Mazatlán, Sin.- Por años, la flota camaronera de Mazatlán ha sido considerada la más importante en el Pacífico, por su gran cantidad de barcos y productividad durante las temporadas de pesca.
Sin embargo, desde los últimos dos años la situación ha cambiado notablemente, esos hombres de mar curtidos por el sol, la brisa y el arduo trabajo en aguas marinas, después de una vida dedicada a esta actividad, siguen en la “trinchera”, pero ahora como veladores de la flota pesquera.
José Carlos Meade Ontiveros trabajó 60 años en los barcos camaroneros en altamar y desde hace casi tres los cuida, pero en el muelle pesquero del Parque Bonfil.
Comenzó su oficio en la pesca a los 18 años de edad, como “pavo”, que son los ayudantes de todos los tripulantes. De ahí en adelante fue escalando todos los escalafones, hasta llegar a patrón.
"Empecé muy jovencito, de pavo y llegué a todos los puestos: marinero, cocinero, ayudante, motorista y patrón. El trabajar casi toda mi vida en los barcos me hizo conocedor del mar".
Los tripulantes le tienen un profundo respeto, por su experiencia y antigüedad, forma parte de la “vieja guardia”, la que comparte sus historias y anécdotas, de cuando la pesca era una actividad que navegaba "viento en popa".
Eran tiempos en que los tripulantes de un barco capturaban de 15 a 20 toneladas de camarón por viaje, actualmente muchas de las embarcaciones no logran sumar estos volúmenes en toda la temporada.
El hombre de 81 años, desde hace casi tres trabaja para una pesquera como velador en los barcos camaroneros, una vez que termina la temporada, pero nunca imaginó cuidarlos en plena zafra.
En esta temporada, tan sólo en Mazatlán cerca de 200 barcos se quedaron amarrados a lo largo del muelle, porque los armadores no tuvieron dinero para sacarlos y con ellos alrededor de mil 400 pescadores se quedaron sin empleo.
Don José extraña no salir a la pesca del camarón, pero tuvo que dejar de embarcarse porque se cayó y se lastimó una rodilla, lo que le dificulta caminar con normalidad.
Con nostalgia, recuerda que hizo mucho dinero en aquellos “buenos tiempos”, pero que en la actualidad sobrevive con lo poco que gana como velador.
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Ahora cuida 15 barcos en el muelle de una flota de 25, su función como velador es que no entren personas ajenas a las embarcaciones y evitar así los robos, ya que asegura que hay pepenadores que llegan a la medianoche para llevarse el cobre o fierro que encuentran, mientras que a otros les da por meterse a los barcos para llevarse los aparatos de máquina o eléctricos que hay ahí.
Refiere que un pescador todos los días arriesga la vida enfrentando al mar y que él muchas veces se vio asustado por la fuerza de las olas y la furia del viento.
"Me tocó vivir de todo, principalmente huracanes, pero gracias a Dios aquí estoy, estuve 40 años como socio en la desaparecida cooperativa Ignacio Allende y ahora estoy de velador".
El pescador mazatleco comparte que a pesar de que siempre ha sido un enamorado del mar y apasionado de la pesca, trabajará en el cuidado de los barcos hasta diciembre, pues se retirará a descansar.
"Ya quiero estar en mi casa, me siento cansado, aparte de que está la enfermedad del coronavirus y tengo miedo enfermarme, lo bueno es que en estos barcos no hay más gente que yo".
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