Culiacán, Sin. Desde las 8 de la mañana don Arnulfo Ibáñez sale de su casa rumbo al cruce de Ángel Flores y Obregón, con su guitarra como herramienta y 74 años cargando en la espalda comienza su jornada laboral. Su pequeño repertorio de los cadetes de Linares apenas susurra en el apabullante caos del centro de Culiacán, sin embargo, son suficientes las monedas que caen en el raído vaso de unicel junto a sus pies para completar la comida del día.
Los artistas se encuentran en cada esquina, caso es el de Jesús Arce Salazar, joven de 17 años originario de Navolato que viene a tocar con su guitarra y explica las razones: “Mas que nada es la necesidad la que me hace venir a tocar, para llevar dinero pa'la casa y pues mostrar el talento”.
El joven músico explica que en una jornada normal se lleve a casa alrededor de 150 pesos, aunque el no lo ve como un trabajo pues le gusta mostrar su talento y entretener a los transeúntes. También habla sobre las dificultades que puede representar enfrentarse a las autoridades que en alguna ocasión quisieron retirarlo a la fuerza de la plazuela Obregón con el pretexto de causar molestia a la ciudadanía. Salazar concluye con un agradecimiento a sus familiares y amigos por el apoyo de seguir su sueño en la música, pues es lo que lo impulsa a seguir adelante.
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También hay casos donde la discriminación por discapacidad orilla a músicos talentosos que no consiguen espacios formales a salir a las calles como única opción de ingresos económicos. “Roberts” es un saxofonista con discapacidad visual que desde hace 3 años toca su instrumento para sobrevivir. “Los motivos por lo que salgo a tocar, son varios: el obtener recursos, expresar con la música lo que de otra forma uno no puede sacar y por último transmitir a los peatones un poco de alegría” comentó, el Roberts.
El músico termina haciendo un llamado para que haya más apertura para los músicos locales, así como generar más espacios laborales para personas con discapacidad en el sector privado y de gobierno, pues es claro el aislamiento en que se tienen a las personas con alguna discapacidad.
Sus historias se construyen cada día, cada canción los acerca a completar el sustento diario y los mantiene motivados para seguir expresándose, estos son algunos de los músicos que deambulan invisibles en el centro de Culiacán, armonizando el caos a cambio de unas monedas y una sonrisa.
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