Mazatlán, Sin.- Para Betzabel, sin conocerlo, el mar siempre ha sido su universo.
Desde niña soñaba con meterse al agua salada y sentir el golpeteo de las olas en su cuerpo.
Puedes leer: Salud exhorta a los sinaloenses a cuidar su salud y prevenir la obesidad
Y al verlo por primera vez no pudo evitar agarrarlo, como si no lo quisiera soltar jamás.
No le importó que el sol de medio día azotara su rostro, agotado por un largo viaje en carretera desde Guasave, donde vive con sus padres.
“Estoy muy contenta, no pensé venir al mar, a conocer la playa”, expresa al destacar que Mazatlán le ha maravillado porque no pensó que fuera tan grande.
A sus 15 años, la menor padece cáncer que ya hizo metástasis en su cuerpo, pero su sueño era ver el inmenso océano, palparlo, sentirlo suyo por algunos segundos y hacer ese momento eterno.
Y para ello encontró a una “cómplice” perfecta en este puerto, la asociación Ayuda a Gente sin Fronteras, que desde hace 10 años preside Petunia Rivera.
Apenas unos minutos en la playa, ver el mar y escuchar el azote del oleaje, Betzabel se sintió renovada, pero había que regresar a la habitación del hotel al que llegó, para descansar.
Ahí la familia almorzó y después abordó una auriga para recorrer el malecón. El viaje fue maravilloso, a decir de ella.
Acompañados por Soledad Yáñez, vicepresidenta de Ayuda a Gente sin Fronteras y anfitriona de Betzabel, los ojos de la menor se iluminaban de ver el mar y el sol que se escondía al fondo del Océano Pacífico.
Ese color naranja que en su memoria ha quedado como un paisaje que siempre se imaginó, pero que al verlo con esas tonalidades supo que el porvenir no está en la fortaleza sino en la forma en que se anhela esa esperanza.
El paseo incluía una parada obligada: la plazuela Machado y sus pasillos repletos de mosaicos vivos, que también fungen como centinelas del histórico Teatro Ángela Peralta.
El día terminó con una cena en conocido restaurante del cerro del Vigía, no sin antes ver cómo caía la noche y se llenaba la noche de estrellas.
Betzabel cada 20 días recibe quimioterapias en el Hospital Pediátrico de Sinaloa y dura por lo menos una semana hospitalizada, así que por unas horas se olvidó de todo eso.