/ sábado 27 de marzo de 2021

Brecha digital: El muro de María para ser actriz

En 2021, el tema nacional alrededor de los jóvenes, es el rezago educativo que ha dejado el cierre de las escuelas

Culiacán, Sin.- El sueño de estar en el escenario interpretando un papel frente a cientos de personas en un teatro, es ahora un camino más lejano para María Sánchez, una joven estudiante de la licenciatura en artes escénicas de la UAS, que por más que lo intentó, la brecha digital le impidió seguir tomando sus clases en línea.

En 2021, el tema nacional alrededor de los jóvenes, es el rezago educativo que ha dejado el cierre de las escuelas por los contagios de Covid-19 y aunque, las autoridades se han enfocado en los alumnos de educación básica, la realidad es que la deserción está en auge también en el nivel superior.

Foto: Martín Durán│ El Sol de Sinaloa

Hace un año, cuando empezaron las clases a distancia y el primer periodo vacacional, María regresó a su casa, un pequeño rancho de Navolato, con la intención de adaptarse a la nueva modalidad educativa, el primer paso: sacar a crédito un nuevo celular que tuviera la capacidad suficiente para ingresar a sus clases por zoom.

En las primeras semanas, la brecha digital ya empezaba a manifestarse para la estudiante, cuando obligada por la falta de señal, tenía que salir a la banqueta o la calle a tomar sus clases, perdiendo así la privacidad que requiere para sus prácticas de actuación.

SIN ACCESO

Un problema más que surgió para María, fue que al acabarse los megas regalados que tuvo por parte de la compañía telefónica, el reto fue conseguir 100 pesos por semana para una recarga que le iba a funcionar para apenas los cinco días de clases.

“Estuve trabajando como dos o tres días, algo así para poder pagar lo del saldo que ocupaba, era semanal como 100 pesos si no es que más, porque variaba mucho las clases que me daban, a veces tenía que elegir a la clase que entrar”, comentó.

Para las tareas de controles de lectura, María las escribía en su libreta, le tomaba fotografía, se la enviaba a una amiga por WhatsApp y ella se la mandaba a su maestra por correo electrónico y hasta ese momento, la decisión era seguir adelante.

Foto: Cortesía │ María Sánchez

La situación empeoró cuando en las clases de práctica, los maestros le pedían que enviara videos y ante la falta de señal de internet, la estudiante tenía que subirse al techo de su casa para poder mandar su tarea, algunas veces funcionaba y otras no, empezando a crecer una frustración en la joven por sentir que no estaba aprendiendo y que, en comparación con sus compañeras se estaba quedando atrás.

Sin la posibilidad económica de contratar un servicio de internet, el subir al techo de su casa era cada vez más común, utilizando la estructura de una ventana que habían quitado, pero al percatarse del riesgo que corría, se vio en la necesidad de pedir prestada una escalera.

COMPLICACIONES

Como estudiante de tercer año de la licenciatura, la demanda de los maestros era mayor para los trabajos finales y en una ocasión, que fue parteaguas para que empezara a analizar la alternativa de dejar la escuela, subió al techo de su casa desde las 18:00 hasta las 21:00 horas para enviar un video, sin tener éxito, por la falta de señal y de megas en su celular.

“Pero sí fue muy complicado y desde ahí ya quería yo tirar la toalla, más que nada por el dinero, que no tenía el recurso para estar metiendo saldo a cada rato, porque se me acaban bien rápido”, explicó.

Foto: Cortesía │ María Sánchez

Para los estudiantes de artes escénicas es normal hacer interpretaciones de ciertos personajes o animales para una clase, aspecto en el que también María se quedaba a medias.

“Aparte me daba penita, porque supongo que la gente de aquí no está acostumbrada a ver lo que hacíamos en la escuela y pues es diferente, porque lo estás haciendo en un salón y esas personas están haciendo lo mismo que tú y aquí pues no”, explicó.

Mientras intentaba equilibrar el hacer su actividad en la banqueta, sin privacidad, ni concentración por los ruidos de vendedores y el no poder realizar su ejercicio en la tierra, la desesperación llegaba cuando una vez más perdía la señal de internet y se quedaba fuera o cuando dejaba de escuchar a sus maestros, para después preguntarle a sus compañeras que dijeron en la clase.

Eran cositas así que realmente no me estaba funcionando y no los podía hacer, no los hacía, porque no tenía la suficiente privacidad como para hacerlo.


María

EN PAUSA

En octubre, María tomó la decisión de ponerle pausa a sus estudios después de analizar su situación y recordar todos los problemas que había tenido meses atrás y sin buscar alternativas con sus maestros, dejó de entrar a las sesiones por zoom.

“Si la pensé mucho, muchísimo, si sufrí, no dormía de verdad, me dio como mucha ansiedad, no podía dormir de pensar en dejar la escuela y ver que los maestros ya eran un poquito más exigentes, de que ahora si tenías que presentarte y no venían a instalar el internet y no venía”, reconoció.

Puedes leer: Sinaloa estará en semáforo amarillo durante Semana Santa

Después de un mes de descanso y con el interés de trabajar en Culiacán, tuvo que empezar a trabajar en el campo y en un empaque, con la esperanza de volver a la escuela o buscar trabajo un nuevo empleo en la capital, por ser consciente de que en el rancho no logrará sus anhelos.

“Si son presenciales yo encantada voy a regresar, porque siento que no es la misma estar detrás de una computadora o un celular, que estar presencial con un maestro, si tienes una duda rápidamente te ayuda y acá es como más complicado”, mencionó.



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Culiacán, Sin.- El sueño de estar en el escenario interpretando un papel frente a cientos de personas en un teatro, es ahora un camino más lejano para María Sánchez, una joven estudiante de la licenciatura en artes escénicas de la UAS, que por más que lo intentó, la brecha digital le impidió seguir tomando sus clases en línea.

En 2021, el tema nacional alrededor de los jóvenes, es el rezago educativo que ha dejado el cierre de las escuelas por los contagios de Covid-19 y aunque, las autoridades se han enfocado en los alumnos de educación básica, la realidad es que la deserción está en auge también en el nivel superior.

Foto: Martín Durán│ El Sol de Sinaloa

Hace un año, cuando empezaron las clases a distancia y el primer periodo vacacional, María regresó a su casa, un pequeño rancho de Navolato, con la intención de adaptarse a la nueva modalidad educativa, el primer paso: sacar a crédito un nuevo celular que tuviera la capacidad suficiente para ingresar a sus clases por zoom.

En las primeras semanas, la brecha digital ya empezaba a manifestarse para la estudiante, cuando obligada por la falta de señal, tenía que salir a la banqueta o la calle a tomar sus clases, perdiendo así la privacidad que requiere para sus prácticas de actuación.

SIN ACCESO

Un problema más que surgió para María, fue que al acabarse los megas regalados que tuvo por parte de la compañía telefónica, el reto fue conseguir 100 pesos por semana para una recarga que le iba a funcionar para apenas los cinco días de clases.

“Estuve trabajando como dos o tres días, algo así para poder pagar lo del saldo que ocupaba, era semanal como 100 pesos si no es que más, porque variaba mucho las clases que me daban, a veces tenía que elegir a la clase que entrar”, comentó.

Para las tareas de controles de lectura, María las escribía en su libreta, le tomaba fotografía, se la enviaba a una amiga por WhatsApp y ella se la mandaba a su maestra por correo electrónico y hasta ese momento, la decisión era seguir adelante.

Foto: Cortesía │ María Sánchez

La situación empeoró cuando en las clases de práctica, los maestros le pedían que enviara videos y ante la falta de señal de internet, la estudiante tenía que subirse al techo de su casa para poder mandar su tarea, algunas veces funcionaba y otras no, empezando a crecer una frustración en la joven por sentir que no estaba aprendiendo y que, en comparación con sus compañeras se estaba quedando atrás.

Sin la posibilidad económica de contratar un servicio de internet, el subir al techo de su casa era cada vez más común, utilizando la estructura de una ventana que habían quitado, pero al percatarse del riesgo que corría, se vio en la necesidad de pedir prestada una escalera.

COMPLICACIONES

Como estudiante de tercer año de la licenciatura, la demanda de los maestros era mayor para los trabajos finales y en una ocasión, que fue parteaguas para que empezara a analizar la alternativa de dejar la escuela, subió al techo de su casa desde las 18:00 hasta las 21:00 horas para enviar un video, sin tener éxito, por la falta de señal y de megas en su celular.

“Pero sí fue muy complicado y desde ahí ya quería yo tirar la toalla, más que nada por el dinero, que no tenía el recurso para estar metiendo saldo a cada rato, porque se me acaban bien rápido”, explicó.

Foto: Cortesía │ María Sánchez

Para los estudiantes de artes escénicas es normal hacer interpretaciones de ciertos personajes o animales para una clase, aspecto en el que también María se quedaba a medias.

“Aparte me daba penita, porque supongo que la gente de aquí no está acostumbrada a ver lo que hacíamos en la escuela y pues es diferente, porque lo estás haciendo en un salón y esas personas están haciendo lo mismo que tú y aquí pues no”, explicó.

Mientras intentaba equilibrar el hacer su actividad en la banqueta, sin privacidad, ni concentración por los ruidos de vendedores y el no poder realizar su ejercicio en la tierra, la desesperación llegaba cuando una vez más perdía la señal de internet y se quedaba fuera o cuando dejaba de escuchar a sus maestros, para después preguntarle a sus compañeras que dijeron en la clase.

Eran cositas así que realmente no me estaba funcionando y no los podía hacer, no los hacía, porque no tenía la suficiente privacidad como para hacerlo.


María

EN PAUSA

En octubre, María tomó la decisión de ponerle pausa a sus estudios después de analizar su situación y recordar todos los problemas que había tenido meses atrás y sin buscar alternativas con sus maestros, dejó de entrar a las sesiones por zoom.

“Si la pensé mucho, muchísimo, si sufrí, no dormía de verdad, me dio como mucha ansiedad, no podía dormir de pensar en dejar la escuela y ver que los maestros ya eran un poquito más exigentes, de que ahora si tenías que presentarte y no venían a instalar el internet y no venía”, reconoció.

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Después de un mes de descanso y con el interés de trabajar en Culiacán, tuvo que empezar a trabajar en el campo y en un empaque, con la esperanza de volver a la escuela o buscar trabajo un nuevo empleo en la capital, por ser consciente de que en el rancho no logrará sus anhelos.

“Si son presenciales yo encantada voy a regresar, porque siento que no es la misma estar detrás de una computadora o un celular, que estar presencial con un maestro, si tienes una duda rápidamente te ayuda y acá es como más complicado”, mencionó.



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