Culiacán, Sin.- Luis Antonio López es un paramédico joven de Cruz Roja Navolato y estudiante de enfermería, con gran valentía se ha ganado un lugar reconocido entre las guardias y actualmente las cubre en Culiacán, en apoyo por la pandemia.
En corta carrera lleva ya una herida profunda que recién sucedió. Un hecho que no ha cicatrizado y aún le roba lagrimas frescas en la reflexión nocturna.
Antes de la media noche del 2 de marzo, Luis medio duerme en su cuarto. Está inquieto y caluroso, le esperaba una noche sin descanso y en la mañana tenía que ir a su guardia de voluntario, en Navolato.
Pasados diez minutos de las 12:00 recibió una llamada; que Jorge estaba grave e iban por él a su casa, para atenderlo. La ambulancia iba en camino. Luis pegó un salto de su cama e inquieto comenzó a cambiarse sin saber para qué.
Jorge era su mejor amigo, miembro de Cruz Roja desde que Luis entró al cuerpo de juventud a los 13 años. Fue quién le enseñó las actividades de la institución durante sus primeros años, quien lo aconsejaba y con quien comenzó a salir en ambulancia; su mejor amigo.
El también paramédico había sufrido un accidente de motocicleta dos semanas antes, una fractura y alguna contusión, fue intervenido quirúrgicamente para irse a descansar a casa. Esa noche algo pasó, una trombosis, un coágulo que el médico no alcanzó a observar, dicen.
AQUELLA MADRUGADA
Luis llamó a un compañero que estaba en la estación, que fuera por él a casa para comenzar su guardia ya, no podía estar en casa. Así llegó rondando la 1:00 de la mañana a comenzar su servicio, pero al pendiente de Jorge, su amigo que iba ya arriba de la ambulancia.
Su teléfono sonaba y las noticias se ponían cada vez peor; Jorge entró en paro otra vez, ya son 6 veces y aún faltaba para llegar a Culiacán, le decían. Luis, solo respondía que lo tuvieran al tanto, no podía ir.
3:00 de la madrugada: Jorge está en paro sobre la ambulancia cuando van a la altura del aeropuerto, no lo pueden "sacar", era mucho el medicamento en su cuerpo ya y no parecía resistir.
UNA PLÁTICA PENDIENTE
La tarde del 2 de marzo, horas antes de esos hechos, Luis llamaba a Jorge, le decía que se le antojaba comida china pues ya tenía tiempo sin comerla. Una plática informal de buenos amigos, Luis quedó en ir a visitarlo, pero las circunstancias no lo permitieron, mañana voy, pensó.
3:45 de la madrugada del 3 de marzo, último paro de Jorge, en el hospital decidieron que era suficiente y su corazón no resistiría. Último intento por regresarlo a un pulso regular; inútil. Jorge falleció, luchó y peleó, pero no resistió.
La llamada llegó al celular de Luis, quien tembloroso solo asintió y comenzó a llorar. Llamó a su madre, que conocía mi bien a Jorge, le contó entre balbuceos y colgó. No podía estar, caminaba de un lado a otro, lagrimas amargas no dejaban de salir y miles de reproches propios le inundaron la cabeza, terminó su guardia.
Desde entonces Luis está ausente, cuando el recuerdo lo atormenta se aísla, a pensar y acomodar ese dolor. Ese duelo vivo que no quiere pasar, que no se va. El golpe fue duro para todos, en Cruz Roja se vivió un luto. Pero Luis estaba devastado.
3 meses después, Luis sigue apretando la garganta para mantener el tono sin llorar, Jorge sigue presente y el dolor también. Unos meses cargados de trabajo duro con una pandemia que no cede terreno y la cabeza del joven paramédico aún se detiene para recordar a Jorge, su amigo y mentor.
PERFIL
Originario de Navolato, Luis López se vino de Cruz Roja Navolato a Culiacán para reforzar los servicios de ambulancia. Estudia enfermería y espera continuar su carrera salvando vidas. Desde los 13 años pertenece a la institución
DUELO
Luis dice enfrentar el peso de la ausencia de un gran amigo, uno que no le dio tiempo de despedirse.
Lee más aquí ⬇