Culiacán, Sin.- Sinaloa cuenta con la fortuna de contar con cinco de las seis especies de tortuga que se tiene registro por especialistas, y cientos de personas que desde hace más de 40 años se han dedicado a conservarlas y protegerlas de depredadores y humanos.
Desde 2006, los esposos Marlen Gutiérrez Cristerna y Luis Enrique Maldonado, por invitación de la madre y padrastro de Marlén comenzaron a colaborar con el monitoreo de la tortuga marina en Celestino Gasca, Elota.
En los pininos del ahora campamento tortuguero, Enrique salía a la playa en búsqueda de tortugas desde las 20:00 horas hasta el amanecer del día siguiente, solo con una bicicleta y una linterna para detectar nidos en 35 kilómetros de playa.
En su ritmo de vida, ha combinado su trabajo como pescador y su misión como defensor de estos animalitos, a la par de educar a niños, jóvenes y adultos en el interior del campamento.
Los poquitos nidos que encontraba por las noches, los trasladaban en una habitación de su hogar para el proceso de incubación, el número de huevos fueron crecieron y cuando menos pensaron, Marlen y Enrique tuvieron que habilitar otro cuarto.
En 2006, los protectores de las tortugas en Celestino Gasca, formalizaron también su trabajo con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y así fue como fueron creciendo en su misión.
Para 2008, consiguieron casitas de plástico para la incubación y hasta el 2012-2013 cuando acudieron a una asamblea de ejidatarios, se les cedió un terreno para crear el campamento tortuguero, con una zona especial de resguardo de los huevos para la temporada de calor y de invierto.
“Los sentimientos que nosotros sentimos al ver a la tortuga de su hogar, desde que se sale hasta que se mete al mar, el tratar de protegerla para que los niños la conozcan, el tener ese contacto con ello, a nosotros sí nos emociona más”, señaló, Marlen.
Aunque han pasado ya 15 años de constante trabajo en el campamento tortuguero en Celestino, Gasca, ambos dueños siguen la lucha de concientizar a la ciudadanía para que no las dañen o maten.
En ocasiones se han percatado de personas destazando a las tortugas, pero, a pesar de que esto les causa enojo e indignación, Marlen y Enrique se tienen que controlar para no exponerse a un peligro con desconocidos.
Incubación
El primero de julio inicia la temporada de incubación de las tortugas marinas, en un proceso que dura de entre 45 y 46 días en la temporada de calor y alrededor de 50 días en el tiempo de frió. Durante este tiempo, se debe estar pendiente de la temperatura, ya que, si es muy elevado, los huevos no eclosionarán.
“Nosotros aquí estamos desde que inicia la temporada, estamos casi se puede decir las 24 horas, sin exagerarte, porque en las noches y en el día tenemos que estar checando los nidos, aunque ya tenemos fichas a cada nido, sabemos que día exactamente van a nacer”, contó, Marlen.
En 2019, con recursos del Programa de Conservación para el Desarrollo Sostenible, se inauguró en el campamento, el centro de promoción de cultura ambiental por la conservación de la tortuga marina.
El trabajo en este museo es enseñar a niños, jóvenes y adultos a hacer consciencia sobre la especie, conocer el proceso de incubación y como parte de las actividades, acompañarlos en los recorridos de liberación de tortugas.
“Para nosotros es un logro y más saber que todos los niños empezaron desde el kínder con nosotros y verlos ahora que están bien comprometidos, pues dice uno, ya estás haciendo algo”, comentó.
De acuerdo a Marlen, el año pasado rescataron más de 300 nidos, con alrededor de 30 mil huevos, de los cuales, 27 mil 28 tortugas fueron liberadas en Celestino, Gasca.
A partir de julio y hasta diciembre, familias y grupos visitan el campamento, en donde se les informa la operación y liberan tortugas. Cada uno de los servicios son gratuitos y son con donaciones y financiamiento de la Conanp como se mejora la infraestructura del campamento. El contacto para una visita es 6961123559.
El legado de la madre de Marlen sigue creciendo ahora con sus dos nietos, el mayor ya como biólogo marino y la menor como estudiante en biología marina, junto a Marlen y Enrique, la familia está convencida en proteger a las tortugas de Sinaloa.
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