Culiacán, Sin. -A la hora la salida, a eso de las 12 del mediodía, un grupo de niños juega y corretea bajo el tejaván que alberga a la Escuela Temporal Bicentenario, que se hizo famosa en noviembre pasado debido a que fueron los hijos de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, quienes aportaron recursos para habilitarla.
Sin embargo, ahora, más de tres meses después, la escuelita en el asentamiento denominado Ampliación Bicentenario, una de las colonias más pobres de la capital del estado, lucha contra el estigma del narco, lucha por sobrevivir entre carencias y la falta de empatía de las autoridades educativas y la sociedad.
Esmeralda Quiñones, quien se ha erigido como maestra en el recinto educativo, señala que en ocasiones ha estado a punto de cerrar la escuelita debido a la falta de apoyo sostenido para pagar internet y la alimentación de alrededor de 90 niños y niñas que acuden de lunes a viernes al sitio a tomar sus clases virtuales.
“A nosotros nos gustaría que no señalen a estos niños, que si porque los Guzmán apoyaron sí, pero aquí se busca cambiar la situación de todos estos niños, que estudien, y que logren superar las desigualdades”, comenta Esmeralda.
Sostener la escuelita no ha sido nada fácil, dice, navegando entre el estigma generado por aceptar el apoyo y la falta de certidumbre para continuar con este proyecto que, por otro lado, ha recibido ayuda de parte de asociaciones civiles, como el Banco de Alimentos de Culiacán y activistas que hace semanas le hicieron entrega de equipos... pero mantener el lugar no es fácil.
EMPEÑAR LO PROPIO PARA ELLOS
“Ya nos estamos deshaciendo de nuestras cosas, yo ahorita hace como una semana vendí mi moto, me habían regalado un celular y lo tuve que empeñar ayer para a completar los alimentos, Banco de Alimentos nos da el 70 por ciento, pero comprar un 20 por ciento es mucho, nada más en agua de garrafón se gasta mucho”, cuenta Esmeralda Quiñones, quien después de dar clases se regresa a su casa para alistarse y marchar a la pepena al relleno sanitario.
La mujer que por un tiempo se dedicó a cantar y componer canciones (dice que ya no le queda tiempo para andar de artista), cuenta que su hermana Adilene ya no pudo continuar enseñando en la escuelita debido a su situación financiera.
“Ella tenía que trabajar para mantener su carrera, está estudiando para maestro, por eso ahorita la que nos ayuda es Fanny”, refiere.
Fanny es una chica de veintipocos años que, como Esmeralda, tiene los ojos verdes y la piel apiñonada. Cuando uno entre al recinto, la puede encontrar sentada frente a una computada mientras dicta las clases. Hoy, lleva una barriga de 7 meses de embarazo.
“Cuando tenga a mi bebé ya no podré venir”, suelta entre una sonrisa que le hace recordar a Esmeralda que, dentro de dos meses a lo sumo, tendrá que prescindir de su apoyo en las clases.
Hay otra muchacha también que ya no pudo continuar dando clases, la gente tiene que trabajar, aquí nosotras siempre hemos estado trabajando de a grapa Esmeralda Quiñones
MOTIVACIÓN
En ocasiones, dice Esmeralda, la demanda de recursos para mantener este proyecto, le hace querer renunciar.
“A veces cuando amanezco deprimida me dijo hoy no voy a abrir la escuela, pero los niños nomás la ven cerrada por la mañana y allá van a buscar a la casa y me dicen maestra, maestra, ábranos la escuela, y por eso nada más vengo. Ellos no tienen la culpa”, relata.
Pero sobre todo, el pasado ladrillo que es más difícil quitarse de encima, es que en redes y medios se les siga estigmatizando por el primer apoyo que recibieron del narco.
“No es narcoescuela ni los niños tienen la culpa, lo que nosotros vivimos aquí es la pobreza, la desigualdad; al gobierno no les interesamos porque es una zona irregular, eso lo sabemos, y a los políticos menor, porque aquí no hay votos para ellos; los niños no votan”, dice en tono molesto.
Te puede interesar: Hijos de El Chapo Guzmán habilitan "escuela" en Culiacán
Y sentencia: para aquellos políticos que quieran ir estas campañas a tomarse la foto y prometer el cielo y las estrellas, nomás dice: “No queremos a ningún político aquí”. “¿Qué vamos a hacer? A aguantar lo más que podamos, ¿verdad, Fanny?”
El proyecto de la escuela para niños pobres en la Ampliación Bicentenario está en riesgo hoy en día. No nada más es tener un espacio, hay que pagar agua en garrafón, internet, hojas, libretas y, sobre todo, desayunos escolares, pues la mayoría de los niños sus padres trabajan en el basurón, y llegan sin nada en la barriga.
¿QUÉ REQUIERE LA ESCUELA?
- Sobre todo, hojas blancas, cuadernos, agua embotellada y útiles escolares.
INTERNET CARO
- Debido a que no existe cableado, la escuela paga megas de internet, lo que supone un gasto excesivo en este servicio.
Lee más aquí ↓