Iniciar una vida fit donde converjan el ejercicio, la buena alimentación y una buena rutina diaria suele ser la clave conocida para alcanzar la meta del cuerpo perfecto, pero también se suelen utilizar ciertas sustancias que sirven para alcanzar ciertas metas en menos tiempo.
El uso de anabólicos que ayuden a incrementar o disminuir la masa muscular es una práctica común y normalizada en el ámbito del ejercicio y el cuidado personal. Sin embargo, al realizarse sin control ni regulación constituye a un peligro para nuestra salud con riesgos que muchas personas desconocen.
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Rafael Avella y Juan Medellín, investigadores de la UDCA, mencionan que “se desconoce el impacto y la popularidad que muchas de estas sustancias tienen en la gente del común; quienes buscan una perfección física, desconociendo las alteraciones funcionales, fisiológicas o bioquímicas”.
Todo corresponde a la idea de alcanzar una meta del cuerpo ideal, que afecta a todas las personas por igual y por alguna u otra razón impulsan la idea de hacer uso de estas sustancias que no están reguladas de ninguna forma.
RIESGOS
Mientras que la dosis terapéutica ronda los 300 mg, las personas que lo utilizan para el desempeño deportivo y físico llegan a utilizar hasta 40 veces más esa cifra.
Según los expertos “Los esteroides anabolizantes lesionan de diversas maneras a los individuos que los utilizan. Dependiendo del órgano que se afecte”. Esto corresponde a daños hepáticos, cardiovasculares, reproductivos y psicológicos.
En los esteroides orales, la principal consecuencia es el daño al hígado que lleva a un daño crónico o cirrosis. También, entre los efectos del consumo prolongado de estas sustancias se encuentran la disfunción eréctil, caída del cabello, aparición de vello.
Entre los efectos psicológicos relacionados al consumo desmedido de anabólicos también se encuentran irritabilidad, agresividad, euforia y depresión.
Si bien, el consumo de los anabólicos ayuda a conseguir un resultado deseado a corto plazo, los perjuicios se consiguen a corto, mediano y largo plazo y debemos preguntarnos si vale la pena poner en riesgo nuestra salud para conseguir “buenos resultados” sin el esfuerzo meritorio.