Por más que el gobernador Rubén Rocha Moya y el presidente López Obrador aseguren que no existe conflicto en Sinaloa tras el presunto secuestro de Ismael “El Mayo” Zambada orquestado por los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, la guerra de baja intensidad empezó a un mes de que el avión turbo hélice aterrizó en un pequeño aeropuerto de Doña Ana, Nuevo México.
En estas primeras cuatro semanas, las calles de Sinaloa no han sido escenario de enfrentamientos entre civiles armados, pero sí de sucesos violentos y asesinatos de alto impacto, reportes y movimiento de tropas que se traducen en una forma diferente a otros choques al interior del Cártel de Sinaloa.
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En 2008 cuando Arturo Beltrán Leyva, “El Barbas”, desató una reyerta contra El Chapo y El Mayo, el conflicto se gestó en tres meses, desde el 21 de enero en que fue detenido su hermano Alfredo, hasta el crimen de Atanasio Torres Acosta, Tachío, lo que inició un conflicto total.
En 2016, la guerra de Dámaso López Núñez contra Los Chapitos fue in crescendo, por quedarse por el control de la organización que dejó El Chapo, ya que se gestó desde marzo de ese año, con escaramuzas en Villa Juárez y las afueras de Culiacán, hasta que en enero de 2017, explotó la violencia en las calles.
Sangre derramada
Más de 30 homicidios se han registrado en Sinaloa desde que Ismael Zambada fue detenido por el FBI. La mayoría de estos fueron ejecuciones con similitudes en el modus operandi: hombres muertos con signos de tortura e impactos de bala apareciendo en lugares poco poblados, principalmente en las periferias de Culiacán.
Tan solo el fin de semana del 17 al 20 de agosto se registraron 10 asesinatos, de los cuales el propio gobernador Rubén Rocha Moya confirmó que están ligados al crimen organizado.
“Hubo dos, y el sábado hubo seis, y el viernes cuatro. Estos seis y estos cuatro sí tienen que ver con relaciones de las organizaciones del crimen organizado”, señaló el mandatario.
El sábado, Martín Corrales García, alias “El Tano”, fue encontrado asesinado y con signos de tortura en el poblado de Conitaca, ubicado en el municipio de Elota, con las manos atadas y los ojos encintados, junto a otros dos hombres.
Esta persona había sido boletinada por el Gobierno de Estados Unidos; se le señalaba por traficar armas, así como por la producción de fentanilo y metanfetamina, por lo que la DEA ofrecía una recompensa de 4 millones de dólares.
Otro asesinato relacionado con el crimen organizado fue la ejecución de Juan Carlos “G”, conocido como “El Vampi”. Fue asesinado a bordo de un Rubicón el 14 de agosto en el poblado La Campana, en Villa Adolfo López Mateos.
Había asistido a un funeral en Badiraguato, y al llegar a la capital sinaloense fue interceptado por sujetos armados que lo persiguieron y lo asesinaron junto con su acompañante.
El Vampi estaba vinculado con la fracción de “El Mayo”, tras su muerte comenzó a circular una foto de el junto a Vicente Zambada, Ismael Zambada Imperial, Eliseo Imperial Castro, el Cheyo Ántrax, sobrino del Mayo, Francisco Arce Rubio, Pancho Arce; por la relación con estos dos últimos personajes, los cuales fueron ya asesinados por civiles armados, se asume que “El Vampi” era miembro de la fracción de “Los Ántrax”.
Presencia militar
Los homicidios registrados han sido principalmente ejecuciones; el único enfrentamiento ocurrió en Loma de Redo, Quilá, donde fueron abatidos cinco civiles armados y un hombre que pasaba por el sitio. Las bajas fueron del lado de los Zambada.
Destaca la fuerte presencia militar, sobre todo en las sindicaturas de Culiacán. Días después del arresto, 400 elementos de Fuerzas Especiales llegaron al territorio, y casi un mes después, 600 soldados más se incorporaron al operativo de seguridad.
Durante estos últimos días se han llevado a cabo diversos operativos; uno de los más destacados fue el aseguramiento de un inmueble en la colonia Huizaches, donde fueron detenidas cuatro personas, se aseguraron armas largas y varios vehículos blindados.
La tensión
Durante los primeros días después de la captura, Miguel Calderón Quevedo, coordinador general del Consejo Estatal de Seguridad Pública (CESP), consideró que en el estado prevalecía una extraña paz.
“Los registros nos dicen que este primer arranque de agosto ha sido uno de los periodos más tranquilos de este año”, dijo.
Recordando la última vez que hubo roces entre las fracciones de los grupos generadores de violencia arraigados en Sinaloa, Quevedo destacó que los primeros seis meses del año fueron tranquilos, pero la paz se vio perturbada después de la captura de Ismael; nuevamente hubo tranquilidad al inicio de agosto, pero los asesinatos relacionados con el crimen organizado perturbaron la calma.
“Surgen muchas especulaciones sobre un conflicto entre las fracciones, y no hay información precisa. En la carta se hizo un llamado a la paz y esperamos que eso prevalezca”, consideró.
A esta incertidumbre se suma la tensión que se vive en algunas comunidades de la capital, como Oso Viejo, donde se documentó la presencia de civiles armados rondando la ciudad.
Aunque la SSP descartó este hecho, los residentes afirman ser testigos del despliegue de pistoleros de diferentes puntos del Valle de San Lorenzo, controlado por la égida de los Zambada.
Por su parte, las autoridades, como el gobernador Rubén Rocha y el presidente Andrés Manuel López Obrador, han coincidido con el último enunciado en la carta de “El Mayo” y han reiterado el llamado a los integrantes del crimen organizado a mantener la paz en Sinaloa.
Avances del caso
La FGR inició una carpeta de investigación en la que calificó a “El Mayo” Zambada como posible víctima de secuestro. Los primeros datos indicaban que Guzmán López fue acusado de traición a la patria por privar de la libertad a un ciudadano mexicano y llevarlo a territorio extranjero.
Asimismo, se señaló que la finca San Julián, ubicada en la comunidad Huertos del Pedregal, fue el lugar donde lo secuestraron y donde posiblemente mataron a Héctor Melesio Cuén Ojeda, mientras que el avión usado para llevarlo a Estados Unidos despegó de una pista en Campo Berlín.
