Culiacán, Sin.- Miguel Ángel Barajas era un joven de 17 años cuando entró a las filas de la benemérita institución. Su curiosidad lo llevó a experimentar hechos inquietantes para su edad y experiencia; como aquella tarde en que suturaban un herido del cráneo, y con su mano levantó el cuero cabelludo del paciente haciendo que sus entrañas se reacomodar y sus rodillas temblaran: bienvenido a Cruz Roja.
Era 1978 y el servicio lo llevó a la colonia Las Cucas, entre lodo y lomas de tierra alcanzaron el destino sin saber que les esperaba. Época diferente de criterios diferentes; una mujer sufrió un aborto y la prioridad total recaía en ella, Miguel la atendió buscando mantenerla con vida después de toda la sangre perdida, pero sus ojos eran atraídos por el producto que había expulsado.
Pequeña criatura de pocos centímetros, Miguel lo tomó en su mano y aún quedaba espacio. "Vámonos", le dijeron. Pero el socorrista se percató de que el feto presentaba respiración y se lo llevó al hospital.
Sin explicarse bien cómo, Miguel mantuvo con vida al pequeño. Recuerda sorprendido como era de raro para él ver una persona tan diminuta con vida, algo inexplicable para su experiencia todavía.
EN EL HOSPITAL…
Llegaron al hospital donde no había incubadora, Miguel no paró ahí y buscó a los médicos para que recibieran al bebé prematuro. Tras minutos de gestión y convencimiento no comunes en socorristas, logró entregar al neo nato a las manos de un especialista que se comprometió a tratarlo y ponerlo a salvo.
Miguel reflexiona y dice: "Yo soy socorrista para ayudar a la gente que lo necesita, no busco saber que pasó después, si vive y si quiere recompensarme, pues saber que ayude es mi satisfacción".
1986 y Miguel estaba retirado de las filas de Cruz Roja, tras diez años de servicio ininterrumpido decidió tomar otros caminos. Pero con la insignia tatuada en el corazón estaba atento siempre de poder ayudar. Acompañó a su esposa a tomar un autobús a Eldorado, en su camino a la salida de la Central de Autobuses de topó con un accidente brutal.
Un imprudente camión arrolló a un pequeño niño vendedor de periódicos, le pasó completo por el lado izquierdo de su cuerpo; dejándolo mal herido y con múltiples fracturas. Miguel actuó rápido y comenzó a auxiliarlo.
Decenas de curiosos se arremolinaron en el andén para ver el espectáculo con morbo. Uno de ellos, en su infinita ignorancia quiso tomar al menor y arrastrarlo a su camioneta; "aquí está la Cruz Roja enfrente, yo lo llevo", dijo.
Miguel impuso su autoridad con firmeza; "nadie se lo va llevar, aquí lo estabilizo y esperemos que un paramédico venga con camilla. ¡Ve y búscalo!" Ordenó.
Mientras esperaba, el ex socorrista tenía en brazos al menor, y sin más que hacer trataba de consolarlo para no dejarlo caer en la inconsciencia. Él recuerda cómo veía en el sangrado rostro del niño como perdía su color y sus respiraciones se hacían más lentas.
Tras unos minutos, los paramédicos arribaron al lugar y gracias a la labor de Miguel, lo trasladaron con vida a la clínica. Con más esperanzas que miedo, el ex socorrista continuó con su camino y con su vida.
2018 y Miguel Ángel Barajas es miembro ya, desde hace 8 años, de la coordinación de Veteranos de Cruz Roja. Una nueva etapa de ayuda diferente; una mano solidaria y sabia como primera línea de contacto con los pacientes más graves y un empujón de experiencia con los paramédicos más jóvenes.
Miguel iba en su moto por un concurrido bulevar, era medio día y los engañosos claroscuros que dejan las sombras de los árboles con el sol, obligaban a poner mucha atención. Metros adelante de su camino, el veterano, vio como un auto compacto atropelló a una despistada joven que se cruzó el alto usando el celular.
Miguel paró su motocicleta y vio en el horizonte desaparecer al automóvil agresor. Rápidamente bajó lo que traía con él como kit de emergencia, revisó las heridas de la joven, que aún con vida, ya estaba inconsciente. Llamó la atención una herida grande en su barbilla y muchos raspones.
La colocó sobre unos cartones para evitar que el concreto, caliente por el verano, quemara la piel de la joven. Curiosos del lugar llamaron a Cruz Roja y en la espera, Miguel logró estabilizar como pudo a la muchacha.
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Curiosamente cuando arribaron los paramédicos apartaron a Miguel de la zona, el experimentado socorrista solo se identificó como veterano y dejó que los jóvenes la trasladaran con vida al hospital, Miguel siguió su camino.
Con 64 años y una vida llena de contrastes, Miguel Ángel Barajas resume sus historias con los valores de la humanidad y solidaridad, suspira al recordar esos 3 hechos ocurridos en diferentes etapas de su vida que definen bien el servicio de un socorrista entregado a su servicio.
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