El Herpesvirus simiae o Herpes virus B, es muy similar al Herpes tipo 1 y, como tal, este virus neurotrópico no se encuentra en la sangre, sino que este agente patógeno, es el virus Simplex que infecta a monos macacos.
Fue en el año de 1932 que se identificó el Herpes B, luego de que un médico originario de Canadá, William Brebnerm, fuera mordido por un mono macaco rhesus , quien aunque rápidamente logró curarse de la mordida, contrajo una enfermedad que resultó en una inflamación localizada, linfangitis, linfadenitis y, finalmente, mielitis transversa.
El virus B es el único herpesvirus de los monos del viejo mundo identificado que muestra una patogenicidad altamente peligrosa en los seres humanos. La última muerte conocida por el virus ocurrió en el año de 1997, cuando la investigadora Elizabeth Griffin recibió salpicaduras en el ojo en el Centro Nacional de Investigación de Primates de Yerkes.
Desde entonces, el equipo de protección personal adecuado es esencial cuando se trabaja con macacos, especialmente aquellos animales que han dado positivo por el virus.
Las mordeduras, los rasguños y la exposición a las membranas mucosas, incluido el ojo, deben limpiarse de inmediato luego de tener contacto con un macaco.
CASOS HISTÓRICOS
Desde la identificación del virus en 1932, se han documentado 50 casos de infección por el virus B humano, 21 de los cuales llevaron a la muerte. Al menos 20 de los pacientes desarrollaron algún grado de encefalitis.
Hoy en día no solo el Covid-19, es una amenaza, pues el pasado 19 de julio fueron confirmados dos nuevos casos de Herpes B, de los cuales por desgracia informó el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades reportó la muerte de un veterinario de 52 años en Beijing luego de que él tuviera contacto con un macaco infectado de Herpes B. El último caso confirmado de este patógeno fue en el año 2019.
TRATAMIENTO
Como tratamiento para el Herpes B se ha utilizado el aciclovir, el cual ha evitado la progresión de la enfermedad en algunos pacientes y puede salvarles la vida, aunque se cree que sólo es una décima parte de la eficacia contra este patógeno.
El tratamiento rápido es esencial para evitar el deterioro neurológico permanente. De hecho, ante una posible infección, deben enviarse muestras tanto del humano como, cuando sea posible, del macaco para realizar pruebas de diagnóstico del virus B.
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