Culiacán, Sin.- Amalia López Arcos es una de las pocas mujeres indígenas que luchó por sus sueños, a pesar de vivir en una cultura machista en la que a las mujeres, no se les daba la oportunidad de estudiar ni sobresalir.
Es originaria de la región de Tzeltal de Chiapas, en el municipio de Chilón, y desde muy pequeña, se dio cuenta que tenía una misión en la vida, esa de ayudar a las mujeres a traer niños al mundo a traves del trabajo de parto.
En entrevista con El Sol de Sinaloa, Amalia cuenta que desde los 12 años de edad aprendió de su tía, Manuela López Gómez, a socorrer como partera natural, a ayudar a las mujeres con compresas, tijeras y alcohol como herramientas de trabajo.
Es hija de un maestro de educación básica y a pesar de que su progenitor tenía una profesión, a ella por ser mujer, no se le permitía soñar en grande, tener estudios superiores y mucho menos licenciatura, ella tenía que ser sumisa y trabajar en los quehaceres del hogar, sin embargo, un concejo sabio de su tía le cambió la vida.
“Mija, en la vida usted tiene que ser rebelde para salir adelante, rebelde no para perjudicar sino para salir de aquí”, recordó.
Y ante eso, al terminar su educación primaria, decidió mudarse a la casa de su tía Manuela para empezar la secundaria y seguir aprendiendo sobre la profesión de partera.
“Mi tía era partera y yo le ayudaba a ella cuando atendía a las mujeres, le pasaba las tijeras para cortar el cordón umbilical, le ponía alcohol o los guantes”, comentó.
El camino hacia la profesión
Al finalizar sus estudios de preparatoria, Amalia sabía que ya no habría más opciones para ella, le quedaba casarse y engendrar hijos, sin embargo en una ocasión uno de sus conocidos le propuso salir de Chiapas con rumbo a Sinaloa para seguir estudiando.
“Un amigo de mi hermano, me preguntó qué si que iba a estudiar de carrera, le dije que nada y el me platicó que podíamos salir a Sinaloa” relató
Fue así, que al cumplir la mayoría de edad, Amalia enfrentó a sus padres y les planteó la idea de viajar a Sinaloa en busca de estudios y un mejor futuro. Y así fue, la joven emprendió un viaje sin retorno del cual pronto saldría victoriosa.
“Recuerdo que cuando me iba a venir, solo tenía mil pesos para irme de Chiapas a México, de México en adelante ya no tenía nada, y al final al llegar a la central, entre mis amigos y familia que me fueron a despedir, me dieron que los 200, los 400 y así a completé 4 mil pesos más o menos y con eso me vine”, dijo.
Llegó a Culiacán Sinaloa con un grupo de cinco amigos, al menos tres de ellos no sabían cómo andar en la capital, sin embargo su hambre de estudiar los ayudaría a acoplarse.
“Llegamos éramos 3 mujeres y dos amigos hombres, la primera noche nos hospedamos en la casa del estudiante, nos dijeron que no hiciéramos ruido y que respetáramos, al siguiente día salimos a buscar y nos encontramos con un señor que vendía tacos y nos rentó un cuartito”, manifestó.
Al pasar los días, Amalia aplicó su examen de admisión, mismo que aprobó sin problema alguno, quedando seleccionada como estudiante de enfermería.
Comenzó la superación
Al llegar a Culiacán, Amalia sabía que tenía que trabajar y que tenía que generar un ingreso para pagar sus estudios y mantenerse. Así lo hizo, de inmediato comenzó a trabajar y a estudiar al mismo tiempo.
“Pedí trabajo en la Ley, y fue lo primero que me dieron, yo lo acepté, asegure mi ingreso y al mismo tiempo estudiaba, trabajaba en la mañana y salía a las 2 de la tarde y de ahí me iba a estudiar, caminaba desde la Ley Tres Ríos hasta la Escuela de Enfermería de la UAS, porque me daba miedo usar camiones”, añadió.
Las malas costumbres del pueblo
Mientras Amalia, se dedicaba a trabajar y estudiar, en su pueblo allá en Chiapas, las malas lenguas decían que Amelia había viajado a Sinaloa para trabajar en la vida galante y que incluso estaba embarazada, pero la mujer decidió enfrentar la situación de la mejor manera.
Pues el prestigio de una persona dentro de una comunidad indígena es meramente sagrado.
“Pedí mi hoja de trabajo y una constancia de estudios y me fui a Chilón, le dije a mi papá con los papeles en la mano. Aquí esta donde dicen que trabajo y aquí le demuestro que digo estudiando”, resaltó.
Sin embargo, la vida daría un giro de 360 grados para Amalia, pues al estar en los últimos semestres de la carrera, se enamoró de un joven con quien mantuvo una relación amorosa y de quien trajo al mundo a una bella niña a quién llamó Julissa.
“Yo tenía un novio, pero él con el paso del tiempo tomaba y tenía vicios y yo no quería eso para mí. No estaba preparada para eso y nos separamos. Yo tuve a mi hija como mamá soltera”, explicó.
Fue así, que a unos meses de culminar su carrera dio a luz a su pequeña hija.
Al salir de la Universidad, Amalia decidió no ejercer y dedicarse a trabajar para salir a delante junto a su hija, sin embargo, con el paso del tiempo y a través de las redes sociales, conoció a Ricardo López quién a futuro se convertiría en su esposo, el padre de su hija y de su hijo Natanael.
Hoy en día, Amalia vive dentro de una familia junto a su esposo, su hija de 14 años y Natanael de 8.
Ella, se desenvuelve ahora como licenciada en enfermería y es titular del departamento de Salud en la Universidad Tecnológica de Culiacán.
Ahí, brinda atención hospitalaria, charlas de concientización e implementa los protocolos de salud contra el covid-19.
Amalia refiere que su experiencia de vida la ha inspirado para motivar a sus hijos a ser mejores personas, a no desistir y luchar por los sueños.
Extraña traer al mundo a niños de manera tradicional, pero también se asombra de todos los avances tecnológicos que hay hoy en la actualidad para permitir un nacimiento.
“Antes, mi tía sabia que tenía que girar a los bebés dentro de la panza para que se acomodarse y se encajaran y los pudieran expulsar, hoy en día hay ultrasonidos y todo lo hacen más rápido. Yo creo que ambas formas de ayudar a parir son buenas, lo importante es el hecho de traer sana una vida al mundo”, expresó.
La tía manuela
Manuela López fue una de las parteras más reconocidas y avaladas por el sector salud en Chiapas. Falleció en 2020, por problemas de salud, sin embargo, heredó su sabiduría de socorrer a las mujeres en labor de parto.
Amalia López Arcos
Enfermera
“Mi tía era partera y yo le ayudaba a ella cuando atendía a las mujeres, le pasaba las tijeras para cortar el cordón umbilical, le ponía alcohol o los guantes”
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