Culiacán, Sin.- En su vulcanizadora de la colonia Loma de Rodriguera, don Pablo Ramírez no sólo cambia las llantas de los vehículos y motocicletas, sino es un taller donde fabrica sus sueños y sus propios muebles hechos con neumáticos reciclados, evitando así que vayan a parar a un relleno sanitario y generen más contaminación al medio ambiente.
Tiene más de 30 años trabajando como llantero de su propio negocio, ahí cambia y desponcha las llantas para todo tipo de vehículo. Pero también tiene una pila acumuladas de llantas, esperándolo para crear su arte.
Desde los cinco años ha trabajado, inició a esa edad en una ladrillera y ahí pasó casi toda su infancia y adolescencia. Pablo relata que alternaba el estudio con su trabajo, sin embargo, por cuestiones económicas tuvo que abandonar la escuela cuando cursaba la secundaria.
“Me retiré de la escuela porque éramos muchos hermanos, había que darles de comer a los más hermanos y la necesidad. Mis padres no tenían para todos y teníamos que sacrificarnos, somos 14 hermanos y yo el mayor de los hombres, pues tuve que salirme”, expresó.
Conforme pasaron los años, optó por dejar de trabajar en la ladrillera y darle oportunidad a otros oficios, fue carpintero, albañil y por último llantero, oficio donde descubrió cuál era su verdadero talento.
UN LLANTERO CON VISIÓN
A la edad de 30 años, decidió poner un negocio propio. Adaptó un espacio que tenía para poner su vulcanizadora, donde se dedicaba a arreglar, cambiar o vender llantas de repuesto.
A veces no las vendía y solo las apilaba en un rincón, comparte que su esposa se enojaba por ello, y le recomendaba que le diera un mejor uso o las reciclara.
“Así pasó el tiempo, yo trabajaba e iba guardando las llantas que no necesitaba, todo fue hasta que se me acabaron las sillas de plástico que tenía en el taller, ya no tenía dónde sentar a la gente, tuve que poner una llanta arriba de otra para que la gente se sentaran y ahí surgió la idea”, compartió.
Empezó colocando una llanta arriba de otra y sentar a la gente que llegaba a su negocio para que no esperaran su vehículo de pie, a decir de Pablo eran asientos muy incómodos, pero no había más.
En una ocasión señala que una persona allegada a él le explicó que le podía darle un giro completamente diferente a los neumáticos realizando diferentes muebles, cosa que para él era algo imposible de realizar.
DE LLANTERO A FABRICAR MUEBLES
Bastó con ver una fotografía de una silla elaborada con pura llanta y tornillos, para empezar a crear su obra de arte.
“Una vez me dijeron por ahí que era muy fácil hacer unas sillas con unas llantas, y me dio la idea vi que las podía tejer, y las empecé a hacer. Empecé echando a perder muchas cosas porque no daba con bola. Intenté a hacer una silla mecedora hasta que me salió”, dijo.
La primer silla que fabricó se la obsequió a su madre, sin embargo, menciona que prefirió quitársela al considerar que se podía caer de ella al no estar muy bien atornillada.
La silla estaba toda aguada, le dije nombre ama usted se va a caer de esto, le voy a hacer otra y si, hice otra que me quedó mejor.
Don Pablo
DISEÑOS NOVEDOSOS
A lo largo de su vida ha realizado diferentes diseños, van desde sillas, salas, jarrones, carretillas, columpios, motos y hasta un tren.
“A veces me piden otras cosas que están difíciles de elaborar y trato se darle forma. Lo más difícil que he hecho es un tren, me ayudaron a soldarlo y la verdad quedó muy bonito, es el que más trabajo me ha costado”, citó.
¿CUÁNTAS LLANTAS?
Para elaborar una silla, necesita alrededor de seis llantas. Las que funcionan para ello son las doble rodado, deportivas y de moto.
Por su complejidad, los costos de las sillas oscilan entre 500, 600 y 700 pesos, pero si el cliente quiere una sala completa el costo puede llegar hasta los cuatro mil pesos dependiendo el tamaño.
“Una silla la puedo hacer en un día, no sé ni cuánto duro, porque voy cortando tiras para tejer y hago varias piezas, aún no sé cuánto me lleva de tiempo”, aseveró.
Actualmente tiene decenas de pedidos, menciona que a veces no se da abasto y tiene que cerrar la vulcanizadora para dedicarse solamente a la fabricación de loa muebles.
“En la vulcanizadora si tengo ayudantes, pero para hacer mis muebles los hago yo solo, por eso cuando tengo muchos pedidos cierro la llantera y me enfoca en solo realizar los muebles y concentrarme solo en eso”, determinó.
A sus 62 años de edad, dice sentirse satisfecho y orgulloso de su labor, que si bien es un pequeño esfuerzo por cuidar el planeta es también una muestra de creatividad para sacar adelante a su familia.
“Me gustaría enseñar a cualquiera para que también sepa que las llantas se reciclen. Las llantas contaminan, por eso mejor hay que darle otro uso y estoy orgulloso de colaborar en el cuidado del medio ambiente”, concluyó.
DIRECCIÓN
Para los interesados, don Pablo se ubica en calle Central, esquina Rey Gaspar, número 7604.
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