/ sábado 26 de septiembre de 2020

Crónicas de Ambulancia: El accidente que marcó a Silvia Heras

Era joven cuando sucedió y un duro golpe de realidad la hizo reflexionar sobre el valor de la vida

Culiacán, Sin.- Silvia Heras carga consigo un mítico apellido entre las filas de Cruz Roja, son varios los paramédico de su estirpe que han desfilado en las guardias de la institución por varias décadas, esa y otras razones animaron a una joven Silvia a ingresar a la coordinación de juventud en 1986.

Ávida de conocimientos y con el respaldo de una vida mirando a su familia vestir el uniforme; Silvia se convierte en instructora aun estando bajo la coordinación de juventud, siendo menor de edad aun no podía subirse a una ambulancia.

Silvia era guiada por una generación legendaria en la institución y la responsabilidad del apellido Heras. Tenía 19 años cuando en su guardia de sábado por la mañana le avisaron de un accidente.

Años ochenta y la dinámica de trabajo era diferente, socorristas creados bajo la improvisación y camaradería con otros departamentos. Si salía bomberos; salía Cruz Roja y viceversa. Un claxon avisaba o el chiflido conocido de un elemento.

AQUEL EPISODIO

No eran más de las 10 de la mañana cuando ya iban rumbo al servicio, un llamado de un choque en la carretera rumbo a El Salado. Gente de experiencia a cargo del servicio y Silvia Heras lista para seguir aprendiendo.

Detrás de la caravana de vehículos de rescate iba la ambulancia de Silvia, cuando llegan a la curva que indicaba el reporte se encuentran con un escenario clásico de esos accidentes. Rápidamente evalúan el caso y se trata de un aparatoso choque entre una camioneta y un tráiler de carga.

La socorrista se adelanta para auxiliar a cualquier herido. A la distancia mira en el espacio del conductor de la camioneta a un hombre de alrededor de 50 años, esta recargado en el volante y presenta señales de no estar herido.

Camina rumbo a la camioneta y a empujones trata de abrir la puerta; una imagen trágica y dolorosa la recibe así como el fuerte e inconfundible olor a sangre y muerte.

En la camioneta viajaban 3 mujeres jóvenes; adolecentes que iban a estudiar a Culiacán. Manejando iba el padre, hombre de 50 años que las traía cada semana a que tomaran sus cursos en la capital. Una imprudencia de un tráiler que los impacto de frente y acabó con esos sueños de superación tan nobles.

Foto: Jesús Verdugo │ El Sol de Sinaloa

Silvia encontró frente a sus ojos al padre cercenado por la mitad; de la cintura para abajo no había nada más que sangre y el gesto del fallecido indicaba una muerte instantánea. La socorrista sintió que sus rodillas se vencían ante la imagen y su estómago se estrujó tal que la hizo doblarse.

El jefe de servicio la miró y la apartó del lugar; ya no había más que hacer. Silvia estaba perdida, desorientada y fuera de la realidad para ese momento. En el fondo quería seguir ayudando pero no coordinaba su mente y su cuerpo por el shock emocional.

Frente a la camioneta se rascaban la cabeza los bomberos y socorristas ante tal hecho, se asomaron un poco debajo de los hierros retorcidos y vieron el cuerpo desmembrado de una muchachita entre el motor de la pickup.

Silvia estaba tan desorientada que solo atajaba a pasar utensilios de curación a sus compañeros. Ellos la clamaban y regresaban el equipo pues no había sobrevivientes. Al final la socorrista se apartó del accidente y sentada en un camión de bomberos retomó su calma.

No había más que hacer ahí y partieron de regreso a Culiacán. En Silvia cambió algo, su mente le daba vueltas en la identificación de ese accidente: y ¿si le pasa a mi familia? ¿Si me pasa a mí? Pensaba.

Foto: Cortesía │Cruz Roja

IMPACTO

Gajes del oficio, dice que son. La manera en que el servicio de socorrista te impacta en la vida y le hace pensar en todas las posibilidades trágicas que pueden alcanzarte. Un gran paso de madurez fue el que dio Silvia en ese momento.

El camino de regreso fue en silencio, cada uno tratando de acomodar su mente tras lo vivido. Heras no preguntó ni se enteró sobre qué pasó con las otras dos jóvenes, ella supone que murieron y con esa imagen se queda.

Silvia Angélica González Heras siguió su camino en Cruz Roja y se convirtió en una digna representante del apellido, una excelente instructora y ahora, miembro de la coordinación de veteranos. Sigue en su empeño de servir y apoyar al herido y necesitado, como siempre.

Te puede interesar: Crónicas de Ambulancia: Otra historia de las balas en el Malecón

PERFIL

Silvia Heras cuenta con una larga trayectoria en las filas de Cruz Roja, ya que ingresó en el año de 1986, a los 19 años; hoy forma parte del grupo de veteranos desde donde se mantiene activa en su forma de ayudar a la gente.

Foto: Cortesía │Cruz Roja

Para saber

En la década de los 80 el narcotráfico ya hacía patente su violencia en Culiacán, con hechos sangrientos que marcaron a miles de personas.






Lee más aquí↓




Culiacán, Sin.- Silvia Heras carga consigo un mítico apellido entre las filas de Cruz Roja, son varios los paramédico de su estirpe que han desfilado en las guardias de la institución por varias décadas, esa y otras razones animaron a una joven Silvia a ingresar a la coordinación de juventud en 1986.

Ávida de conocimientos y con el respaldo de una vida mirando a su familia vestir el uniforme; Silvia se convierte en instructora aun estando bajo la coordinación de juventud, siendo menor de edad aun no podía subirse a una ambulancia.

Silvia era guiada por una generación legendaria en la institución y la responsabilidad del apellido Heras. Tenía 19 años cuando en su guardia de sábado por la mañana le avisaron de un accidente.

Años ochenta y la dinámica de trabajo era diferente, socorristas creados bajo la improvisación y camaradería con otros departamentos. Si salía bomberos; salía Cruz Roja y viceversa. Un claxon avisaba o el chiflido conocido de un elemento.

AQUEL EPISODIO

No eran más de las 10 de la mañana cuando ya iban rumbo al servicio, un llamado de un choque en la carretera rumbo a El Salado. Gente de experiencia a cargo del servicio y Silvia Heras lista para seguir aprendiendo.

Detrás de la caravana de vehículos de rescate iba la ambulancia de Silvia, cuando llegan a la curva que indicaba el reporte se encuentran con un escenario clásico de esos accidentes. Rápidamente evalúan el caso y se trata de un aparatoso choque entre una camioneta y un tráiler de carga.

La socorrista se adelanta para auxiliar a cualquier herido. A la distancia mira en el espacio del conductor de la camioneta a un hombre de alrededor de 50 años, esta recargado en el volante y presenta señales de no estar herido.

Camina rumbo a la camioneta y a empujones trata de abrir la puerta; una imagen trágica y dolorosa la recibe así como el fuerte e inconfundible olor a sangre y muerte.

En la camioneta viajaban 3 mujeres jóvenes; adolecentes que iban a estudiar a Culiacán. Manejando iba el padre, hombre de 50 años que las traía cada semana a que tomaran sus cursos en la capital. Una imprudencia de un tráiler que los impacto de frente y acabó con esos sueños de superación tan nobles.

Foto: Jesús Verdugo │ El Sol de Sinaloa

Silvia encontró frente a sus ojos al padre cercenado por la mitad; de la cintura para abajo no había nada más que sangre y el gesto del fallecido indicaba una muerte instantánea. La socorrista sintió que sus rodillas se vencían ante la imagen y su estómago se estrujó tal que la hizo doblarse.

El jefe de servicio la miró y la apartó del lugar; ya no había más que hacer. Silvia estaba perdida, desorientada y fuera de la realidad para ese momento. En el fondo quería seguir ayudando pero no coordinaba su mente y su cuerpo por el shock emocional.

Frente a la camioneta se rascaban la cabeza los bomberos y socorristas ante tal hecho, se asomaron un poco debajo de los hierros retorcidos y vieron el cuerpo desmembrado de una muchachita entre el motor de la pickup.

Silvia estaba tan desorientada que solo atajaba a pasar utensilios de curación a sus compañeros. Ellos la clamaban y regresaban el equipo pues no había sobrevivientes. Al final la socorrista se apartó del accidente y sentada en un camión de bomberos retomó su calma.

No había más que hacer ahí y partieron de regreso a Culiacán. En Silvia cambió algo, su mente le daba vueltas en la identificación de ese accidente: y ¿si le pasa a mi familia? ¿Si me pasa a mí? Pensaba.

Foto: Cortesía │Cruz Roja

IMPACTO

Gajes del oficio, dice que son. La manera en que el servicio de socorrista te impacta en la vida y le hace pensar en todas las posibilidades trágicas que pueden alcanzarte. Un gran paso de madurez fue el que dio Silvia en ese momento.

El camino de regreso fue en silencio, cada uno tratando de acomodar su mente tras lo vivido. Heras no preguntó ni se enteró sobre qué pasó con las otras dos jóvenes, ella supone que murieron y con esa imagen se queda.

Silvia Angélica González Heras siguió su camino en Cruz Roja y se convirtió en una digna representante del apellido, una excelente instructora y ahora, miembro de la coordinación de veteranos. Sigue en su empeño de servir y apoyar al herido y necesitado, como siempre.

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PERFIL

Silvia Heras cuenta con una larga trayectoria en las filas de Cruz Roja, ya que ingresó en el año de 1986, a los 19 años; hoy forma parte del grupo de veteranos desde donde se mantiene activa en su forma de ayudar a la gente.

Foto: Cortesía │Cruz Roja

Para saber

En la década de los 80 el narcotráfico ya hacía patente su violencia en Culiacán, con hechos sangrientos que marcaron a miles de personas.






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