/ sábado 16 de noviembre de 2019

“Eres carne nueva”, le dijeron…

Cuenta Fernando lo que vivió dentro de una cárcel a lo largo de nueve meses, para que siendo inocente le dijeran el “disculpa, está en libertad”

Culiacán Sin.- En unos momentos, Fernando cuenta esa historia. Un trecho de su vida cuando, al conocer su homosexualidad, el resto de reclusos le pedían que se pusiera ropa “ajustada”. La mayoría le decía: "eres carne nueva".



“Ellos me querían femenino para poder imaginarse mejor como una mujer”, recuerda.

Fernando (no se desvela su apellido, ni nombre de la cárcel por su seguridad), es un joven originario de Tecate, Baja California, quien vivió momentos aterradores dentro de una cárcel dentro del territorio nacional.

Él fue acusado de los cargos de asalto a mano armada, delito que hasta el momento dice que “no” cometió. Un énfasis recrudecido en la memoria de esos días.

Después de que cumpliera los nueve meses dentro de esa penitenciaría, solamente le dijeron: “disculpa, está en libertad”. Fue un calvario que vivió al pisar ese centro de rehabilitación.

“Me trataron como si fuera un criminal; me tiraron al piso, y me pasaron al área varonil, cuando un guardia me dijo que yo no podía estar ahí por mi preferencia sexual, que corría peligro, fue ahí que me llevaron a una zona según de un entorno hostil, donde solo los más fuertes sobreviven, eso me decían”, dijo Fernando.

“Lo que pude percibir fue un ambiente agridulce, rodeado de hombres que me decían ‘carne nueva’, ‘bonitos labios’, ‘él es para mí’, ‘ahora sí a descargar’, e infinidad de cosas que me aterrorizaban bastante”.

¿Por qué?

“Porque yo soy homosexual. Un día me dirigía a desayunar y escuché a un joven que decía que en su familia a los maricones los matan; todo era por intimidarme”.

El día a día de Fernando, de 23 años, era “espantoso, horroroso” en ese módulo. El joven recuerda algunas injusticias a lo largo de los meses que allí estuvo. “Era de terror. Son lo peor que me ha podido pasar en la vida. Me robaron todo, hasta lo poco que llevaba. Me llamaban cada día ‘joto’ y yo les decía que era persona, igual que ellos, y que no me pusieran una etiqueta. Estaban siempre a la defensiva y eso les sentaba mal, lo único que querían era que tuviera sexo con ellos. Los internos me decían que si no aceptaba me harían la vida imposible, por eso en el gimnasio o en los baños y en mi dormitorio me molestaban y algunas veces accedía”.

¿Reportabas los hechos?

Claro, pero solo te daban evasivas del problema, porque dentro de las cárceles existen líderes y todo está controlado por los más viejos.

¿Adquiriste alguna enfermedad?

No, porque mi padre es médico, él solía traerme lo que necesitaba, claro, tenía que pagar algo de dinero para que me dejaran pasar y dejármelo conmigo, siempre me cuidé, pero muchas veces prefería que nadie me visitara de mis familiares, porque sabía que de un momento a otro, podrían sacarle su número telefónico y extorsionarlo.

¿Tengo entendido que a los homosexuales los cuidan en las cárceles?

Se equivoca, en mi caso no sucedió, será porque no accedí a la mayoría de las peticiones de ellos; sí había otros a los que no los dejaban descansar, pero imagínate, tantas enfermedades que me tocó ver en algunos compañeros, era horrible, por ello, me enfoqué a cuidarme y bendito Dios, solo estoy para contarlo.

¿No tenías abogados, quién te defendiera?

Sí, pero te repito, siempre me mantuve en que yo no había hecho nada, jamás acepté ese delito y por mi conducta y la manera de manejarme, pienso que me dieron la libertad.

Las cárceles son para rehabilitarse… ¿qué me puedes decir?

Para nada, por lo que viví, la considero una escuela donde aprendes cosas malas y encuentras una deficiencia total.

Llegaste a hacer amigos…

No, solo observé que existe mucha injusticia, que cada quien se rasca con sus propias uñas, que tienes que tener tus ojos abiertos las 24 horas. Dentro de la cárcel que estuve se aprende a robar de los ladrones, se aprende a mentir y engañar de los estafadores, los reos empiezan a consumir drogas.

Pero también hubo gente buena, reconoce el joven. Para finalizar, dijo que cada año salen informes, videos que denuncian los presos, cifras de muertes, suicidios y corruptelas, casos que siguen y siguen pasando, siendo un cuento de nunca acabar.


Te puede interesar: Más de dos mil mujeres han presentado quejas ante la CEDH


“Todo tiene un precio allí dentro: comer, beber agua potable, usar un retrete, tener sexo, dormir tumbado, que no te peguen...". Lo sabe bien Fernando.

Su calvario

Lo trataron como criminal; lo tiraron al piso, lo pasaron al área varonil, y después, por su preferencia sexual, le hicieron saber que corría peligro, para llevarlo una zona de lo más hostil

Juego de poder

Dentro de las cárceles existen líderes y todo está controlado por los más viejos


Martín Tamayo | El Sol de Sinaloa


Leer mas aquí:



Culiacán Sin.- En unos momentos, Fernando cuenta esa historia. Un trecho de su vida cuando, al conocer su homosexualidad, el resto de reclusos le pedían que se pusiera ropa “ajustada”. La mayoría le decía: "eres carne nueva".



“Ellos me querían femenino para poder imaginarse mejor como una mujer”, recuerda.

Fernando (no se desvela su apellido, ni nombre de la cárcel por su seguridad), es un joven originario de Tecate, Baja California, quien vivió momentos aterradores dentro de una cárcel dentro del territorio nacional.

Él fue acusado de los cargos de asalto a mano armada, delito que hasta el momento dice que “no” cometió. Un énfasis recrudecido en la memoria de esos días.

Después de que cumpliera los nueve meses dentro de esa penitenciaría, solamente le dijeron: “disculpa, está en libertad”. Fue un calvario que vivió al pisar ese centro de rehabilitación.

“Me trataron como si fuera un criminal; me tiraron al piso, y me pasaron al área varonil, cuando un guardia me dijo que yo no podía estar ahí por mi preferencia sexual, que corría peligro, fue ahí que me llevaron a una zona según de un entorno hostil, donde solo los más fuertes sobreviven, eso me decían”, dijo Fernando.

“Lo que pude percibir fue un ambiente agridulce, rodeado de hombres que me decían ‘carne nueva’, ‘bonitos labios’, ‘él es para mí’, ‘ahora sí a descargar’, e infinidad de cosas que me aterrorizaban bastante”.

¿Por qué?

“Porque yo soy homosexual. Un día me dirigía a desayunar y escuché a un joven que decía que en su familia a los maricones los matan; todo era por intimidarme”.

El día a día de Fernando, de 23 años, era “espantoso, horroroso” en ese módulo. El joven recuerda algunas injusticias a lo largo de los meses que allí estuvo. “Era de terror. Son lo peor que me ha podido pasar en la vida. Me robaron todo, hasta lo poco que llevaba. Me llamaban cada día ‘joto’ y yo les decía que era persona, igual que ellos, y que no me pusieran una etiqueta. Estaban siempre a la defensiva y eso les sentaba mal, lo único que querían era que tuviera sexo con ellos. Los internos me decían que si no aceptaba me harían la vida imposible, por eso en el gimnasio o en los baños y en mi dormitorio me molestaban y algunas veces accedía”.

¿Reportabas los hechos?

Claro, pero solo te daban evasivas del problema, porque dentro de las cárceles existen líderes y todo está controlado por los más viejos.

¿Adquiriste alguna enfermedad?

No, porque mi padre es médico, él solía traerme lo que necesitaba, claro, tenía que pagar algo de dinero para que me dejaran pasar y dejármelo conmigo, siempre me cuidé, pero muchas veces prefería que nadie me visitara de mis familiares, porque sabía que de un momento a otro, podrían sacarle su número telefónico y extorsionarlo.

¿Tengo entendido que a los homosexuales los cuidan en las cárceles?

Se equivoca, en mi caso no sucedió, será porque no accedí a la mayoría de las peticiones de ellos; sí había otros a los que no los dejaban descansar, pero imagínate, tantas enfermedades que me tocó ver en algunos compañeros, era horrible, por ello, me enfoqué a cuidarme y bendito Dios, solo estoy para contarlo.

¿No tenías abogados, quién te defendiera?

Sí, pero te repito, siempre me mantuve en que yo no había hecho nada, jamás acepté ese delito y por mi conducta y la manera de manejarme, pienso que me dieron la libertad.

Las cárceles son para rehabilitarse… ¿qué me puedes decir?

Para nada, por lo que viví, la considero una escuela donde aprendes cosas malas y encuentras una deficiencia total.

Llegaste a hacer amigos…

No, solo observé que existe mucha injusticia, que cada quien se rasca con sus propias uñas, que tienes que tener tus ojos abiertos las 24 horas. Dentro de la cárcel que estuve se aprende a robar de los ladrones, se aprende a mentir y engañar de los estafadores, los reos empiezan a consumir drogas.

Pero también hubo gente buena, reconoce el joven. Para finalizar, dijo que cada año salen informes, videos que denuncian los presos, cifras de muertes, suicidios y corruptelas, casos que siguen y siguen pasando, siendo un cuento de nunca acabar.


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“Todo tiene un precio allí dentro: comer, beber agua potable, usar un retrete, tener sexo, dormir tumbado, que no te peguen...". Lo sabe bien Fernando.

Su calvario

Lo trataron como criminal; lo tiraron al piso, lo pasaron al área varonil, y después, por su preferencia sexual, le hicieron saber que corría peligro, para llevarlo una zona de lo más hostil

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Martín Tamayo | El Sol de Sinaloa


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