Culiacán, Sin.- Jadeando, a veces se detiene un momento para agarrar aire y vuelve a su faena: empujar un triciclo donde carga un tanque de oxígeno. Se le ve cansado, espera un poco porque no puede respirar y con ansiedad quiere llegar con su esposa que está contagiada de Covid-19 y llevarle un aliento de vida.
Las escenas que a diario se ven en los depósitos donde surten el oxígeno, es parte de la vía dolorosa que caminan los familiares en la búsqueda de este vital insumo.´
Y esto desnuda una realidad sombría: quien no tiene dinero, no tiene derecho a respirar, a salvarse.
Ver ancianos, amas de casa, jóvenes son verdaderamente dramáticas ante el incremento de contagios de Covid-19 que se están presentando en estos últimos días y donde la demanda de oxígeno medicinal también se ha incrementado.
PERSISTENCIA
Don Andrés Aispuro Vicente tiene 84 años, asegura que ya está vacunado y que su esposa “es una jija de la chin…que no se quiso vacunar y ahí están las consecuencias. Es una película de horror que se vive y se repite todos los días y que no hay para cuando terminar de verla”.
Sin embargo, dice que quiere y a su mujer y que hace grandes sacrificios para lograr que la mujer que lo ha acompañado por más de 60 años, no se le vaya a morir.
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“Mi viejita cada vez que salgo se despide, esforzándose por decirme algunas palabras…Afortunadamente tengo una pequeña pensión y ahí la llevó, nunca nos dimos lujos, nunca quise comprarme un carrito que ahora me pudiera servir, pero tengo que estirar los ahorritos porque no sé hasta cuando….”, lamenta.
Asegura que su mujer incluso con un alto flujo de oxígeno a través de sus fosas nasales, le cuesta respirar y que desde hace unos días no duerme, pero no quiere que la lleve a un hospital.
“Respeto su decisión. Yo sé que si la llevo al hospital ya no la voy a volver a ver, no importa todo el sacrificio que tenga que hacer, sin ella, me voy a morir yo también”.
Cuenta que para él es muy difícil trasladarse desde la colonia 7 Gotas hasta el bulevar Zapata para “ver si logro alcanzar oxígeno, porque si no la vida de mi vieja se extingue porque no puede estar sin oxígeno”.
REBASADO
El consumo de oxígeno se ha visto rebasado lo que ha ocasionado que la gente difícilmente lo pueda adquirir.
En los establecimientos las largas filas de carros, personas en triciclos, en bicicletas y hasta con diablitos esperan pacientemente recibir el aliento de vida para todas aquellas personas que su oxigenación por el virus se ha visto afectado.
Tomás Miranda Barraza, en su bicicleta espera pacientemente a que le surtan el oxígeno, dice que llegó desde muy temprano y que lo mismo hizo su cuñado que está haciendo fila en otro establecimiento porque requieren una buena dotación de este vital líquido para que su padre siga con vida.
“Mi papá está utilizando de tres a cuatro tanques de oxígeno diarios, y ya tenemos una semana llenándolo, la situación es muy pesada porque si bien es cierto que los hermanos nos estamos cooperando porque gastamos hasta dos mil 500 pesos diarios, vemos que la situación no mejora”, lamenta.
Destaca que su papá como ya es grande, es muy ideoso y le fue dando largas a la vacuna y ahora están pagando las consecuencias.
“El cuadro de mi padre es muy dramático, a veces, y Dios me perdone, quisiera mejor que se lo llevara, a veces se está ahogando su oxigenación baja a sesenta, la verdad, me duele verlo así…”
Cuenta que trataron de ingresarlo al Hospital civil.
“Cuando llegamos le suplicamos a una persona en la puerta: por favor, nada más queremos que le den oxígeno, pero nos dijeron que no podían, decidimos tratarlos nosotros en casa y un familiar que es médico nos apoya.
ESCACEZ
Detalla que otro problema es la falta de oxígeno, ya que hay días que se escasea y teme por la vida tanto de su padre como de otros pacientes “que me imagino están igual que papá”.
Conforme se expande el coronavirus, la creciente demanda de oxígeno está dejando al descubierto una sombría realidad: el derecho a respirar depende del dinero. En buena parte del país el oxígeno es caro y difícil de conseguir, y es un marcador de la desigualdad que hay en nuestro entorno social.
Doña Eugenia Lara Meza, además de tener horas esperando a que le surtan su dotación, aprieta su monedero, porque sabe que lo que trae dentro, es lo que le salvará la vida a su hermana.
Con recelo y a la vez con amor cuenta que no le falte un sólo peso, porque de lo contrario al no tener los 661 pesos, no le llevará un trozo de vida más a su hermana, Su voz flaquea una y otra vez.
“La verdad ahora más que nunca duele ser pobre, porque si tienen dinero, por lo menos le puedes alargar la vida a la persona que más quieres, sé que si no logro juntar dinero para mañana se me puede ir mi hermanita, es lo más doloroso que te pueda pasar que se vaya a ahogar por falta de aire…y de dinero”
Relata que primero tuvo que pasar una serie de obstáculos para adquirir el tanque porque lo tuvo que comprar, “no crea que se lo sueltan así porque sí, me hicieron firmar no sé qué cosa, ahora tengo miedo de que por no leer me vaya hacer una perversidad, pero lo tuve que hacer porque andaba urgida”.
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