Culiacán, Sin.- Aquella madrugada, tras varias horas de servicios, los paramédicos en turno en la base de Cruz Roja descansaban en las habitaciones de socorros, cuando el chillido de la chicharra despertó a Eduardo.
La radioperadora señaló un tiroteo a las orillas de la ciudad, con una persona herida.
De prisa, junto al operador de la ambulancia, tomaron los materiales posibles a necesitar y el casco de protección ante cualquier actividad.
Ya en la ambulancia sonó la sirena en la callada ciudad capitalina, esta vez se dirigían a una colonia conocida por su inseguridad en las calles.
En menos de seis minutos la ambulancia entró a un sector de oscuridad; no tardaron en localizar el sitio del atentado, ya que varias patrullas policiacas se encontraban acordonando el lugar.
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EL CASO
Al estacionar el paramédico y su acompañante sacaron sus celulares, para ayudarse con la luz de estos y brindar mejores atenciones.
Tras acercarse al paciente que se encontraba tirado sobre la terracería, Valenzuela Delval logró localizar las heridas por arma de fuego que tenía el hombre, por lo que prosiguió a tratar las hemorragias.
De pronto a lo lejos se escuchó el rugir de un motor, para luego escucharse el crujir de las llantas en la tierra suelta, al mismo tiempo que los elementos policiacos cargaban sus armas.
Eduardo sintió como si la vida se fuera acabar, un frío recorrió su cuerpo dejándolo inmóvil. Trató de no pensar lo que se venía, sólo la imagen de su familia se hizo presente y volteó hacia atrás, esperando la peor de las escenas.
En estas situaciones cuenta, no sabes qué hacer “lo que quieres es ayudarlo (al paciente), cuidarlo y cuidarte a ti mismo”.
Los gritos de histeria lo hicieron volver a la realidad, un hombre había bajado del automóvil exigiendo una respuesta ante lo ocurrido, pedía ver a su hermano.
Ante esto, el joven Delval le permitió al hermano de la víctima acercarse y ver que este se encontraba con vida y estable.
Luego de la cardiaca situación, procedieron a subir al hombre herido al carro-camilla para ser trasladado en la unidad de socorros.
De camino al hospital, dos patrullas policiacas acompañaban a la ambulancia, que se habría paso por la oscura madrugada.
En la parte trasera Valenzuela Delval cuestionaba al paciente sobre su estado y más preguntas de rutina, al mismo tiempo que toma signos vitales, trataba las hemorragias y canalizaba.
El camino al nosocomio fue corto, en siete minutos se encontraban en el área de urgencias siguiendo el protocolo de entrega del paciente al médico en turno.
Tras casi una hora de haber partido de la delegación Jesús Eduardo y su compañero que operaba la ambulancia se encontraban de vuelta comentando sobre lo sucedido, y sobre las posibles acciones que habrían tomado si se presentaba algún tipo de tentado.
PERFIL
Jesús Eduardo Valenzuela Delval, ingresó a Cruz Roja cuando tenía 20 años de edad. Señala desde joven le llamaron la atención las ambulancias, el qué pasa dentro de estas.
Fue así que después de mudarse a La Cruz de Elota se acercó a la institución y ahí fue bien recibido.
Actualmente es voluntario en la benemérita, mezclando sus horas en Cruz Roja con su trabajo como enfermero en dos hospitales de la ciudad y los estudios de administración de empresas.
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