Culiacán, Sin.- ¡Todo se derrumbó…” lloraban algunos jóvenes de la comunidad Lésbico Gay cuando el presidente de la mesa directiva del congreso del estado cantaba: se rechaza el dictamen.
No daban crédito que en Sinaloa no se aprobara el matrimonio igualitario, el sentimiento de estos grupos se unía a la cara desencajada de la coordinadora del grupo parlamentario de Morena, Graciela Domínguez quienes no solo perdían, sino que seis diputados de su propia bancada le jugaron a las vencidas y le ganaron.
Desde temprano el congreso se empezó a inundar de grupos religiosos que con pancarta en mano rechazaban la unión de dos personas del mismo sexo, pero también los que estaban a favor llegaban desafiantes, abrazados y con la bandera del arco iris ondeando.
Una de las primeras en llegar fue la diputada de Morena, Flor Emilia Guerra, vestida toda de negro y con paso garboso aclaró su ajuar “el día de hoy soy satanás…”
Pasadas las nueve de la mañana, llegaron los de la comunidad gay con la bandera que identifica a estos grupos y una de las señoras religiosas, se encaminó: la voy a escupir, dijo, y sus mismas compañeras la retiraron “no, no los provoques”.
Rogelio Rocha, obispo de la iglesia apostólica aseguraba que ahí estaban presentes católicos, apostólicos, mormones “porque todos tenemos derecho a expresarnos”.
Pasaban los minutos, la gente estaba desesperada por ingresar al recinto parlamentario, Marcela Amézquita con una pancarta donde se leía “Soy católica, soy homosexual…matrimonio igualitario”, se revolvía entre los religiosos y una señora de un pequeño frasquito le arrojaba agua bendita.
¡Ellos son los brujos…no uno! contestaba un poco molesta y señalaba a los religiosos vestidos de blanco “doble moral…aquí vienen muchos tapados, traen a sus esposas, pero tienen su pareja gay…lo digo porque los conozco, los puedo señalar”.
Ingresaban al recinto parlamentario. Los de la comunidad del lado derecho y los religiosos del lazo izquierdo, de inmediato se trenzaban en descalificaciones.
¡Viva la familia!, gritaban los religiosos. “Constitución, no religión”, contestaban los de la comunidad.
Afuera del recinto, entre la rebatinga, unos querían entrar y otros no lo permitían lo que ocasionó un quebradero de vidrios de la puerta de una de las entradas, mientras los de la comunidad gay, mostraban su descontento porque en la parte de abajo se les permitió el acceso a gente “fufurufa”, decían al ver a varias señoras muy bien vestidas ocupando los lugares de la parte baja y a ellos los mandaban en las butacas de la parte superior.
“Diputada Graciela, diputada Graciela, no permita que nada más los fifís están abajo, o también a los chairos permítanos estar ahí…” le gritaban a la diputada, quien en ese momento se paraba para que le acomodarán una bandera del arco iris que hacía juego con su mascada.
También hacían su entrada al recinto parlamentario las diputadas de Morena, Yeraldine Bonilla con una falda con los colores del orgullo gay, se decía triunfadora, levantaba la manos cuando sus le aplaudían, sin saber que una hora después lloraría junto con otro joven su derrota.
Beatriz Adriana Zárate ondeaba la bandera LGBT “soy de izquierda, no niego mis principios que son los de Morena”, decía y criticaba a sus compañeros de bancada: “Si votan en contra como los de Michoacán, se les pudiera correr del partido, pero aquí no lo podemos hacer, porque perderíamos la mayoría”.
Iniciaba la discusión del dictamen, la primera en manifestarse a favor fue la diputada de Morena, Francisca Abelló, quien a cada momento los grupos religiosos la interrumpían, pese a que ella al inicio de su intervención los regañaba y les pedía que la dejaran hablar, situación que no logró, guardaba largos silencios y para poder acallar a los manifestantes, les decía a cada momento: “ya voy a terminar…ya voy a terminar” y los gritos de rechazo arreciaban.
¡El gobernador metió mano…el gobernador metió mano! acusaban y aseguraban que la noche del lunes se reunió con algunos diputados para tirar línea.
Luego la diputada Elva Margarita Inzunza en nombre del grupo parlamentario del PRI, se manifestaba en contra, ante el rechazo de la comunidad lésbico gay y apoyada por los grupos religiosos.
¡Homofóbica…homofóbica! le gritaban y la destanteaban. Su coordinador Sergio Jacobo, nervioso se levantaba de su curul buscando la manera de que viera las señas de que cortara el discurso.
¡Morena…Morena defiéndenos! pedían y acto seguido increpaban a la priista: “eres minoría, eres minoría” y los religiosos la cobijaban con un unísono grito: somos mayoría, somos mayoría y vamos a ganar”.
También el coordinador del grupo parlamentario del PAN, Jorge Villalobos hablaba en contra del dictamen y al igual que el PRI señalaba que estaba a favor de la familia.
El diputado de Morena, Pedro Villegas Lobo, molesto en tribuna criticaba al PRI y al PAN y se iba en contra del panista, al recordarle aquella famosa reunión en Puerto Vallarta de diputados federales del PAN donde se embriagaron e involucraron con bailarinas de table dance.
¡Montana…Montana! le gritaban al diputado panista desde el graderío.
Acto seguido, el diputado Villalobos Seañez se defendió, al advertir que el diputado de Morena ante la falta de argumentos e ideas, sólo descalificaba.
Se ponía a votación y perdían los que están a favor del matrimonio igualitario.
“Con 20 votos en contra y 18 a favor, se rechaza el dictamen” cantaba el diputado Marco César Almaral, quien había votado a favor.
El desconcierto de la coordinadora del grupo parlamentario de Morena, Graciela Domínguez, el llanto de la morenista Yeraldine Bonilla, la euforia de Fernando Mascareño que ondeaba un pañuelo blanco y el júbilo de Apolinar García que sacaba una bandera mexicana y la paseaba por las curules mostraban la vulnerabilidad de Morena y la derrota del movimiento LGBT en Sinaloa.