Culiacán, Sin. Cuando las estrellas están en lo más alto y la luna es la reina única del cielo; el gigante comienza a abrir los ojos. Rondan las 2:00 de la madrugada y mientras la ciudad completa está a mitad de su sueño, la Central de Abastos de Culiacán empieza a mover sus engranes, que por más de 35 años no han parado y la convierte en la zona comercial más importante del sur de la ciudad.
En la calurosa madrugada puedes aventurarte a las entrañas de ese gigante, sus iluminadas fauces te recibirán con esa ruidosa música que te obliga a bailar y los habitantes de su interior se comunicarán en un idioma de silbidos que jamás alcanzarás a comprender.
A pesar de la confusión y ritmo acelerado, esas personas que se mueven junto con el gigante son hospitalarias y no dudan en saludarte y, si te descuidas, hasta alburearte. Las arterias principales están flanqueadas por jabas de madera y cajones de cartón repletos de tomate, cebolla y chile. Te puedes sentar a disfrutar el paisaje, pero terminarás estorbando; el gigante no tiene tiempo de descansar.
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El tiempo parece pasar a prisa en las entrañas del gigante y sin darte cuenta el sol se asoma sobre su lomo de acero. La ciudad despierta y los habitantes del interior del monstruo se van a descansar para estar listos al día siguiente, como siempre.
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