Rosario, Sin.- A lo largo de su amplia y rica historia, el pueblo rosarense ha visto crecer y desarrollarse a mujeres que han formado parte importante de la historia del municipio convertido en Pueblo Mágico.
El cronista Leopoldo José H. Bouttier, durante los últimos años se ha dedicado a destacar la historia de grandes personajes rosarenses y una de ellas es doña Juana Ortiz de Rosas e Ibáñez de Barrena, a quien le llaman la "Mariscala del Real de Minas de Rosario", y quien destacó en la última época de la dominación española en el estado.
Esta ilustre rosarense, "dama de notable hermosura y recomendables virtudes", era hija de don Juan Ortiz de Rosas, Guardián de las Cajas Reales de Nuestra Señora del Rosario y Caballero de la Orden de Calatrava y de doña María del Carmen Ibáñez.
Relata que esta bella mujer rosarense alcanzó fama al casarse con el Mariscal de los Reales Ejércitos, don José de la Cruz, quien defendió España contra la invasión napoleónica y vino a la Nueva España con el Virrey Venegas, quien lo nombró Presidente de la Real Audiencia de Guadalajara e Intendente de la Nueva Galicia.
El 19 de julio de 1819, con asistencia de la Real Audiencia, de las órdenes religiosas y de la oligarquía de Guadalajara, contrajeron matrimonio en el Real Palacio bajo el auspicio del Obispo, don Juan Ruiz de Cabañas.
El Mariscal de la Cruz obtuvo del emperador Iturbide licencia para regresar a España y con él, la rosarense doña Juana Ortiz de Rosas; en la Corte de Madrid fueron recibidos y Don José de la Cruz fue nombrado por el monarca Fernando VII, Ministro de Guerra. La rosarense, doña Juana, recibió el título de "dama noble de la Orden de María Luisa". Al caer en desgracia por la muerte del rey, el Ministro fue desterrado a París junto a su esposa.
La rosarense, considerada de acuerdo con las crónicas como “dama de notable hermosura y recomendable virtudes”, al quedar viuda, fue cortejada por el principal personaje político del noroeste de la Nueva España, el Mariscal de los Reales Ejércitos, don José de La Cruz, considerado el azote del Ejército de Miguel Hidalgo y Costilla.
La vida de la Mariscala del Rosario se apagó finalmente el 19 de marzo de 1865 en París, dejando tras de sí una vida llena de anécdotas que la hicieron participe de los eventos históricos más importantes de su tiempo.
Ella fue testigo de la Guerra de Independencia. Con uno de los principales actores, su esposo, vio la consumación de este importante capítulo de la historia del país.
Vivió los últimos años del último monarca absoluto de España, y finalmente en París, en la última etapa de su juventud, y en la edad de la vejez, la vida elegante en los salones de los grandes personajes de Francia.
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Doña Juana Ortiz de Rosas forma parte de ese legado de mujeres rosarenses que salieron de su pueblo casadas y jamás regresaron, pero su historia y su legado han quedado dentro de este bello pueblo.
PERSONAJE
A pesar de haber nacido a finales del siglo 18, en una época en que la sociedad era estrictamente patriarcal, es decir todo lo movían los hombres, Juana Ortiz de Rosas sobresalió por sus virtudes y belleza.
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