Culiacán, Sin.- Carlos Pérez Hernández caminó descalzo sobre la zona montañosa de Oaxaca y bebió del agua transparente que brota desde el fondo de esa tierra accidentada también conocida como Sierra Juárez.
En esos paisajes, sin esperanza de una sociedad más justa, creyó tener un futuro parecido al de sus padres, abuelos, bisabuelos y todos sus ancestros indígenas que solo conocieron el idioma zapoteco.
Sin embargo, su corazón tenía el deseo de aprender y logró visualizar un panorama de oportunidades más allá de lo que miraban sus ojos.
Este joven nació el 17 de junio de 1994 en San Juan Atepec, Ixtlán de Juárez, Oaxaca. Fue el segundo de los cinco hijos varones que procrearon el matrimonio campesino formado por Joaquín René Pérez Pérez y Sonia Guillermina Hernández Pérez.
Como el trabajo en su pueblo natal es temporal y escaso, su abuela materna Esperanza Pérez Pérez migró a Sinaloa a trabajar en el campo como jornalera agrícola hace más de tres décadas. Ahora está por terminar sus estudios en ingeniería en energías renovables.
DESPEGA OTRA HISTORIA
Carlos fue el primero en venir a Sinaloa siguiendo los pasos de su abuela Esperanza. Salió de su tierra siguiéndola para explorar más posibilidades de vida y se dedicó a la pisca de frijol, como hombre de campo.
Se dedicó a la cosecha de granos y frutas empleando sus manos en esa ardua recolección que tiene como testigo al sol en todo su esplendor.
"Decidí venir a Sinaloa porque tiene trabajo y es tierra de oportunidades, por eso venimos aquí, aunque al principio fue difícil hablar español, ya que yo estaba acostumbrado a otro dialecto", relató Carlos Pérez.
Carlos se trasladó a Culiacán, en esta ciudad, conoció a Jorge, un joven que se hizo su amigo, y le aconsejó estudiar en la Universidad Tecnológica de Culiacán.
ESTUDIOS EN EL TEC
Al comenzar esta nueva etapa de su vida trabajaba de las nueve de la noche a las seis de la mañana en una empresa en la que participaba como premezclero en la producción de alimento para animales.
Su trabajo consistía en mezclar calcio, vitamina C y otros complementos para crear alimento para camarón de granja y otros animales, como ganado avícola y bovino.
Para hacer las mezclas tenía que apoyarse en una báscula para hacerlo de acuerdo al porcentaje indicado por la formula, formando bolsitas que iba apartando en el proceso de producción durante toda la noche.
De las siete de la mañana a las tres de la tarde acudía a la universidad. Del poco tiempo que le quedaba, dedicaba una hora a dormir, hacer su tarea y estudiar.
Su esfuerzo y empeño despertó respeto, simpatía y reconocimiento de la comunidad educativa de la Universidad, donde lo acogieron y le dieron trabajo en mantenimiento.
GRADUACIÓN EN PUERTA
Actualmente, a sus 27 años de edad cursa el décimo cuatrimestre de la carrera de ingeniería en energías renovables y posteriormente hará sus estadías profesionales.
Al culminar estos estudios tiene en mente cursar la carrera de ingeniería en sistemas automotrices porque tiene el sueño de innovar en la industria automotriz para diseñar vehículos más eficientes en armonía con el medio ambiente.
Sus estudios los realiza con el modelo bilingüe, internacional y sustentable (BIS) por lo que culminará sus estudios dominando el idioma inglés.
El afán de Carlos por superarse no ha sido fácil al dejar atrás sus costumbres y su tierra.
"Es difícil estar lejos de la familia, yo le agradezco a mi madre y a mi padre el apoyo que me han brindado", expresó.
BRECHA ÉTNICA
Carlos siente que los indígenas no tienen las mismas oportunidades de educación y trabajo solo por su raza y la barrera del idioma pero se siente orgulloso por su historia de lucha. El anhelo de Carlos es que todos sus hermanos indígenas tengan igualdad de oportunidades y acceso a una vida mejor.
"Para llegar a donde estoy me ha costado el doble de trabajo porque en mi tierra el trabajo es más escaso, me he adaptado a otras tradiciones diferentes, a comidas distintas y ese cambio no se da de un día para otro, cuesta mucho" aseveró.
“Algunos me decían: No vas a poder por ser indígena, pero yo estoy demostrando que sí se puede. Además, afortunadamente hay lugares donde nos valoran y quedan impactados por la belleza de nuestra cultura, y quieren conocer nuestras tradiciones y nuestro idioma, nuestras creencias y costumbres ancestrales”, comentó.
PARA SABER
La Sierra de Juárez en Oaxaca, donde vive el pueblo zapoteca, es considerada una de las regiones más pobres del país.
SUPERACIÓN
Carlos además sueña con continuar su carrera fuera de México una vez que logre asentarse con la conclusión en la Universidad Tecnológica.
Para llegar a donde estoy me ha costado el doble de trabajo porque en mi tierra el trabajo es más escaso.
Carlos Pérez Hernández, Estudiante de Ingeniería
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