Bobby Tolan, Jerry White, César Díaz-Adán Muñoz (regresaban), César Moreno, Germán Raygoza, Lenny Bruce Strelitz y Luis Villanueva.
EL ANECDOTARIO DE GILBERTO LOPEZ CHAN
Siempre es importante conocer la opinión de personas que viven momentos tan sublimes como el que citamos en esta ocasión con motivo del título ganado por Tomateros de Culiacán.
En este caso solicitamos el punto de vista de Gilberto Javier López Chan, gran conocedor de la historia de los también Guindas y quien estuviera presente en el estadio “Gral. Ángel Flores” en aquella histórica coronación.
Tomateros de Culiacán, al inicio de dicha temporada levantó muchas expectativas con sus aficionados ya que el club, por conducto de su presidente Juan Manuel Ley López y de su gerente general Fernando Castaños Sr., contrataron como manejador a quien por años había sido estrella en Grandes Ligas.
El estadounidense Frank Robinson, que entre otros logros tenía anillos de Serie Mundial, varias veces seleccionado al Juego de Estrellas y muchos triunfos más.
López Chan
Citó que no obstante todo ello, al manager se le entregó un equipo tan completo que desde el inicio de temporada ya era considerado como favorito para obtener el título y en el cual figuraban grandes estrellas que habían destacado en el mejor beisbol del mundo, que estaban destacando en esa época y otros que después se convirtieron en estrellas de la gran carpa.
En ese sentido mencionó a jugadores como Dan Goodwin, Fred Tisdale, el mismo Frank Robinson, Clarence Jones, Floyd Rayford, Ron Farkas, Curtis Moore, Chris Ward, Tommie Smith, Mark Budaska, Bobby Tolan, Jerry White, Lenny Bruce Strelitz, además de los mexicanos Isidro Monge, Horacio Piña, Vicente Romo y otros más nacionales que ya estaban establecidos en el beisbol invernal.
Todos los ingredientes estaban puestos para que brindaran las satisfacciones que los aficionados estaban ansiosos de presenciar, pero que pasó?
Frank Robinson nunca hizo química con el plantel, tan así que él dirigía desde un lado de una torre de alumbrado de las que estaban dentro del terreno de juego y sentado en un balde de plástico de esos en los que venden la cerveza en el estadio.
De ahí no se movía, era un simple espectador del juego, ni siquiera sabía lo que pasaba en el dogout, dando como resultado un rotundo fracaso, ya que tenía al equipo en los últimos lugares y sin siquiera dar señales de alguna recuperación, siendo despedido por el club a un mes de haber tomado el timón, eso sí, con sus 10 mil dólares por sus servicios y su boleto de regreso a los Estados Unidos”
Luego de esa decisión, refirió nuestro entrevistado que de inmediato, el club le dio el timón al aquel entonces manager novato Raúl Cano y quien con su estilo propio muy diferente a su antecesor, empezó a ganar juegos y a escalar peldaños que al final, culminó con el campeonato en aquel juego histórico con el jonrón de Jesús Sommers sobre los Cañeros de Los Mochis en el último domingo de enero de 1978.
Fue así como Culiacán se coronaba campeón del beisbol invernal mexicano, después vendrían los festejos, el desfile por las principales calles de la ciudad y días después partirían a otro compromiso obligado que era la Serie del Caribe que en ese año se celebraba en Mazatlán, Sinaloa del 4 al 9 de febrero de ese 1978.
“Como ha sido costumbre, desde que esta serie se creó, vinieron los refuerzos obligados, seleccionando la liga a Francisco Estrada y Willie Aikens de Obregón, Aurelio Rodríguez de Mochis, Mario Mendoza de Navojoa y George Brunet de Guasave. Con la llegada de estos refuerzos, perjudicó la buena armonía con el resto del plantel, teniendo como resultado un rotundo fracaso en la serie, terminando con un récord de 1 ganado y 5 perdidos en el último lugar de cuatro participantes, resultando campeones los Indios de Mayagüez de Puerto Rico”.
López Chan destacó que en esa época de Series del Caribe, los equipos de Puerto Rico, Dominicana y Venezuela, venían plagados de puras estrellas que ya brillaban en Grandes Ligas, dándose el lujo de que en cada line up estaba formado en su totalidad por jugadores ya establecidos en la gran carpa.
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