Culiacán, Sin.- Las pelucas de colores, los moños, el maquillaje, el vestido y los zapatos de la payasita “Morita”, vuelven a estar guardados en los cajones de Jazmín Hernández, lejos de la alegría que los niños viven en las fiestas de cumpleaños cuando de pronto la ven pasar por la puerta de su casa o de los salones de eventos en donde se vive una celebración.
Por décadas, los payasos han formado parte de la historia de miles de niños y niñas, se han convertido en el sinónimo de la felicidad instantánea por los coloridos trajes que portan, los juegos, los actos de magia y la unión que poco a poco han buscado fortalecer entre padres e hijos.
Pero con la llegada del Covid-19 a nuestras vidas desde hace más de un año, la presencia de payasos y payasas ha bajado, principalmente por la falta de eventos y el propio confinamiento que han optado; algunos salieron a las calles a seguir con el show para conseguir unos cuantos pesos y otros, se han reactivado a como han podido.
ADAPTACIÓN
La vida se ha vuelto complicada, pero la capacidad de adaptación de las personas se ha fortalecido y en el caso de Jazmín Hernández, de 33 años, una mujer que desde hace cinco años decidió personificar a la payasita “Morita”, primero como un juego y después como un trabajo que se convirtió en una distracción, ha aprendido que la salud de la familia es primordial.
Aun y cuando esto signifique estar separada de las risas y abrazos de niños que se ilusionan con “Morita”. Para cuando la pandemia azotó en Sinaloa, Jazmín estaba embarazada de su tercer hijo, y en ese momento, la decisión fue dejar de estar activa, cuidar a su bebé y sus hijas de 10 y cinco años, mientras su esposo, era el único sustento familiar.
“Por más que me decían, yo no me reactivé embarazada, hasta que ya la vi dura que mi marido sí se las estaba viendo negras de que el nada más, fue cuando dije yo, sabes que, me voy activar, ni modo”, contó.
EL RETORNO
En la reactivación de los comercios en el estado, las fiestas iban retomándose, algunas con solo familia invitada y aunque las propuestas de trabajo en sí no le dejaron de llegar, fue hasta hace tres meses cuando “Morita” provocó de nuevo risas y felicidad a chicos y grandes. Ya cuando el tercer bebé de Jazmín tenía cuatro meses.
En los primeros meses, las contrataciones para la payasita “Morita” se estaban recuperando, al igual que las decoraciones que Jazmín hace para fiestas, sin embargo, era solo cuestión de tiempo para que la bomba de los contagios explotara otra vez por el relajamiento social, regresando Sinaloa al semáforo rojo y cancelándose de nuevo las fiestas hasta nuevo aviso; Morita se quedó con solo un evento en julio y uno más en agosto.
“Ya me había reactivado, pero volvió otra vez esto del covid y pues me cambiaron todo, haz de cuenta que ya estaba laborando bien con mis precauciones, cubrebocas, gel, nada más que pasó otra vez el semáforo rojo y me movieron todas las fechas”, comentó.
Jazmín ya fue víctima del coronavirus cuando estaba embarazada, su contagio dice, fue leve gracias a los medicamentos que ya tomaba, solo perdió el gusto y el olfato, que a los días recuperó. Ahora ya tiene una de las dos dosis que le toca para estar más protegida contra el coronavirus y sus hijos siguen siendo la prioridad número uno.
Y aunque extraña personificar a “Morita”, la pregunta que llega a su mente es: ¿sin nosotros quien cuida a los niños? Y rápido recuerda que son los pequeños, los mayores portadores del virus y así, una vez más se queda en confinamiento, con todo y su traje.
“Morita”: el personaje
El interés de Jazmín por ser payasa nació por su madre que como docente convive con niños; inició como pinta caritas, después decidió maquillarse y portar el traje completo con el material que tenía en casa, luego con una amiga se iba a los parques a hacer actividades y después se consolidó ofreciendo paquetes, a la par que acudía a congresos para mejorar su trabajo.
Su payasita no es de show cómico, es más de jugar con los niños, como una animadora vestida de payasa, con dos ayudantes son pinta caritas, tienen una serie de juegos en donde se involucra a padres e hijos, ayudan en la organización de la fiesta, reparten pastel, dulces y quiebran la piñata.
Es una emoción y más ver a los niños, que digan ya viste a la payasita o que se empiezan a reír contigo los chicos y los grandes, es algo bien bonito.
Payasita
El maquillaje de “Morita” es tan colorido y bonito que es inevitable que una persona no sonría cuando la vea y es que, para lograr su “make up” dedica hasta dos horas de su tiempo. Entre las anécdotas de Jazmín, está que, si ha pasado un mal día, puede llorar en el proceso, pero una vez que se pone su nariz, se olvida de todo y entra en el personaje.
“Yo siempre he dicho que, aunque esté enojada, esté triste, como esté, la gente no lo tiene que notar, como dijo una vez un payaso, así nos estemos muriendo por dentro, a la gente no le tenemos que mostrar eso, porque el show tiene que continuar”, reafirmó.
Es solo cuestión de tiempo para que “Morita” regrese con su alegría a las fiestas, pero en el inter, les recuerda a los padres que sus hijos no volverán a ser niños y es en la pandemia, cuando con mayor creatividad tienen que dejarles gratos recuerdos sobre su niñez, lejos de los celulares, computadoras y tabletas.
Lee más aquí ⬇