Culiacán, Sin.- A la maestra del telebachillerato de la comunidad de Bagrecitos, la pregunta de un alumno la tomó por sorpresa: “¿De qué nos ha servido estudiar?, si mire usted lo que gana, y de lo que trabaja ¿le alcanza para vivir?”.
Al tratar de explicar por qué es necesario estudiar y hacer una carrera profesional, el alumnado se mostró recitecente. Ahora, con el pueblo en franco desplazamiento forzado, la docente reflexiona:
“Las dificultades en el acceso a la tecnología ha resultado el pretexto que necesitaban para decir que, como el gobierno no los ayuda para continuar estudiando, se unirán a las filas de los grupos armados”, expresa la docente, quien continúa dando clases a sus estudiantes de Tepuche, pero ahora a distancia como el resto del país.
Según ella, los jóvenes tienen tres opciones: seguir estudiando, salir a trabajar en una pandemia o unirse a los grupos delictivos, los mismos que tomaron su tranquilo pueblo.
Si los retos educativos pusieron a prueba a los docentes de la ciudad, para los maestros que diario viajaban a las comunidades, el desafío tiene mayor grado de dificultad.
En sus tres años como profesora en el telebachillerato, ella relata que jamás había vivido algo similar, y que el ir a la comunidad se había vuelto más que trabajo, pues los jóvenes son parte de ella: su otra familia.
La necesidad de no faltarle a Bagrecitos es muy grande, ya que dejarles sin acceso a la educación pone en juego, para los jóvenes, su desarrollo o su destrucción, es decir, se les puede poner sobre la mesa la alternativa de convertirse en parte de los “malandros” que los dejaron sin hogar.
EL COSTO DE LA EDUCACIÓN
Cuando inició la pandemia por el Covid-19, en Bagrecitos, ya comenzaban a trabajar en casa. Eso generaba en las familias un costo extra.
Una ficha para internet te cuesta 150 pesos por ocho días, a veces, es imposible que les lleguen los mensajes a los alumnos por la poca cobertura en internet.Maestra
Incluso este costo era alto en su propia casa, pues pagaban más. Ahora en la ciudad, aunque paguen menos por el internet de manera mensual, sólo tienen un medio tecnológico como celular, la computadora, tv o radio, no son parte de sus pertenencias ni opción como herramienta de estudio.
Al ser a distancia la educación en este ciclo, da la oportunidad de que los niños y jóvenes no deban buscar otro plantel, sin embargo, la incertidumbre de la docente y los alumnos continúan por el cómo transcurrirá el ciclo escolar en una situación a distancia y con una contingencia sanitaria.
LA NIÑA QUE QUIERE SER MAESTRA
En una de las colonias de la periferia de Culiacán, una de las familias tuvo “suerte” de poder acceder a una casa con buenas condiciones, en ella hay cinco estudiantes de primaria y bachillerato. Una de ellas, sueña con ser maestra.
“Me gusta ayudar a los demás, enseñarles y que aprendan se me hace algo muy bonito?”, dijo la menor de 13 años, quien cursa el cuarto año de primaria.
Lee también: “No hemos vuelto, los maleantes sí”: Desplazados de Bagrecitos
Ella sabe que de momento no puede regresar a su casa, pero extraña andar por los arroyos con sus amigos , jugando libremente en contacto con la naturaleza.
A veces quiero regresar y a veces no. Cuando pasó, (los hechos violentos) pensé en que podían matar a mi familia, me asusté.Maestra
El problema de la educación a distancia en Sinaloa, va más allá de la tecnología. Es un tema que ha sido trastocado por la inseguridad que se padece, dejando esta, como la única opción para sobrevivir en el estado.
EN VIVA VOZ
“Las dificultades en el acceso a la tecnología ha resultado el pretexto que necesitaban para decir que, como el gobierno no los ayuda para continuar estudiando, se unirán a las filas de los grupos armados”.
Las familias, al encontrarse desplazadas, los estudiantes de Tepuche tratan de llevar sus clases en una casa de la ciudad, con las dificultades que implican.
Lee más aquí ⬇