Culiacán, Sin.- Al cometer cualquier tipo de delito, se sabe cuáles son las consecuencias, tarde o temprano se termina pagando una condena interpuesta por un juez, en donde tienes que pasar algún tiempo en prisión.
Carlos, hace algún tiempo, pagó su condena de 10 meses, mismos que consideró años dentro del Centro Penitenciario de Aguaruto, en Culiacán.
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Tras haber pasado ya 15 años de esto, lo sigue recordando como si hubiera sido ayer.
"Fueron 10 meses, que parecieron 10 años, una vida muy pesada dentro de la peni", relató para una entrevista con El Sol de Sinaloa.
SU CASO
Carlos, en 2003, robó unas pertenencias que se encontraban dentro de una casa, sin embargo, hasta el 2006, fue cuando los policías ministeriales procedieron a detenerlo.
"En ese tiempo estaba trabajando en un taller de soldadura, recuerdo que llegaron por mí y me esposaron para subirme a la patrulla, en el camino me preguntaron cosas, a lo que yo acepté mi culpabilidad", expresó.
Cuando llegó al penal, lo pasaron a un cuarto conocido como la rana, por lo que no tenía una carraca dónde dormir y dormía en el pasillo, algo peligroso pues estaba expuesto a los riesgos, en la rana se define si vas para el penal o para afuera.
Pero Carlos, fue para el penal, de tal manera que cuando se le asignó una carraca después de 2 semanas en el módulo número 20, lo pusieron con ladrones, quienes le robaban todo lo que tenía dentro de su cuarto.
LAS REGLAS NO ESCRITAS
En ese tiempo, había un presidente en cada módulo, un preso que se encargaba de la seguridad dentro de cada uno de los módulos y fue quien le ayudó a recuperar lo robado.
"El Presidente del módulo en el que yo estuve se llevaba bien conmigo, de hecho yo me llevaba bien con todos, el primer robo fue cuando yo entré, ya el segundo fue casi para salir de la peni", dijo.
Carlos platicó que dentro del penal no se podía confiar ni en su propia sombra, pues ahí es un ambiente de todos contra todos, algunos portaban armas de fuego y otros con armas punzo cortantes, para cuidarse.
"Ahí, se viven pesadillas, una vida muy rápida, muy recia, porque te cuidas hasta de tu propia sombra, no sabes ni quien te va a llegar", recordó.
TESTIGO DE CRÍMENES
A Carlos, lo tocó presenciar algunas de las muertes que se dieron dentro del Centro Penitenciario de Aguaruto en el año 2006.
La primera muerte fue la de un preso ya mayor, al que atacaron con una navaja, el agresor estaba bajo los efectos de las drogas.
Las otras muertes que le tocó vivir como preso, fue la de dos presos que se enfrentaron a balazos y perdieron la vida.
Estas últimas muertes, relató que en ese tiempo se dieron por rivalidad entre módulos, el módulo número 5 y el número 15, ambos eran liderados por narcotraficantes y se disputaban para ver cuál de ellos era el mejor, los dos que se enfrentaban terminaron muertos.
"El del módulo 15 estaba esperando a su jefe que saliera de enfermería, entonces ahí se hicieron de palabras 2 del módulo 5, con el del 15 y se pelearon el del 15 traía un arma y les disparó a los 2 y los mató, nomás vi que les voló la gorra, eso fue enfrente de barandilla", comentó.
Después de una muerte, queda la escena del crimen y se llevan a cabo las inspecciones y operativos dentro del Centro Penitenciario, es cuando llegan los policías y decomisan las armas, teléfonos celulares y hasta droga.
"Ahí cuando van a matar a alguien, se siente el ambiente muy pesado, todo está muy callado y hasta parece que los mismos presos saben, ni los pájaros cantan", refirió.
LA SALIDA
El 27 de noviembre del 2006, Carlos, recibe la noticia de que quedaría en libertad, después de 10 largos meses de condena.
"Estaba jugando softbol y recuerdo que me echaron grito y le dije al vocero: esperase a que termine el partido y él me contesta: ¿No te quieres ir o qué?, entonces yo tiré todo y me fui por mis cosas para quedar en libertad", recordó.
Mencionó que, al despedirse de sus compañeros de celda, estos le aconsejaron que ya al salir, no volteara hacia atrás, que no regresara a ese lugar.
"Nombre, que iba a querer regresar, se sufre mucho, no se lo deseo a nadie", manifestó.
Al salir del penal, lo esperaban su esposa y sus dos hijos, quienes entre llantos de alegría lo recibieron con un abrazo.
"Cuando salí del penal, mi esposa me dice que el juez me mandaba pedir disculpas, mi condena era de 6 meses y yo pagué 10", platicó.
Actualmente, Carlos tiene 61 años y ya es una persona pensionada que no ha vuelto a repetir la historia, se regeneró y a pesar de tener antecedentes penales, trabajó estos años en diferentes lugares.
"Me prometí a mí mismo, no volver a caer y hasta ahorita no he caído", aseveró.
6 Meses era la sentencia que se alargó a 10 de manera indebida.
61 Son los años que tiene Carlos, quien ya es pensionado y no piensa volver a delinquir.
AUTOGOBIERNO
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha denunciado cada año que el penal de Aguaruto es uno con más problema de autogobierno por parte de la delincuencia organizada.