Mazatlán, Sin.- Los Centros de Integración Juvenil en Sinaloa atienden cada año en promedio a 120 mil pacientes; de éstos, 60 mil son usuarios dependientes de alguna droga, otros 50 mil son familiares de pacientes y el resto corresponden a alguna atención de salud mental, informó la directora del CIJ a nivel nacional, Carmen Fernández Cáceres.
Este año, debido a la pandemia del Covid-19, desde abril las atenciones se empezaron a brindar a través de plataformas digitales, logrando un alcance de cuatro millones de personas en materia de prevención. Por esta misma razón, la cifra en atención a usuarios de drogas también ha sido menor, pues por los protocolos se han dejado de realizar algunas actividades, como las terapias en familia.
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Además, señaló que si bien hay estudios que demuestran que durante este periodo se ha incrementado un 12% el consumo de alcohol, también hay otros que arrojan que un 38% de la población ha reducido consumo de sustancias, legales o ilegales, debido a la restricción de fiestas, reuniones o ingresos a antros o bares.
En Sinaloa, de los 120 mil pacientes, se atienden a cinco mil y el 79% de ellos inició en el mundo de las drogas siendo menores de edad.
"En Sinaloa vemos que las encuestas dicen que el 79% de los pacientes que atendemos, que son más de cinco mil, se inician siendo menores de edad. Esto trae un daño mayor a la salud mental, al desarrollo psicosocial de los niños, niñas y adolescentes", dijo.
Agregó que muchos de ellos inician con el consumo de alcohol y de ahí pasan a la mariguana, está combinación es una puerta para la adicción y el consumo de otras sustancias más nocivas y adictivas.
"Muchos niños y jóvenes se inician con alcohol y luego a muy temprana edad comienzan a consumir mariguana, combinación altamente peligrosa para el desarrollo en general y también porque tiende a desarrollar una dependencia en las drogas", agregó.
El presente proceso de aislamiento que se vive en todo el mundo a causa del coronavirus genera depresión, ansiedad, violencia familiar, muchas de las veces las drogas sin un refugio y un tranquilizante ante estas situaciones.
"Los niños y adolescentes además de que no están en la escuela y han perdido el contacto con otros amigos posibilidades de socialización y hay miedo en los hogares donde se presenta la violencia. Desgraciadamente la violencia familiar está muy ligada al consumo excesivo de alcohol y drogas, hay muchos estudios que señalan que cuando una persona consume mucho alcohol termina siendo violenta con la pareja o con los hijos", indicó.
El alcohol y varias drogas estimulantes como la cocaína, el crack, metanfetaminas, han subido mucho en el país y en Sinaloa, en los últimos 10 años ha subido un 18% su consumo.
"Estas drogas estimulantes ponen a la gente muy violenta, más si se ha combinado con alcohol, más si traen una historia de su condición de querer ser jefes de familia y se ven disminuidos, el ingerir drogas es una forma de adquirir un poder sobre los otros y generalmente resulta en estos actos de violencia, esto se ha visto exacerbado de gran manera en la pandemia", enfatizó.
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