La arquitectura es un arte que revolucionó la vida humana, en ella quedan registros de diferentes épocas y culturas; se pueden encontrar vestigios de guerras, invasiones, adoctrinamiento y más sucesos históricos.
El amor no es la excepción, también ha dejado huella en el paisaje arquitectónico, por ello te hablaremos de tres de las construcciones que están ligadas a grandes historias amorosas.
También puedes leer: Este Día de San Valentín consiente a tu pareja con una cena íntima
Taj Mahaj: la lágrima en la mejilla del tiempo
Uno de los monumentos más visitados de la India es el Taj Mahal, declarado en 1983 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El poeta y filósofo bengalí Rabindranath Tagore lo describió como “una lágrima suspendida en el tiempo” por la historia que hay detrás de su construcción.
Compuesto por 17 hectáreas en las cuales se encuentran jardines, una mezquita y el famoso mausoleo con la cúpula de piedra blanca, fue erigido en Agra de 1632 a 1653. Se le considera la joya de la arquitectura mogol, pues en él se encuentran elementos islámicos, persas, indios e incluso turcos.
Corría 1607 cuando el príncipe Khurram y la joven noble Arjumand se enamoraron al conocerse y quedaron comprometidos por sus familias; se casarían cinco años después, ya que los astrólogos no encontraban una mejor fecha para que la unión fuera fructífera. Desde el momento de su compromiso, el príncipe, que tuvo otras tres esposas, nombró a Arjumand el amor de su vida. Tuvieron 14 hijos y se convirtieron en dos almas inseparables, viajaron juntos, ella lo acompañaba incluso a sus viajes militares.
El matrimonio duró casi veinte años, pues en 1631 Arjumand murió al dar a luz a su hija Gauhara Begum en la meseta del Decán, fue sepultada a orillas del Río Tapti. Tras su muerte el príncipe se encerró por un largo periodo, tras regresar de su luto empezó la construcción de este mausoleo en dónde descansaría su compañera de vida. Pues al negarse a dejar el cuerpo donde se había enterrado originalmente lo mandó exhumar y se transportó en un féretro de oro.
Para la tumba de Arjumand, Khurram mandó a incrustar 28 piedras semipreciosas y diamantes en el mármol del que se haría. Actualmente, los restos del príncipe yacen junto a los de su esposa. El Taj Mahal que se ha convertido en visita obligada de los turistas lleva en sus fundamentos, además del amor, el trabajo de miles de artesanos y constructores.
Castillo Púbol: la promesa de Dalí
Elena Ivanovna Diakonova, conocida como Gala Dalí, es descrita en la mayoría de las biografías como una mujer misteriosa, de gran intuición, inteligente y con un gusto muy marcado por las artes. En 1929 ella y Salvador Dalí se conocen, desde ese momento el pintor la nombró su “Gradivia”, por la heroína de la novela de Wilhelm Jensen, Elena se convertiría así en su musa y poco tiempo después en su esposa.
En los años treinta, entre los distintos viajes que realizaron por varios países, él le prometió a su Gala que, en algún momento, le regalaría un castillo; promesa que cumplió en 1970 cuando adquirió este castillo medieval del siglo VI, ubicado en un rincón de la comarca del Bajo Ampurdán en Girona, para remodelarlo y dárselo como regalo a su amada.
Abunda la vegetación y las decoraciones que el mismo Dalí hizo para su esposa en este recinto medieval, también son famosas las pinturas que creó para que aunque él no estuviera con ella, eso fuera lo primero que viera al despertar en el castillo.
El Museo Soumaya: Una ofrenda al amor y al arte
Pero estas historias no son solo cosa de la antigüedad, en México tenemos el imponente Museo Soumaya, proyecto arquitectónico de 46 metros y con una fachada de hexágonos plateados que fue fundado para honrar la memoria de Soumaya Domit, esposa del empresario mexicano Carlos Slim.
Soumaya Domit era amante del arte, dedico gran parte de su vida a coleccionar piezas invaluables, las cuales se encuentran expuestas en el museo. Se conocieron muy jóvenes, en la interacción entres sus familias, pues ambos prevenían de familias libanesas que vivían en México, se casaron a los dos años de conocerse.
Estuvieron casados por 33 años y tuvieron seis hijos, lamentablemente, en 1999, ella fallecería por complicaciones renales. Fernando Romero, el arquitecto mexicano que lideró la edificación del proyecto, pudo rendir cabalmente el homenaje de amor que se le solicitó.
Carlos Slim no ha vuelto a contraer matrimonio, su quehacer siempre ha estado ligado a la relación cercana y apasionada que sostuvo con su esposa, pues además del museo, el grupo empresarial “Carso” lleva su nombre por la combinación de la primera sílaba del nombre de ambos.
Lee más aquí: