/ sábado 16 de enero de 2021

Crónicas de Ambulancia: El accidente que consumió una vida

El servicio en donde Estefanía Meza hizo hasta lo imposible por mantener los sueños de un motociclista

Culiacán, Sin.- Esa noche había estado tranquila para Estefanía Meza, paramédica voluntaria en la Cruz Roja en Culiacán.

Ocurrieron dos o tres llamados, los cuales fueron rápidos y no significativos; ya por la madrugada, antes de amanecer, reciben un llamado desde la sala de radio donde informan acerca de un servicio: una moto derrapada.

Foto: Ángela Montoya │ El Sol de Sinaloa

La estudiante de Administración de Empresas y su compañera toman su equipo de protección (por el Covid-19: careta y guantes) y salen a atender la emergencia.

Suben a la ambulancia, prenden las torretas y sirenas, que antes de su ingreso a la institución le causaban pánico, ya que “sabía que algo malo pasaba”; de prisa, entre el poco tráfico que hay en la ciudad a poco después de las cinco de la mañana, se dirigen al suroeste de la capital sinaloense.

En diez minutos están en el punto, en donde un charco de sangre las guió hasta el cuerpo yaciente de una persona del sexo masculino de corta edad, la cual se encontraba en un espacio pequeño sobre el asfalto, lo primero que pasó por su mente fue que la persona había fallecido en el impacto.

Foto: Ángela Montoya │ El Sol de Sinaloa

Lee aquí: Crónicas de Ambulancia: El accidente que marcó a Silvia Heras

Al acercarse, su compañera y ella se percataron de que el paciente aún tenía respiración y rápido, como su experiencia les decía, comenzaron con su labor, le dieron ventilación y taparon la hemorragia, en escasos cinco minutos se dirigían al hospital.

EL CASO

Durante el traslado, la también radio operadora, pensaba en él y en lo joven que lucía, sobre todo en aquellos sueños y vivencias que le quedaban en la vida, se engañaba a sí misma con lo evidente, el paciente tenía heridas diversas y, una que para ellas era crítica, en la cabeza, la cual cuenta, se habría podido evitar si hubiera llevado el casco protector.

A lo que observó la socorrista, el afectado llegaba a los escasos 20 años de edad y laboraba como repartidor, sin embargo en ese momento se dirigía a encontrarse con su padre.

Foto: Ángela Montoya │ El Sol de Sinaloa

En el camino al nosocomio más cercano, ambas paramédicas hacían “lo imposible para que se salvara, teníamos la esperanza que sobreviviera”, en los diez minutos que duró el traslado, Estefanía se repetía a sí misma lo joven que estaba el “muchacho” para que hubiera pasado por eso.

Al llegar al hospital, el más cercano, dijo que un hombre que pasaba por ahí, un conocido del papá del paciente les dijo que él se encargaría de dar la noticia al familiar, el cual lo estaba esperando. Los médicos se acercaron al joven e iniciaron las intervenciones, mismas que eran necesarias para estabilizarlo.

Foto: Ángela Montoya │ El Sol de Sinaloa

A pesar de que el servicio duró poco menos de una hora y de que la voluntaria se encontraba de vuelta en la estación, no podía dejar de pensar en el paciente que acababa de atender y en su corta edad que, a pesar de que habían hecho lo imposible por mantenerlo con vida, había fallecido mientras era atendido en el nosocomio.

Experiencias como esta marcan la vida de los socorristas de la Cruz Roja, y para Estefanía Meza “son muy difíciles de olvidar”, ya que a pesar de tener más de tres años en la institución se volvió uno de los servicios que siempre tendrá presente, aunque haya pasado hace solo pocos meses.



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Culiacán, Sin.- Esa noche había estado tranquila para Estefanía Meza, paramédica voluntaria en la Cruz Roja en Culiacán.

Ocurrieron dos o tres llamados, los cuales fueron rápidos y no significativos; ya por la madrugada, antes de amanecer, reciben un llamado desde la sala de radio donde informan acerca de un servicio: una moto derrapada.

Foto: Ángela Montoya │ El Sol de Sinaloa

La estudiante de Administración de Empresas y su compañera toman su equipo de protección (por el Covid-19: careta y guantes) y salen a atender la emergencia.

Suben a la ambulancia, prenden las torretas y sirenas, que antes de su ingreso a la institución le causaban pánico, ya que “sabía que algo malo pasaba”; de prisa, entre el poco tráfico que hay en la ciudad a poco después de las cinco de la mañana, se dirigen al suroeste de la capital sinaloense.

En diez minutos están en el punto, en donde un charco de sangre las guió hasta el cuerpo yaciente de una persona del sexo masculino de corta edad, la cual se encontraba en un espacio pequeño sobre el asfalto, lo primero que pasó por su mente fue que la persona había fallecido en el impacto.

Foto: Ángela Montoya │ El Sol de Sinaloa

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Al acercarse, su compañera y ella se percataron de que el paciente aún tenía respiración y rápido, como su experiencia les decía, comenzaron con su labor, le dieron ventilación y taparon la hemorragia, en escasos cinco minutos se dirigían al hospital.

EL CASO

Durante el traslado, la también radio operadora, pensaba en él y en lo joven que lucía, sobre todo en aquellos sueños y vivencias que le quedaban en la vida, se engañaba a sí misma con lo evidente, el paciente tenía heridas diversas y, una que para ellas era crítica, en la cabeza, la cual cuenta, se habría podido evitar si hubiera llevado el casco protector.

A lo que observó la socorrista, el afectado llegaba a los escasos 20 años de edad y laboraba como repartidor, sin embargo en ese momento se dirigía a encontrarse con su padre.

Foto: Ángela Montoya │ El Sol de Sinaloa

En el camino al nosocomio más cercano, ambas paramédicas hacían “lo imposible para que se salvara, teníamos la esperanza que sobreviviera”, en los diez minutos que duró el traslado, Estefanía se repetía a sí misma lo joven que estaba el “muchacho” para que hubiera pasado por eso.

Al llegar al hospital, el más cercano, dijo que un hombre que pasaba por ahí, un conocido del papá del paciente les dijo que él se encargaría de dar la noticia al familiar, el cual lo estaba esperando. Los médicos se acercaron al joven e iniciaron las intervenciones, mismas que eran necesarias para estabilizarlo.

Foto: Ángela Montoya │ El Sol de Sinaloa

A pesar de que el servicio duró poco menos de una hora y de que la voluntaria se encontraba de vuelta en la estación, no podía dejar de pensar en el paciente que acababa de atender y en su corta edad que, a pesar de que habían hecho lo imposible por mantenerlo con vida, había fallecido mientras era atendido en el nosocomio.

Experiencias como esta marcan la vida de los socorristas de la Cruz Roja, y para Estefanía Meza “son muy difíciles de olvidar”, ya que a pesar de tener más de tres años en la institución se volvió uno de los servicios que siempre tendrá presente, aunque haya pasado hace solo pocos meses.



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