Culiacán, Sin.- Hace cuatro años Carlos Leyva salió de Sonora rumbo a Culiacán, en mente tenía un plan que cambió totalmente cuando aplicó su conocimiento gráfico en las banquetas y así encontró una forma de vivir.
Conocido por sus dibujos más que por su nombre; el joven sonorense continúa pintando las banquetas culichis a cambio del apoyo con el que busca continuar su sueño.
Leyva dice que desde niño le ha gustado dibujar, que se le facilita, además. Su idea de plasmar sus obras iba encaminada a cuestiones arquitectónicas, pero la inspiración llegó al mirar un artista callejero pintando calles y banquetas; entendió que podía hacerlo también.
Comenzó en Culiacán más por necesidad, cuenta que su nueva vida independiente comenzó algo turbulenta. Llegó a la capital sinaloense con cien pesos en la bolsa, se arriesgó y apostó; compró una caja de gises de colores y se sentó a dibujar en la banqueta de la calle Rosales, en el centro.
La inversión se duplicó gracias a los peatones que apreciaron el arte, entonces se tomó más en serio su arte. Retratos y personajes de caricaturas tapizaron las antes grises banquetas del centro de la ciudad.
Antes de que llegara el Covid-19 a Sinaloa, Carlos estudiaba la preparatoria abierta, tras el confinamiento eso terminó y el regreso a Sonora con sus padres. Meses en un trabajo fijo desgastaron a Leyva, pero su espíritu de resistencia seguía, entonces regresó a Culiacán.
"He salido poco, por la pandemia me reservo, pero si he visto que la gente está más apática, más gris" comenta, Carlos, sobre la situación que observa en las personas tras haber salido de un largo confinamiento.
La expresión del artista sirve para soltar el estrés, la ansiedad. Leyva dice que cuando dibuja se tranquiliza, además de buscar impactar en la vida de los peatones al mirar un dibujo que les alegre el rato y talvez hacerlos mirar diferente, así como él miro a aquel otro artista.
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Él busca profesionalizar su talento, poder acceder a más oportunidades y seguir viviendo del arte, un arte noble y digno que cada vez tiene menos espacio en el apresurado ritmo de una ciudad en crecimiento.
Leyva sigue un sueño y una convicción, él cree en un Culiacán noble y solidario. Busca regalarle espacios coloridos y una manera diferente de apreciar el arte mientras continúa con su proyecto de vida.
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