Culiacán, Sin.- Muchos menores están padeciendo miedo, ansiedad, por el regreso a clases durante el Covid-19 y pese a que tanto en los colegios particulares y centros comunitarios de aprendizaje de la SEPyC, cumplen con los protocolos sanitarios, los niños muestran reticencia para convivir con sus compañeros se les ve aislados, temerosos.
Edson Alejandro, es un menor de siete años, cursa primer año de primaria en un colegio particular, ya tiene dos meses que volvió al aula; a los días, la maestra llamó a la mamá de Edson para informarle la conducta de su niño: no quiere socializar con sus compañeros.
El pequeño Edson, con una mirada tierna le confiesa a su mamá que no quiere convivir con sus compañeros porque tiene miedo de contagiarse.
“Tengo miedo de que me peguen el virus…” contesta y con ternura narra que él no quiere infectarse y contagiar a su mamá “porque si le pego el virus se muere”, dice.
Narra que la maestra le pide que platique con sus compañeros, pero él no se acerca porque “tengo miedo a que traigan el virus”.
Ahora tanto Edson como su familia tuvieron que contactar a una psicóloga para enfrentar los desafíos como es la ansiedad de los niños de separarse de sus familias después de meses de estar juntos.
DE FORMA GRADUAL
Lo recomendable es que tanto padres e hijos pierdan el miedo, es importante que el niño capte que tiene que salir, que no se va a infectar, pero esto, no se va a lograr de pin pon, debe de ir poco a poco, explica la psicóloga Leticia Verdugo Valenzuela.
Advierte que ahora que los niños empiezan a salir de la casa, a menudo se les recuerda que no deben acercarse demasiado a otras personas, que mantengan los cubrebocas puestos, que usen desinfectante, que se laven las manos, pero se tiene que hacer de manera natural, porque la ansiedad está en el aire.
“Los niños se han acostumbrado realmente a estar en casa con sus padres, muchas familias se han encerrado a piedra y lodo, pero es necesario abrirles la jaula a los niños, que de hecho se llama el síndrome de la cabaña, hay que enseñarles a salir, manejar la distancia, a no acercarse de frente a la gente, ese tipo de cosas”, aclara.
Precisa que hay que aprender a emplear las aproximaciones sucesivas, es decir, me acerco tantito, al día siguiente me acerco más y así sucesivamente, a los niños animarlos a convivir con sus amigos, no con los deportes en contacto, sino caminar, hacer gimnasia y poco a poco aprender cómo nos vamos acomodando para evitar los contagios.
La psicóloga explica que el covid-19 ha traído que los miedos realistas que comparten muchos adultos se los han adquirido a sus hijos.
Recomienda que los padres de familia se muestren tranquilos y proactivos en las conversaciones con sus hijos: comunícate con ellos para comprobar cómo se sienten. Sus emociones cambiarán con frecuencia y debes mostrarles que es normal.
La especialista insiste que los niños le tienen miedo a la convivencia de la nueva realidad, porque los enfrenta a dejar el lugar donde se sienten seguros: su casa y sus padres; el mayor miedo es perder a sus padres, porque saben que con el contagio se pueden morir.
Señaló que hay familias que han estado muy guardadas, exagerando la nota, en un principio porque sabíamos poco del coronavirus, estábamos con miedo de contagiarnos y contagiar a toda la familia, los padres lo que hicieron se guardaron a piedra y lodo, no salían ni a diez centímetros de la puerta de la casa.
ESPEJOS DE EMOCIONES
Lamentablemente, esa situación de adultos, se empezó a manifestar en los niños, tienen miedo n miedo de que la gente se les acerque y se les pegara el virus, ese terror, no debió permitirse desde un principio, se les tuvo que sacar de ese error, llevándolos a pasear, por ejemplo.
“Hay que sacarlos, no mantenerlos guardados, no quiero decir que los expongan, darles vuelta, llevarlos al parque cuando esté solo, salir a caminar, muchas familias no lo hicieron y encerraron a los niños a piedra y lodo y esos niños ahora tienen miedo de socializar”, insistió.
Verdugo Valenzuela precisó que dado a que los niños copian las emociones de los adultos que les son más cercanos –padres, maestros-, es importante que esos adultos controlen bien sus propias emociones y mantengan la calma, escuchen las preocupaciones de los niños, les hablen con amabilidad y los tranquilicen.
Finalmente dijo que sí es preocupante cuando los niños son apegados o temen separarse de la madre, o el padre, pero es importante que se mantengan calmados y positivos, acepar esos sentimientos, pero no fomentarlos y ayudarlos con amor a pensar que pueden hacer al respecto.
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