Culiacán, Sin.- Tardes y noches de ver el beisbol y las peleas de box en un rincón de la tienda que trabajaron por décadas, degustando la comida que fuera el antojo de ese día, mariscos o tacos la mayoría de las veces, acompañada de unas cervezas “pacifiquitos”, es uno de los recuerdos más memorables que Julio Dávalos e Irma Gutiérrez tuvieron en sus 43 años de matrimonio.
El 20 de septiembre del 2020 a la edad de 68 años, el señor Julio por un daño en sus pulmones no logró vencer el coronavirus después de estar un mes internado; él en el hospital y en casa, la señora Irma también convalecía, pero en menor gravedad; ella sanó, pero su compañero de vida, no.
“Pregúntame ahora si se me pierden los juegos de las grandes ligas, a mí me dejó el eso, a mí me gusta mucho el box, porque yo siempre lo veía en compañía de él, el box, el béisbol, yo no me pierdo los juegos, porque éramos compañeros en ver los deportes”, compartió con melancolía.
LA TRADICIÓN
En la esquina de la sala de su hogar, hay un pequeño altar con las cenizas del señor Julio, un retrato, un vaso con agua, una veladora, un cuadro de San Judas Tadeo y un ramo de flores. Aunque el año pasado su esposa e hijos no hicieron un altar de Día de Muertos, este año sí lo tienen contemplado, para ponerle un vaso de Coca-cola y quizás unos tacos, por ser lo que más disfrutaba de comer.
Y es que, en vida, no faltaban los fines de semana que iba a comprar menudo, pozole, tacos, mariscos o la comida que se les antojara y aunque ese era motivo de muchos regaños por parte de su hija mayor, ahora que lo recuerdan, la señora Irma le dice: “de pérdida tu papá se dio gusto”.
La muerte del señor Julio fue en un periodo crítico de la pandemia en Sinaloa y por esto, no hubo un funeral. La familia recibió la urna con sus cenizas y a más de un año de su muerte, están planeando construir una capillita en el panteón Bacurimí, en Culiacán, Sinaloa.
SUPERACIÓN
“Ahorita ya estoy más tranquila, al principio no me resignaba, no me resignaba, ahorita ya, un poquito ya estoy más tranquila, pero al principio parecía que era mentira, porque como yo ya no lo vi, yo pensaba que a lo mejor él iba a volver”, confesó.
La señora Irma ya tiene el esquema de vacunación completo, al igual que dos de sus tres hijos que viven con ella, quienes de alguna manera han tomado el lugar de su padre: el hijo la ayuda en la venta de la tienda, mientras que su hija, se sienta con ella a ver la televisión.
Ahora que la familia es más unida, el señor Julio será recordado por sus seres queridos como una persona que siempre tendió la mano para quien la ocupara y en agradecimiento, con una vela y oraciones esperan que él tenga luz en su camino.
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