Culiacán, Sin.- Durante sus inicios en Cruz Roja, Juan Antonio Castro, disfrutaba llevar a cabo su labor de servicio como rescatista, lo que jamás imaginó fue crear su propio rescate.
Esa tarde de verano cuando se encontraba descansando junto a sus compañeros, en la estación, desde la radio recibieron un llamado, donde les informan deben trasladar a un hombre desde el Aeropuerto de Culiacán, hasta el Sanatorio Valle, hoy el Hospital Culiacán.
Partieron poco antes de que el sol se ocultara, su sorpresa fue que al llegar al Aeropuerto unas patrullas policiales les recibieron y guiaron hasta la pista de aterrizaje.
La espera en el sitio fue de casi una hora, en la que hablaban del caso; la persona a la cual debían trasladar había sido herido de bala, y por la gravedad se debía tomar la mejor ruta.
Al llegar la aeronave proveniente de la Sierra Madre, los rescatistas de manera inmediata subieron al paciente a la parte trasera de la unidad de auxilios.
EL TRASLADO I
El camino era seguro, patrullas de la Judicial y Tránsito abrían paso deteniendo los coches que transitaban la ciudad capitalina, Castro recuerda el ruido de las sirenas era al atardecer.
Ya habiendo recorrido más de medio camino de espaldas al sol, en dirección al Sanatorio, por uno de los Bulevares más transitados de la ciudad a la altura de un Colegio reconocido, una joven veinteañera esperaba el cruce cuando entre el ruido provocado por la escena decidió cruzar la calle.
Antonio Castro recuerda alertar al operador sobre la “muchacha”, a lo que era demasiado tarde, esta había sido arrollada por la unidad de socorros.
EL CASO
Al parar la ambulancia, los elementos policiales se acercaron buscando la razón del acto, y sorprendidos por el hecho se dispusieron a ayudar.
Juan Antonio, abrió la puerta y corriendo se acercó a la joven que había quedado a más de 15 metros atrás de la ambulancia. Preocupado, observó cómo sus acompañantes en la escena querían saber el estado de la mujer.
Tomó pulso, y sintió un ligero alivio recorrer su cuerpo, esta seguía viva; lo siguiente era transportarla para que recibiera atención médica.
A como pudieron él y la tripulación subieron a la herida a la parte trasera de la ambulancia, ahora le hacía compañía en la misma camilla al hombre ensangrentado con destino al sanatorio.
EL TRASLADO II
De nueva cuenta partieron, modificando ligeramente su ruta pararon en la estación de Cruz Roja, donde la mujer permanecería bajo observación médica.
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Pasaron los días, y por compañeros Antonio Castro se enteró que el hombre proveniente de la sierra había fallecido, sin embargo, la suerte los había abrazado con la mujer quien después de un año del suceso se volvió su amiga.
PERFIL
Juan Antonio Castro se unió a la benemérita institución en 1975, después de cumplir la mayoría de edad. Su tiempo en Cruz Roja fue hasta 30 años en los que brindó cientos de servicios.
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