Culiacán, Sin.- Cuando la pandemia comenzó a obligar al cierre de guarderías, Yara cayó en la incertidumbre de no saber dónde dejaría a su pequeño hijo toda vez que tanto ella como su esposo trabajan y no le dieron home office.
Para su suerte, relata, el centro de cuidado infantil del Seguro Social de Culiacán no cerró sus puertas, pero sí fortaleció los protocolos sanitarios para recibir a los niños mientras que Sinaloa permanecía en semáforo rojo.
SIN OTRA ALTERNATIVA
Para Yara y su esposo no había otra alternativa más que dejar a su hijo en la guardería, ambos trabajan por la mañana y aunque, tenían la opción de dejarlo con sus abuelos maternos, al verificar que en la guardería cumplen con medidas estrictas, decidieron confiar en ellos.
“Al principio como todo, pues si te da desconfianza, es ir al azar, la verdad, pero en mi casa tenía peligro, porque igual en mi casa se enfermó mi hermana, mi mamá, si lo cuidaban ellos a lo mejor ahí también se hubiera enfermado”, contó.
Los primeros cambios que realizó la guardería del Seguro Social fue reducir el aforo de los infantes en un 50 por ciento, los pocos padres que optaron por seguir dejando a sus hijos empezaron a firmar una carta responsiva que asegurara que el niño o la niña no estaba enfermo, no tenía síntomas relacionados con el Covid-19 y no habían convivido con un paciente activo.
Además del uso del cubrebocas del personal de la guardería y la toma de temperatura, las instalaciones son sanitizadas constantemente, los maestros utilizan gorros, botitas y caretas, para una mayor seguridad para todos.
Todo este protocolo especializado y el hecho de que los directivos decidieron que los biberones y la leche iba a ser de la misma guardería para cuidar más la higiene, brindó mayor tranquilidad para ambos padres, quienes pocos meses después estuvieron en la espera de la llegada de su segundo hijo.
MESES COMPLICADOS
Mientras pasaban los meses, Yara trabajó hasta donde su embarazo se lo permitió, cuidó de su hijo que cumplió los tres años, superó un cuadro fuerte de coronavirus y se adaptó al ritmo de ser madre de dos niños pequeños, regresar a sus labores y empezar su camino como mamá y maestra del niño mayor que ya está en educación inicial.
“Es complicado, porque ya de por sí no tengo tiempo, trabajo, bebé, casa, pañaleras, todo eso y todavía llegar y hacer la tarea, ahorita por la semana del niño, que el gorro loco, el peinado loco, ahora la pijama, el día del disfraz, yo por lo menos tengo un disfraz, pero los papás que no tengan como le van hacer y varios papás perdieron el trabajo”, explicó.
Por ser una guardería administrada por el Seguro Social, el servicio no representa un costo para Yara, razón principal por la que ahora sus dos hijos acuden a este centro de cuidado infantil, que por los cuidados que establecen y la recepción de ahora el 70 por ciento del aforo, han tenido que contratar a más personal.
AL INTERIOR DE LA GUARDERÍA
En el centro de atención integral, Cendi, en Culiacán, Sinaloa, la psicóloga infantil, María Jesús Uriarte, comentó que desde marzo del año pasado dejaron de trabajar en la guardería y con los niños de tres años, dan clases a distancia por google meet, WhatsApp y zoom.
Al pertenecer a la Secretaría de Educación, manejan el calendario oficial de clases y al igual que el resto de los docentes, están en la espera de ser vacunados y conocer el esquema con el que volverán a las clases presenciales.
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Durante la pandemia, la plantilla laboral se ha mantenido entre 155 y 160 empleados, no se ha bajado el salario y tienen inscritos a 450 niños, a quienes a distancia han tratado de enseñarle los conocimientos básicos de autonomía, independencia y control de esfínteres, para que cuando entren a preescolar no estén tan atrasados.
Tanto madres, como padres y maestros de las guarderías, se han adaptado a una nueva realidad que no ha terminado de estabilizarse en medio de la pandemia y a más de un año de los primeros contagios de coronavirus, todos siguen en la línea de defensa.
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