Culiacán, Sin.- Habría que preguntar qué pasó en Culiacán el nublado día viernes 6, si fue balacera o balaceras, por aquella frase equívoca del alcalde en turno Jesús Estrada Ferreiro.
La capital del estado vivió de nuevo miedo en sus calles. Todo era un caos en las mentes de los citadinos. Qué se “agarraron de nuevo” en Loma de Rodriguera y hubo “muchos” muertos; que “remataron” a un herido de bala en el IMSS; que “secuestraron” a policías en La Conquista; qué están incendiando casa en la zona de Culiacancito. Para la policía, todo normal.
VIRALES
De nuevo redes sociales se apoderaban de noticias falsas. Videos y fotografías de otros sucesos sangrientos en hospitales de Hidalgo y Sonora, registrados en el año 2019, invadían el internet.
Mientras las autoridades locales, estatales y federales se ponen de acuerdo para atacar la violencia, en las calles y caminos de Culiacán, el “narco” busca a sus antagónicos y no es para ponerse de acuerdo. Quieren matarse.
Los “culichis” saben de la encarnizada batalla que se disputan dos grupos. Hablan de la “Gente de Vladimir Putin” con la “Gente del que no estudia, ni trabaja”. El gobierno está ciego y mudo. No sabe nada. Complicidad pues…
Unos dicen que el pleito entre ellos inició porque un grupo “levanta” y asesina sin pedir permiso a los “jefes” y otros argumentan que todo empezó por golpear salvajemente a un comandante de la Policía Municipal de Culiacán en Imala que “trabaja” para uno de los bandos. Se trata de una gresca de casa. Que el Gobierno no se meta. Ellos arreglaran sus problemas.
VIERNES 7
Eran las 07:35 horas. El Centro de Emergencia recibe la alerta sobre hombres armados enfrentándose entre sí en la colonia Loma de Rodriguera. Un suburbio de Culiacán etiquetado siempre en rojo.
Irónicamente al llegar patrullas de todas las dependencias a la zona, no encuentra nada. Todo normal dijo el Secretario de Seguridad Pública Estatal, Cristóbal Castañeda.
Sin embargo habitantes del lugar aseguraron que tras el enfrentamiento hubo varias personas lesionadas, mismas que fueron levantadas por los llamados actores de la violencia.
Los minutos transcurrieron y aparece una persona del sexo masculino identificado como José Alberto, herido de bala en el nosocomio más cercano, el Hospital Civil.
Debido al protocolo de seguridad de Gobierno, es enviado para su atención en el IMSS, conocido como “Seguro Viejo”.
No pasaban ni las cuatro horas cuando la “tranquilidad” de ese hospital, dedicado en brindar “bienestar social para las familias”, se ve trastocada por hombres armados que irrumpieron hasta llegar a la sala de emergencias donde se encontraba José Alberto.
Para ello, dentro del edificio los gatilleros decidieron jalar del gatillo en un par de ocasiones a fin de amedrentar a un par de policías locales que custodiaban a José Alberto.
Ya adueñados del lugar, los empistolados sacan arrastrando y sangrando a su objetivo, para abordarlo en un vehículo blanco, mismo que estacionaron muy cerca de la puerta de urgencias.
Una vez cumplida la “orden del jefe”, los gatilleros abandonan el hospital, pero entran en pánico al ver que un convoy de soldados ingresa por la caseta de vigilancia. Ahí, detienen el automotor e intentan correr, no sin antes dispararles a los uniformados.
Los militares no se hubieran enterado de su existencia, si no es porque entraron en pánico los delincuentes y abrieron fuego contra ellos.
El saldo final, cuatro detenidos y el herido al que llevaban a rematar, así como el aseguramiento de armas automáticas, equipo táctico y de comunicación y algunos gramos de droga. Esta última para andar a tono.
SALDO FINAL
Balaceras dejan cuatro detenidos y un herido, así como el aseguramiento de sofisticadas armas, pertrechos, equipo táctico y un automotor.
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