Culiacán, Sin.- Las calles del centro de Culiacán se han convertido ahora en el escenario de don Rubén Torres de 67 años de edad, quien siguiendo su gusto por la música y ser la única alternativa que encontró para ganar unos cuantos pesos durante la contingencia, vive ahora de la buena voluntad de los culiacanenses.
Cada día, don Rubén sale de su casa con la esperanza de recibir el dinero suficiente para pasar la semana. Con su celular cargado al 100 por ciento y un plan de internet que paga con 10 pesos, para poder cantar un sin número de canciones desde las 9:30 hasta las 17:30 horas.
Sin perder de mente que hay días buenos y malos en este negocio, la primera parada es el estacionamiento en donde los dueños le hacen el favor de cuidarle su equipo: un diablito en donde carga una batería, una bocina, el micrófono y en una jaba tiene un cartel de cartón agradeciendo por los pesos recibidos y una botella para las monedas.
Hace 10 años, don Rubén cantaba por gusto en las cantinas de Estados Unidos, en donde vendía productos para sobrevivir y al tener siempre la espinita por tomar el micrófono, llegaba con el señor del piano o de la guitarra para juntos amenizar el rato.
“Siempre me ha gustado cantar desde que yo tenía 16-18 años, siempre me ha gustado cantar, desde cuándo empezó con las canciones que me gustaron, primero de José José, que eran la del olvido y que triste, desde esa fecha me ha gustado cantar siempre”, explicó.
Ahora los 20 años que tuvo la cantada como tiempo de ocio en Estados Unidos es un recuerdo más de su vida y la oportunidad de ganar dinero durante esta época de crisis que ha afectado a toda la sociedad. Al inicio de la contingencia el estacionamiento en donde trabajaba lavando carros, cerró por órdenes de las autoridades, obligando a don Rubén a resguardarse en casa por dos meses.
Fue cuando se dio cuenta de que sus ahorros estaban por acabarse, cuando tuvo que ideárselas para trabajar por cuenta propia, al ser consciente de que las oportunidades laborales ya no son un lujo que se puede dar por ser solo visto como una persona de la tercera edad y formar parte del sector vulnerable ante el coronavirus.
EDAD AVANZADA
“Casi no vi para ver otro trabajo, porque por la edad ya no me dan otro trabajo en ningún lado y luego yo aquí casi no tengo un currículo de trabajo, porque anduve trabajando en Estado Unidos como 20 años, el 2010 me vine aquí”, reconoció.
Don Rubén es un señor que a sus 67 años toma lo bueno y lo malo de la vida en su soledad, al no tener esposa e hijos y tener poco acercamiento con sus cinco hermanos. Lo que siempre lo tomó a buscar soluciones propias y en esta contingencia no fue lo contrario, cuando al ver músicos cantando por dinero, se le prendió el foco.
No tenía otro ingreso, ni nada, yo no hacía esto, pero tenía todo el equipo, me dio la idea para poder sacar algo de dinero, porque yo estoy solo, no tengo hijos, no estoy casado Don Rubén
Por cuatro meses, don Rubén se recuerda cada día que “con esto me la voy pasando, mientras empiezo a ver qué otra cosa hacer”, soportando las intensas temperaturas que se viven en Culiacán, el dolor de garganta por las horas que se la pasa cantando y de piernas, por el tiempo que está parado.
Añadiendo los cuidados que no debe olvidar para no ser contagiado de Covid-19, al ser consciente de que por su diabetes puede sufrir mayores consecuencias. Es por esto que siempre utiliza el cubrebocas y alcohol para desinfectar su equipo y aunque el temor no está presente, prefiere cuidarse.
NUEVO OFICIO
En sus primeras semanas como músico callejero del centro, don Rubén tuvo la dicha de recibir un gran apoyo por parte de las pocas personas que nunca dejaron de salir a las calles por trabajo, recibiendo hasta 300 pesos en un día, situación que ahora es diferente y aunque ya hay más ciudadanos en el primer cuadro de la ciudad, son menos los que dan dinero.
“Cuando empecé sí la gente daba más, como que ayudaba más y a veces hasta 200-300 pesos en un día, ya día más malo 150 pesos, así, por ejemplo, esta semana viene bien mala, ahorita, por ejemplo, este día no llevo ni 50 pesos, hay días buenos y días malos”, mencionó.
Es tanto su gusto y dedicación para obtener dinero que don Rubén ha logrado cautivar a algunos transeúntes, quienes se han acercado a decirle que les agrada como canta y las canciones que forman parte de su repertorio, esas que son conocidas como “viejitas, pero bonitas”.
Las gotas de sudor que recorren su cuerpo pasan a segundo plano, al igual que el hormigueo que pueda llegar a sentir en sus piernas que le piden un momento de descanso, al pensar en que “para que la gente le dé a uno tiene que estar cantando, si no está cantando, no te dan ninguna moneda”.
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Es en la hora de la comida cuando cuenta las monedas para decidir el alimento que tendrá en esa ocasión, algunas veces un platillo más elaborado y otras, solo una torta con agua.
Ya por las tardes, cuando los comercios empiezan a bajar sus cortinas aun con la luz del sol y ya no por las noches como sucedía antes de la pandemia, don Rubén toma su equipo y se dirige al estacionamiento para guardarlo y con lo mucho o poco que ganó se dirige a su casa para cenar, descansar y seguir la misma rutina al día siguiente.
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