Culiacán, Sin.- Todos nos hemos percatado, en su momento, de algún indigente que ande deambulando por las principales calles del centro de la ciudad, unos en parques, en universidades, plazas públicas, bajo los puentes, por lo general su aspecto son cabello tieso, sus manos sucias con costras de mugre, uñas largas, piel reseca como lija.
Se distinguen también por traer su ropa rota, la mayoría no trae zapatos, el aroma que despiden, puede percibirse a metros de distancia, que a muchos molesta.
Día a día se mira a más personas con estas condiciones en nuestra ciudad, hacen su peregrinar con la cabeza agachada, alejados de la realidad y la sociedad, son acompañados, a veces, por un perro, quien se convierte en su mejor amigo y con quien comparten el alimento que consiguen en los depósitos de basura.
Son los indigentes, personas que andan en la calle desprotegidos, marginados, abandonados, invisibles para las autoridades y la sociedad.
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Por ello, me di a la tarea de recorrer el centro de la ciudad, haciendo una encuesta con los ciudadanos, referente a los indigentes; esto fue lo que respondieron:
Es molesto su mal olor, algunos andan diciendo malas palabras, otros piden limosna, si no les das, te escupen.
Mariana López, estudiante
Rodrigo Pérez, comentó que es molesto que negocios de comida que están en el Edificio La Lonja, permitan la entrada a personas a pedir limosna, expiden mal olor, debe de haber un control de ello.
Por la avenida Alvaro Obregón, frente al Hotel San Marcos, ahí se llevan 2 o 3 indigentes que siempre están alcoholizados, se llevan dormidos, es horrible el olor, las autoridades correspondientes no hacen nada, pasan y como si no los ven, eso es molesto.
Josefina Quintero, ama de casa
Abordé a un indigente, originario de Chiapas, llamado Neto, quien tiene ya en la capital sinaloense más de ocho meses, con la esperanza de seguir su peregrinar hacia la Unión Americana, pero se quedó porque le gustó la ciudad, su gente.
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-¿Cómo es la primera noche en la calle?
No te das cuenta que estás en la calle. No tienes dinero, si llegas a tenerlo, te lo quitan los policías. Vas pasando el rato en el sitio que estás sin saber qué esperas y empalmas sin pegar ojo, solamente te acompañan colillas de cigarros, tiemblas de frío, te sientes completamente destruido y rodeado de periódicos y cartones.
-¿Piensas que es solo por una noche?
-No, yo era consciente que era esa noche y las siguientes. Lo que no te imaginas es que vaya a ser eterno, que vaya a durar siempre. Parece como si estuvieras esperando un milagro.
- El alcohol ¿Qué importancia tiene en este proceso?
-Es determinante para caer en la calle y también para aguantar en ella, para aguantar los recuerdos que te van torturando. Te conviertes en alcohólico sin darte cuenta.
-¿Cómo es Culiacán para una persona sin techo?
Te das cuenta de que eres un estorbo para la gente, les incomodas. Y ya no te digo si te acercas, aunque sea con toda la buena educación del mundo, a pedirles un peso, pero eso, el mal olor que expide nuestra ropa, creo que tú lo estás percibiendo, porque te noto incómodo.
-¿El rechazo de la gente, cómo lo recibes?
-No es justo, pero sí es normal. Esto es lo que sucede cuando una persona cargada de bolsas, con las barbas largas, que incluso puede oler mal está en un sitio donde todas las personas van vestidas para ir a trabajar, comer, o platicar, es cuando te señalan por verte así.
-¿Te has encontrado gente comprensiva?
-Sí, pero habría que matizar si causan más dolor las personas que te miran con desprecio y que piensan que eres una ruina de persona o las personas caritativas. Las personas que te vienen a ayudar con una limosna y te quieren dar ánimos te reblandecen y lo que hacen es hundirte más. Te hacen ser todavía más consciente de tu ruina.
-¿Cómo se vive en la calle?
- Deteriorarte en todos los aspectos, poco a poco te van invadiendo las enfermedades, por mala alimentación.
- ¿Te han golpeado?
Muchas veces, me he dirigido con la policía, y solo me ignoran, me ofenden, finalizó.
Es de entenderse, que ya son muchos los indigentes que se topa uno en nuestra ciudad, ocultos o cobijados, caminando sin rumbo, como invisibles a los ojos de la ciudadanía, lo que sí es un hecho, es la rutina de una persona sin hogar que luchan para satisfacer las necesidades básicas de su vida.
