Culiacán, Sin.- Esa tarde Jesús Domínguez, paramédico remunerado de Cruz Roja, recién se había integrado a su turno, cuando desde el radio llaman para un traslado de emergencia, sobre un paciente en estado crítico en Urgencias.
Al entrar a la sala Jesús sintió como si el tiempo se detuviera, un menor se encontraba sobre una de las camas en situación grave, su piel era casi azul y sus ojos estaban en blanco.
La madre del pequeño estaba a su lado, con llantos desesperados y enternecedores suspiros, rogaba por la vida de su hijo.
Al voltear su vista al médico se reflejó una cara de angustia, lo cual preocupó al paramédico, pues en sus años en la institución no había visto tal hecho.
Se acercó al doctor, quien le dio el informe: “Infante masculino, 5 años, probable intoxicación por metanfetamina, ¡necesito que lo traslades ya!”.
RUMBO AL HOSPITAL
La noción del tiempo había regresado y Jesús debía apresurar el trayecto del menor al Hospital Pediátrico; de camino a la ambulancia mientras chillaban las llantas de la camilla aún dentro de Cruz Roja, los especialistas cuestionaban a la mujer sobre lo ocurrido, a lo que ella señaló la adicción de su pareja y la curiosidad del menor que lo llevó a tomar lo que estaba “guardado”.
En ese momento Jesús supo que el traslado debía ser inmediato, por lo que indicó al operador de la unidad tome la ruta más accesible, aun cuando debía tomar calles contrarias.
Lo que en ese momento Domínguez pensaba era que se trataba de un niño en calidad crítica, un niño por sobredosis, un niño que se podía morir, se debía actuar rápido y de la mejor manera.
Las calles de la ciudad capitalina lucían como cualquier día de abril, el tráfico tranquilo yendo de norte a sur, mientras en la parte trasera de la unidad de socorros la madre imploraba por la vida de su pequeño, no quería que se muriera, que a su hijo no se lo llevara.
HABILIDAD MENTAL
Mientras por la mente del joven paramédico pasaban un sinfín de pensamientos, que iban desde la peor situación hasta las mejores soluciones para atender cualquier escenario.
Al detenerse la ambulancia en las afueras de la Sala de Urgencias del “Hospitalito”, personal médico del sitio se encontraba a la espera del menor; quienes al momento de arribar la unidad se apresuraron a trasladar al pequeño al área de choque.
Mientras las puertas de la sala de choque se cerraban, la madre y su angustia quedaron detrás.
Al momento de realizar el cambio de camilla el menor entró en paro, y de nueva cuenta el tiempo se detuvo. Los médicos señalan el mal pronóstico del menor por la falta de pulso, al instante los presentes buscaron qué hacer, teniendo en cuenta que lo primero a realizar debía ser la salida de la sobredosis, para la cual no existe antídoto en un menor de escasos años.
Fueron diez minutos que Jesús Domínguez sintió como una eternidad, en las que brindó RCP al infante logrando su regreso a la vida. Lo siguiente corrió a manos de los especialistas del Hospital, realizando la intubación y el traslado del menor al área de Cuidados Críticos.
UNA VEZ SALVADO
De vuelta a las puertas de la sala Jesús podía observar que la angustia permanecía en el rostro de la mujer, pensaba en las palabras que debía decir a esta tras el suceso y el estado crítico en el que el niño permanecía.
Esa misma tarde, una hora antes de la salida de su turno en la base de Bomberos Arboledas llamaron para un traslado; el paciente, otro infante. Justo ahí mil cosas pasaron por su mente rogando que no fuera una situación similar a la pasada.
Al llegar a la estación de Bomberos, un bebé de al menos 5 meses yacía recostado mientras su cuerpo convulsionaba; al respecto los rescatistas señalaron que habían realizado todas las intervenciones para bajar la temperatura sin obtener resultados.
El traslado sería al mismo Hospital donde hacía menos de seis horas atrás Domínguez había llevado al pequeño intoxicado.
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Esta vez traslado fue rápido, la madre de igual forma suplicaba por la vida del pequeño. Señalando que la situación se había agravado después de intentar reducir un malestar con remedios caseros.
Esto hizo que Jesús Domínguez reflexionara sobre la complejidad de la vida misma.
“Es difícil, sé que las personas caen en la drogadicción, sé que toman diferentes maneras de afrontar sus condiciones de vida, de tener un familiar adicto y crecer en algún hogar disfuncional. O que por la irresponsabilidad ocurren los daños colaterales”.
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